Fanfic Koi Suru Bou Kun

Proyecto Challengers!

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Al fin! Cap 21: fanfic de The Tyrant Who Fall Love / Koi Suru Bou kun


¡Odio la vida de adulto! >:D lo siento, universidad, clases que no me hacen sino que ahora YO debo hacer xD pero ahora que volví a retomar no dejaré este fic aunque me maten! :B gracias por seguirme a pesar de todo, y como saben, siento mucho esta demora de siglos, pero más vale tarde que nunca, y continuar con proyectos más que abandonarlos jeje no se asusten, nunca lo abandonaré! :3

Cap 21:

RIIIINN

Suena el celular de Morinaga.

Ambos están algo turbados, el riinn del celular pareció algo más largo de lo que normalmente era. Comenzaron a pestañar confundidos cuando el segundo riin llevaba la mitad de su ruido ahora incomodo. Morinaga fue el primero en reaccionar, después de todo era su celular, dio un mecánico “disculpa” y lo buscó con la mirada, orientándose por su oído. Senpai bajó la vista, incómodo, pero de pronto recordó toda la escena de cuando usó el celular de Morinaga, hablando con ese tal... Yiro? Miro? Como sea que se llamara, pero recordó dónde había dejado el celular, siquiera entonces pensó volverlo a guardar en la chaqueta de Morinaga, después de todo, no es como si tuviera que ocultar lo que había hecho, verdad? No había hecho nada malo, verdad? O…

- ah, aquí está – dijo senpai estirando el brazo y alcanzando el celular de Morinaga que estaba en el velador, Morinaga ya había notado que estaba ahí, el ruido se lo indicó pero no tuvo tiempo de extrañarse, senpai ya se lo ofrecía en su mano extendida.

- gra-gracias… - Morinaga lo miró extrañado, pero senpia no lo miraba a los ojos, miraba hacia el lado, mirando la nada, parecía enojado y avergonzado, más toda esa incomodidad que traía el ahora chillido riiiinn del celular. Morinaga contestó rápidamente, también casi irritado por ese ruido que había logrado tensionar a ambos, sin darles tiempo de digerir las extrañas palabras dichas por senpai.

Tan rápido contestó Morinaga, con la intención también rápida de colgar, que siquiera vio quién era el que lo llamaba.

- hai? Morinaga des – dijo secamente, volteando, senpai lo miraba de reojo, tragando saliva, en vez de digerir las propias palabras antes dichas sin pensar, estaba mirando inquisitivamente a Morinaga, esperando oír su conversación sin siquiera disimularlo, quién era el qué llamaba? Qué quería? Odiaba el saber que Morinaga tenía que hablar con otra persona, siendo que estaba en su habitación de senpai, en su cama, y habla con otro… eran extraños pensamientos, incluso ilógicos, pero senpai ya casi no lo notaba, tan inmerso estaba en esos sentimientos oscuros, ya eran peligrosamente, parte de él. – ah, Hiro-kun? – continuó Morinaga, algo sorprendido.

Hiro-kun! Ese debe ser… Hiroki! Ese tipo con el que había hablado. Senpai no lo notó pero puso una cara de los mil infiernos, odio absoluto y lo peor que siquiera histérico, como suele hacer, sino que odio puro, puro y malvado.

- ah, sí… estoy bien… sí…. – Morinaga contestaba nervioso, sentía la vibra asesina de senpai, temblaba sin siquiera atreverse a voltear y mirarlo, adivinaba su cara de odio absoluto, sólo quería colgar. – sí, gracias, te debo una, ahora estoy mucho mejor, pero debo colgarte – tragaba saliva nervioso, del otro lado Hiroki trataba de decirle que había hablado con su senpai, pero las respuestas cortantes de Morinaga no lo dejaban continuar – lo siento, te llamaré luego.

Pi – pi – pi.

Al otro lado de la línea, ya cortada, Hiroki había quedado mirando su celular preocupado, ¿qué pasaba? Pudo suponer que su amigo quería colgar rápido, pero por qué? ese tipo estaba ahí con él…? Hiroki suspiró “supongo… que cuando pase todo esto él solo vendrá al bar a contármelo todo…. Mientras parece que no puedo hacer nada” otro nuevo suspiro nuevamente, de verdad, pensaba, él podría hacer mucho más feliz a Morinaga que ese sujeto, él nunca lo haría llorar, nunca lo tendría en un hilo como lo hace ese otro tipo.

Morinaga, por su parte, había volteado apenas hubo colgado, sólo para ver a un senpai que parecía sumamente enfadado, con ojos que parecían rojizos de odio, el ceño completamente fruncido, contrariándole toda la frente, sin siquiera disimularse con sus mechones de cabello. Pero era curioso, Morinaga pudo notar no su boca tensa, como suele ocurrir (incluso a veces muestra los dientes apretados en sus labios entreabiertos) si no que esta vez mostraba algo parecido, sólo parecido, a un puchero.

- se-senpai…? – dijo con voz entrecortada del susto, Morinaga.

- es con él con quién pasaste la noche? – preguntó seca y duramente senpai, como si lo hubiera escupido.

- “Pasaste” – repitió en su mente Morinaga, pensando más bien que el término no era adecuado - eh?... ah, sí… - respondió temeroso; siquiera había alcanzado a relacionar el odio de senpai con los celos, sólo estaba asustado sin poder encontrar la causa de la reacción por el miedo mismo que ésta le causaba.

- ya veo – respondió con algo así como un gruñido senpai, mientras volteaba el rostro, sin poder despegarse el odio del pecho, que sabía, que sospechaba (sólo sospechaba) que era injustificable.

Pasaron unos tensos segundos de silencio, donde Morinaga miraba atemorizado a un senpai gruñón y malhumorado que miraba a su vez fijamente un punto de la pared pero que no pensaba en nada en realidad. Morinaga al fin se animó a actuar temiendo que senpai empeorara su humor con el silencio, he hizo instintivamente lo que supuso que necesitaba senpai:

- l-lo siento… - Morinaga, pensando mejor entonces las cosas (aunque aún algo asustado) meditó mejor sus palabras – ese día… - miró al piso – me fui sin avisar…

Senpai lo miró, un poco sorprendido por su disculpa pero aún enojado, pero al oís su perdón se dio cuenta que no estaba enojado por lo que Morinaga se disculpaba ¿qué era lo que lo tenía enfadado? Qué era…?

No vuelvas a salir de la cama.

Recordó las palabras antes dichas y que Morinaga parecía no recordar por el miedo que le había producido el mismo senpai. ¿Por qué había dicho eso? Qué significaba? Sé espantó de sus propias conclusiones, de esos extrañaos sentimientos, y buscando una salida…

- n-no… no es eso – tosió senpai, disimulando sin mirar a los ojos a Morinaga que ya lo veía entre confundido pero esperanzado a la vez – termina tu avena… debo llamar a la universidad ahora.

Y salió de la habitación, de esa forma tan rápida que puede hacer a veces.

Morinaga bajo la mirada otra vez, ya solo en la habitación, se preguntó si había metido la pata tan pronto tras haberse arreglado con senpai. Comenzó a comer lo poco de avena que le quedaba. Sentía que no tenía derecho a reprochar a senpai de todas formas, ya bastante agradecido debía estar con que lo hubiera perdonado, y estar en su cama ahora, su agradable y cálida cama.

***

- sí? sensei Fukushima? sí… lo siento, no podré ir hoy… sí, sí, ya está mejor…. sí, Yamaguchi los neutralizó… sí, creo que mañana, ah, Morinaga no lo sé…. Sí, ya está mejor pero….. eh? hablar con él?.... claro… se lo diré…. está bien, perdone las molestias, gracias.

Había sido una conversación por lo demás incómoda, el profesor Fukushima quería que Morinaga fuera a verlo apenas regresara a la universidad ¿de qué quería hablarle? Bueno, de seguro estará preocupado, eso es todo. Senpai oscureció su mirada “porque no creo que Yamaguchi le haya dicho nada…” senpai ya despreciaba infinitamente a ese sujeto, tanto que lo consideraba ya de por sí un completo idiota (antes simplemente lo ignoraba, como a todos) o lo suficiente para que no se hubiera atrevido a decir nada, y sus ojos brillaron, tenía la convicción de que nadie sabría nada, tenía ese sentimiento desde que había ocultado esa pequeña mancha de sangre, que consideraba el único testigo de lo sucedido, siquiera Morinaga contaba.

Pero de pronto se dio cuenta de la expresión que tenía, de esos pensamientos que casi lo hacían sentir un criminal. Suspiró y prendió el primer cigarrillo del día, era demasiado temprano pero lo necesitaba. Mientras fumaba recordó que debía dar la medicina a Morinaga, y a parte que él mismo debía tomar un baño, no lo había hecho desde anoche, y se sentía algo incomodo por eso, avergonzado, considerando lo que ambos habían “hecho” anoche. Y ni siquiera había desayunado.

Mientras fumaba se tostó unos panes (era fácil porque había electrodoméstico para eso) e hizo café, algo de mantequilla encima y se dio por desayunado, pero se arrepintió de haber fumado antes de comer, todo supo amargo, pero el café ayudó a disuadirlo.

Fue al baño y se lavó la cara, ya mentalizándose a que debía volver al cuarto, ver otra vez a Morinaga. “Espero que no se haya molestado…” y se sorprendió a sí mismo de estar preocupado por eso, otra vez su impulsividad lo había hecho actuar sobresaltadamente pero ahora podía darse cuenta con mayor facilidad de sus… errores.

Por su parte, Morinaga siquiera había recordado las palabras dichas por senpai, antes de ser interrumpido por la llamada de Hiroki, estaba demasiado cansado, y con el susto provocado por senpai ahora no podía más que pensar de forma desordenada su situación actual; pero a la larga el mismo cansancio más la enfermedad no lo dejaron pensar más, y tras terminar la avena que se había prácticamente obligado a comer, volvió a hundirse en la cama, pensando sólo en senpai, visualizándolo en su mente, deseando que volviera.

Al abrirse la puerta, senpai pudo ver ese gran bulto en su cama, y pudo notar cuánto le era agradable el verlo, tener la seguridad de que Morinaga estaba en su cama al salir de la habitación, y verlo como lo dejó al entrar, era extraño… era como si fuera una cosa que le pertenecía, pero una cosa que aun siendo cosa, era lo más preciado, más que una persona… una persona incluso querida.

Sé acercó, sólo entonces pudo notar el rostro de Morinaga, hundido otra vez entre las cobijas. Senpai lo observó un momento mientras aún cargaba una bandeja con pastillas y una pequeña botella de agua. Morinaga entreabrió los ojos, había esperado a sentir la mirada de senpai para hacerlo, aunque antes ya había sentido la puerta abriéndose. Senpai reaccionó de inmediato, desviando su torpe mirada, escapando de la de Mori dejando la bandeja en el velador, cuánto desearía que Morinaga durmiera eternamente, así todo sería más fácil, así podría mirarlo sin problemas, sin tener que dar explicaciones que no entiende.

- d-debes tomar tu medicina, ya es hora… - tartamudeó senpai, sacando las pastillas de sus embases. Parecía algo molesto aún, pero más bien estaba avergonzado, se había dado cuenta de muchas cosas esa mañana, y esperaba tontamente que Morinaga no lo hubiera hecho, ¿estaría pensando en las palabras antes dichas? ¿lo increparía? ¿qué iba a decir, si las palabras antes dichas fueron tan claras, a pesar de ser tan evidentemente insanas…?

- gracias… - susurró Morinaga, aún oculto entre las frazadas, parece que había vuelto la fiebre, bastaba agitarse un poco, aunque fuera emocionalmente para que se debilitara otra vez. Eso lo salvó de pensar, pero aún sentía, sentía que estaba atrapado en esa cama, y el estar débil sólo causaba una resignación en él ante el egoísmo de senpai, aceptando todo de él, sus tontos celos, su personalidad sorpresivamente posesiva, y el ser tan fácilmente avergonzadle de él y de sí mismo.

- ah… sí… - repitió senpai, sentándose a su lado de forma inconscientemente natural, y suspirando aliviado de que Morinaga no lo hubiera encarado. Le ofreció las pastillas, y Mori se enderezo un poco, perezosamente - te sientes mal? Volvió tu fiebre? – una reacción aún más natural hizo que senpai se preocupara al notar el rostro sonrojado y ojos brillantes de Morinaga. Pero por debajo, un tum tum perverso nacía al verlo tan débil, cálido y sonrojado.

- p-parece… - respondió cortadamente Morinaga, y tras tragar con algo de dificultad las 2 pastillas de la mañana preguntó, como si el agua bebida hubiera aclarado un poco su mente – cómo te fue… con la llamada? – Morinaga se había vuelto a acostar del todo otra vez, y se tapó hasta el cuello mientras miraba a senpai relajadamente; era como si el haber pasado una noche más una mañana a su lado hubiera logrado una convivencia perfecta en esa cama ahora compartida, como si la hubieran compartido hace mucho tiempo, como si fuera algo normal.

- ah… sí – senpai desvió la mirada dejando la botella en el velador, ya era su nueva técnica disimularlo haciendo una tarea, siendo una forma de disimulo para no ser tan brusco con Morinaga; ya que no podía evitar desviar la mirada al sentirse algo turbado (que era casi siempre al estar con Morinaga) al menos podía hacerlo de forma no tan frontal, para no lastimarlo. – el profesor Fukushima quiere verte cuando te mejores…

- Fukushima sensei? – preguntó Morinaga, pestañando lentamente, parecía que había repetido ese nombre sólo para trabajar su cabeza un poco más.

- sí… - senpai  lo miró, como queriendo analizar su reacción, aunque no debía temer nada, siquiera Morinaga sabía lo que había pasado antes, que sensei lo había traído en su automóvil y Yamagushi… ¿pero por qué senpai no se lo decía? ¿lo estaba ocultando? No, no era eso… simplemente no había habido oportunidad de hacerlo… o… “no tiene por qué saberlo…” senpai se dio cuenta que quería ocultarlo todo incluso al propio Morinaga, pero por qué? - ……. – se estuvo en silencio, bajó la mirada, dejando ir una oportunidad perfecta para contarle a Morinaga lo ocurrido el día anterior, pero si lo hacía… era también acabar contándole lo de Yamagushi, algo que siquiera podía pensar, que no quería recordar, pero… ¿debía decirlo? lo mejor tal vez era avisar a Morinaga, porque tal vez… en el futuro…

Pero no pudo seguir pensando, la mano de Morinaga tocaba su brazo, que senpai no había notado pero que ya estaba tenso, como el resto de su cuerpo al pensar tales cosas.

- estás… bien? – preguntó Morinaga, suspirando un poco, parecía que se le cerraban los párpados, ya quería volver a dormir.

- eh… s-sí… - senpai volvió a desviar la mirada, ahora no pudo evitar hacerlo de forma tan evidente, pero Morinaga ya estaba medio dormido para notarlo.

- siento… - susurró adormilado – lo de antes… no volveré a hacerlo… - se le cerraban los ojos, su voz era arrastrada y suave, senpai adivinó que su aliento era cálido, y volvió a mirarlo… estaba sonrojado, con su cabellera revuelta, sólo podía verle el rostro y su mano luchando por mantener su manga sujeta. Senpai igualmente adivinó lo cálido que debía estar su cuerpo bajo esas frazadas, lo suave y lo pesado de su cuerpo respirando delicadamente pero a la vez profundo – me quedaré… aquí...

Senpai abrió sus párpados sorprendido, ¿esas palabras querían decir que Morinaga aceptaba lo que antes había dicho? Sí lo había oído, sí lo había pensado, ¿o era sólo su somnolencia la que hablaba?

- Mo-Morinaga… - senpai se había sonrojado, pero extrañamente quería oír más a Morinaga, aun si en el último tiempo siempre prefería tenerlo dormido, en ese momento lo quería despierto, aunque sea medio consiente, no se cansaba de escuchar esas palabras – Mori… - pero no podía exigirlo, le apenaba demasiado, no sabía si era su orgullo, no sabía si era vergüenza, o incluso miedo a su propio deseo, a ser consciente del gusto de saberse poseedor de Morinaga.

- nññ… – se removió un poco Morinaga, entreabrió sus ojos ante el llamado, miró a senpai, que aún lo miraba fijo absorbiendo su aspecto cansado, y ahora su mirada brillante y casi perdida – ven… - presionó sus dedos en la manga de senpai, que se habían soltado al cerrar sus ojos – aún… es muy temprano… vuelve a la cama…

- ….!!! – senpai ahora sí terminó de sonrojarse, sí, era cierto que aún era temprano, podría dormir un poco más pero… sí, podía hacerlo, nada lo detenía ahora, comprendía que lo único que lo podía detener era él mismo, y no perdería ante sí. No tenía nada que temer, Morinaga estaba débil y en su cama, casi dormido, y aunque eso es ya sumamente vergonzoso… a estas alturas, comprende que ya está sumamente perdido en esta extraña relación. - … - senpai no dice nada, y entra a la cama, Morinaga se remueve un poco más, y abraza a senpai, atrayéndolo hacia sí. A pesar de estar casi dormido, Morinaga parece no haber perdido su fuerza, y eso que aún está enfermo. Senpai no se resiste, pero sí se entumece un poco, mira de reojo a Morinaga, su cara está en su mejilla, tan cerca, si senpai volteara sus bocas estarían a milímetros. La calidez de la cama envuelve a senpai junto con los brazos de Morinaga, el olor a su cuerpo dormido lo persuade, se va destensando poco a poco, mientras Morinaga parece acurrucarse en él.

- senpai… - susurra ya casi dormido, senpai ya tranquilo aunque con el rostro algo tenso y completamente sonrojado aún, se atreve a dejarse llevar por un deseo interno y oculto, tal vez animado por la calidez y el aroma a sexo, o simplemente por ver a Morinaga dormido. Y acaricia con una de sus manos temblantes su cabellera suave y revuelta. – mmmnn- reacciona Morinaga, como un animalito, apretando más a senpai en su abrazo, moviendo su rostro para acariciar con él la mejilla de senpai, éste se tensa otra vez, sus labios se tuercen en una extraña expresión indescifrable, mientras sus ojos se mueven nerviosos entre el techo y lo que alcanza a ver del rostro de Morinaga demasiado apegado al suyo. Sus cejas arqueadas, casi temblorosas dejan ver que a pesar de dejarse arrastrar por sí mismo, no puede dejarse al mismo tiempo, dejar de ser él, dejar de ser Souichi Tatsumi, pero eso… no es malo, ¿o sí?

Voltea un poco, siente en su mejilla el respirar de Morinaga, su boca tan cerca de la suya, y nota al moverse apenas un poco la barbilla ya algo áspera de su ayudante. Sí, es un hombre, incluso debe afeitarse más seguido que el propio senpai que es mayor, y aún así se acurruca de esta manera, “abrasando de esta manera…tan embarazoso!” traga saliva, acaricia un poco más su cabellos, como si ya fuera una adicción a pesar de haberlo probado una sola vez, y los dedos de Morinaga se mueven un poco en la cintura de senpai, como si aún dormido su cuerpo quisiera acariciarlo.

El silencio, parece que Morinaga está dormido del todo, y tan rápido. Senpai espera unos minutos más, y voltea lentamente, como si fuera un secreto, como si en realidad no quisiera hacerlo. No sabe por qué lo hace, por qué quiere ver a Morinaga tan de cerca, por qué quiere analizar su rostro exhaustivamente, incluso quiera tocar su piel, sentirla, como si estuviera explorando algo desconocido a pesar de haber sentido a Mori tantas veces, pero es cierto, sólo estos días senpai en verdad ha visto a Morinaga, y lo ha tocado con conciencia, como si fuera algo nuevo para él sólo por haberlo concientizado, sólo por haberse sincerado consigo mismo siente a Morinaga de verdad.

Mira cada detalle de ese rostro tan cercano al suyo, cada bello de sus cejas, y cada punto de su barbilla áspera, sus párpados tan estirados al estar cerrados, dormidos, lo hace pensar en la palabra claridad. Sí, es un hombre, ve ahora lo ancha que es su mandívula por esa barbilla gris; pero puede notar que a pesar de que sus labios son finos como los de cualquier hombre, como los de él mismo, son carnosos también, como levantados, hay una pequeña abertura por ellos y senpai puede escuchar uno que otro suspiro en su respirar. Sí, es un hombre, pero no sería Morinaga si no lo fuera.

Senpai se voltea un poco más, su cuerpo se mueve sólo para quedar cara a cara con Morinaga, el cuál encierra más su abrazo en el cuerpo de senpai. Ahora puede verlo más aún, su cuello suda un poco, brilla; su manzana de adán es más grande que la suya, pero no sabe por qué le resulta curiosa, no puede dejar de verla, podrá ser que en ella se ve su respirar, se mueve lentamente cada vez que Morinaga exhala tan lentamente. Su piyama entreabierto le muestra parte de su pecho igualmente sudoroso por la fiebre, también se mueve en ese vaivén de su respirar, tiene una piel delicadamente morena, ¿tal vez por eso se ve más grande? No, es simplemente más grande que él, piensa senpai, recorriendo con su mirada sus hombros y pecho, se nota su espalda ancha a pesar de estar así, acurrucado a su lado. Pero no puede ver más, su campo de visión se acaba con sus hombros, el resto de su cuerpo está completamente envuelto por las cobijas junto a su propio cuerpo, y a senpai sólo le queda por notar lo pesado de los brazos de Morinaga que lo aprisionan suavemente, brazos grandes que pueden ser tan suaves…

“¿Qué me pasa…?” se pregunta senpai, sin dejar de ver el rostro de Morinaga que parece completamente dormido. El mismo senpai ya está relajado, no se había dado cuenta cuánto sueño tenía… sus ojos adormilados recorren otra vez los contornos de la cara de su ayudante, sus ojos cerrados, sus mejillas y sus labios, sus labios… tienen un leve color rojizo por la fiebre, y senpai nota cómo no puede dejar de mirarlos. Y al fin sus manos reaccionan, estaban quietas hasta entonces apegadas a su propio cuerpo, como paralizadas a pesar de estar ya relajadas, pero ahora se mueven, tocan a Morinaga y senpai siente cómo apenas las puntas de sus dedos tocan ese cuerpo caliente casi apegado al suyo, una electricidad lo recorre como un escalofrío interno que no lo hace temblar pero sí lo remueve por dentro. Una de las manos de senpai se coloca en uno de los costados de Morinaga, en su cintura, senpai nota que Mori a pesar de ser tan grande es delgado pero no se atreve a recorrerlo, se mueve tan despacio, aún siente que hace algo secreto, secreto para él e incluso para el propio Morinaga. Mientras, la otra mano se senpai, igualmente despacio se desliza por las frazadas, saliendo de ellas para tocar el pecho de Morinaga, lentamente, sólo yema punta de sus dedos, y el sonrojo de senpai aumenta porque es demasiado consciente de lo que quiere y desea, de lo que hace, no está tan medio dormido y no puede autoengañarse más, no quiere. Su boca cerrada en un extraño puchero tiembla, sus cejas se arquean como si estuviera enfadado, un último dejo de su pobre orgullo, y sus ojos brillantes entrecerrados recorren el cuerpo de Morinaga como quisiera hacerlo sus manos que no se atreven. Y la mano de su pecho se mueve, ¿eso es una caricia? No lo sabe, nunca ha acariciado, y es tan sutil el movimiento, Morinaga sigue dormido ya profundamente; los dedos de la otra mano de senpai se estiran aferrando delicadamente la carne de Morinaga en sus dedos, los aprieta delicadamente, los mueve como si así saboreara su carne bajo su piyama.

Los dedos en el pecho de Morinaga se presionan contra su carne caliente, siente en ellos la dureza de los huesos de su pecho, deslizando sus dedos lentamente, temblando un tanto, abajo, más abajo, llegando a su piyama entreabierto y abriéndolo un poco más, mostrando lo que antes no lo dejaba ver, nuevo sudor, más carne caliente, y un nuevo olor llega a senpai, uno más fuerte, más Morinaga. Senpai mira su rostro, su propia cara tiembla pero Morinaga sigue dormido, suspirando, su boca se a entreabierto un poco más, y senpai lo ve temeroso, en verdad siente que hace algo así como una maldad, después de todo, Morinaga no sabe lo que le está haciendo, aunque sea sólo mirar y… tocarlo un poco. Pero él dijo que era suyo, que lo amaba, que no se iría “debería… poder hacer lo que quiera…” pestañea un tanto senpai, aumentando su sonrojo, no tiene la mente clara, todo se nubla al sentir a Morinaga, y vuelve a mirar su propia mano en su pecho, arquea más sus cejas como si se hubiera aumentado un enfado en realidad inexistente. Su mano ahora se mueve hacía un lado, deslizándose fácilmente por el sudor de ese pecho, que se mueve lentamente al respirar, y ahora los dedos sienten esa piel al moverse un poco hacia arriba sintiendo los huesos de la clavícula, son grandes, todo ese cuerpo es tan grande, y el espacio para tocar tan pequeño, las manos de senpai cosquillean queriendo tocar todo ese cuerpo con toda su mano, con toda la palma y sus dedos contra la carne caliente y sudorosa. El cosquilleo llega a su boca, a su lengua y su paladar, no sabe qué significa, sólo está perturbado por todo lo que siente, por esas ganas de… no sabe, no sabe qué es lo que quiere, sólo sentir a Morinaga, pero no tiene idea de qué significa eso, cómo hacerlo, qué quiere hacer, o teme pensarlo…

Y sus labios, se han entreabierto un poco más, senpai traga saliva, sin poder dejar de mirar esos labios que parecen un poco más rojos que antes, ¿ha aumentado su fiebre? Sus manos están en su cuerpo, sus dedos estirados y su palma pegada a su carne… sus labios, la mandíbula de senpai tiembla, sabe casi racionalmente lo que quiere hacer, y mira los ojos de Morinaga, siguen cerrados, su rostro sigue igual de tranquilo como si fuera un muñeco, como si eternamente durmiera sin poder saber lo que senpai hace, lo que hará, es tan cómodo para senpai tener a un Morinaga así… ¿ya lo sabría éste?

Senpai se acerca, lentamente, con miedo, como un pequeño animalillo encaprichado con su depredador. Pero se detiene, mira otra vez los ojos cerrados de Morinaga, y siente su suave respirar chocar contra su boca, sí, sigue dormido. Se acerca un poco más, es un movimiento más lento que el de antes, su mente está nublada pero sabe lo que está haciendo, no puede evitar saberlo. Sus labios se han entumecido a pesar que sabe lo que va a hacer, es inevitable, la realidad le pesa demasiado, aunque sabe lo que va a hacer, lo que quiere hacer no puede evitar temblar, aún si Morinaga está dormido.

Vuelve a parar, ahora tiembla del todo y teme despertar a Morinaga por su cuerpo tiritón más que con el beso que intenta robarle “…....” Su mente no piensa en nada, y es sólo esa combinación de deseo y miedo lo que lo mueve, mira fijamente a Morinaga una vez más, se pasea varias veces su mirada desde la boca de su ayudante hacia sus párpados cerrados como un tonto preludio a lo que sabe que desea hacer y lo hará. Y se acerca otra vez, apretando los dientes en su boca entumecida, pestañeando varias veces con su ceño fruncido. Se ve histérico, es como si su deseo lo obligara a hacer algo de lo que ni él mismo está preparado. pero sigue avanzando, sus labios a milímetros de los de Morinaga, senpai estira sus labios que logran rosarse con los de Morinaga, haciéndole sentir su aliento al respirar, mientras senpai aguanta su propia respiración. Pero se aleja, tontamente vuelve a mirar los ojos cerrados de su ayudante y su cara apacible como hasta ahora. Senpai vuelve a pestañear “¡soy un idiota!” se dice sin pensar en realidad, y se relame sus labios recorridos ahora por una suave electricidad, sepnai no se ha dado cuenta que sus manos están apretando el piyama de Morinaga celosamente. Y un segundo beso, si se le puede llamar beso a ese rose fugaz pero suave, y vuelve a mirarlo una última vez, y entonces cierra los ojos mandando todo al diablo, diciéndose que ya no importa nada, que ya está perdido de todas formas, que aceptaría ser víctima de Morinaga y de él mismo, y lo besa, ahora sí un beso de verdad, sus labios completamente pegados a los de Morinaga, entreabiertos ambos dejándoles combinar la humedad de los otros labios con los suyos. Morinaga no hace nada, está en verdad dormido y aunque la brusquedad de senpai lo ha removido más de la cuenta, el resfriado no lo deja despertar aun si le cuesta respirar con senpai en su boca.

Pasan unos segundos en ese beso brusco y torpe, senpai está completamente perdido en él, con su mente nublada a pesar de no moverse ni un poco de esa presión. Pasan más segundos y senpai se separa un poco, aún con la mente nublada pero consciente de lo hecho y del tiempo que estuvo en esos labios ajenos pero tan suyos, y aún rosándose abre sus ojos, mira a un Morinaga igualmente dormido como antes, pero ahora tiene los labios más entreabiertos a causa de los propios labios del senpai. Y éste suspira, siente su propio aliento más cálido. Sus dedos se estiran en el cuerpo de Morinaga, y vuelve a besarlo, como si en realidad no se hubiera detenido. Ahora el beso es más profundo, senpai de forma natural se mueve en esos otros labios, masajeándolos con los suyos, presionando y relajando la presión según los deseos de su propio cuerpo.

“No tenía idea… que sabía besar…” pasa ese pensamiento fugaz por su mente, y abre la boca, hace mucho que ya no le importa nada. Sus manos recorren temblando el cuerpo de Morinaga, está perdiendo el control, se siente tan bien ese calor, esa humedad de su cuerpo, de sus labios, es como si su mente se perdiera, como si volara y se alejara, como si se relajara y al mismo tiempo despertara a una excitación ardiente.

- m…nnn… - Morinaga por la falta de aire, se remueve de forma natural, instintiva, queriendo respirar, y al sentirlo senpai da un brinco, temiendo haberlo despertado, como si volviera a la realidad, dándose cuenta de su propia brusquedad ansiosa.

Lo mira con los ojos bien abiertos, Morinaga sigue dormido pero ahora ya no respira tranquilamente sino que da leves jadeos, sus cejas están algo rígidas también… “…..” senpai procesa unos segundos esa imagen, se da cuenta que sus manos tenían rodeado a Morinaga, y que sus piernas se habían enredado a las suyas, retrocede un poco desligándose de él, Morinaga da algún tipo de suspiró y volvió a su respiración pausada, relajó rápidamente su frente, era como si cuerpo se aferrara a un sueño profundo.

Senpai tragó saliva, su cara había vuelto a ponerse histérica, pero no demasiado como antes, de cierta forma, se estaba acostumbrando a sus propios nervios, ya eran tan seguidos… miró a varias direcciones en la nada, sin moverse, y trató de pensar “… qué… qué me pasa?...” agudizó su mente, aferrándose a su razón perdida “debería…dormir” trataba de convencerse de actuar de forma racional, de dejar atrás esos impulsos demasiado intensos, sentía que por ellos estaba perdiéndose a sí mismo, y eso ya lo estaba asustando “dormir! dormir!” sí, por eso estaba en la cama, y volvió a mirar el rostro de Morinaga por una inercia adictiva e irracional, una y otra vez no podía evitar mirarlo; ahí estaba, quieto, tranquilo y cálido, sí… todo iba a estar bien, debía dormir, pero entonces… otra vez sus labios, dios, era como si lo atrajeran, y senpai volvió a nublarse, un beso fugaz, otro nuevamente, y estar en sus labios otra vez, senpai abre los ojos, está en los labios de Morinaga, de pronto todo es calma otra vez, esos labios lo nublan completamente, hacen que se pierda incluso a sí mismo. “¿Qué me pasa con estos labios?” se pregunta a sí mismo, sin querer indagar, las palabras venían a su mente no como si fueran pensamiento sino un sentir. Se acerca un poco más, y sus labios están otra vez en los de Morinaga que respira levemente, dándoles suaves brisas al interior de la boca de senpai. Éste tiene los ojos entrecerrados, se ha vuelto a pegar al pecho de Morinaga, y la calidez lo envuelve “no, tengo que dormir… esto no está bien… él está…” y se separa al fin, baja la cabeza, si vuelve a mirar esos labios se perderá otra vez, se acurruca en el pecho de su ayudante, tan grande y caliente, y el aroma lo envuelve, es todo Morinaga y no queda otro espacio, no queda nada más que ese cuerpo para senpai, y se hunde más, cierra los ojos, quiere dormir pero oye el propio sonido de su corazón tan fuerte, tan agitado, y siendo consciente de eso abraza nuevamente a Morinaga, se apega como nunca a él, se da cuenta que no quiere alejarse ni un poco de su cuerpo, como si ese hubiera sido su lugar desde siempre pero sólo hasta ahora lo sabe, que así está seguro, casi desaparecido en él…

***

Pasan unas horas, entre sueños y sensaciones despiertas, senpai se ha dormido casi profundamente, perdido en Morinaga. Ya son casi las 11:00 de esa mañana algo movida, ellos no hubieran despertado hasta después de las 13:00 de la tarde, si no hubiera…

Pi-pin…pi-pin… (*sonido de timbre*)

- mm… nn… - Senpai se remueve, escucha el sonido pero se niega a despertar del todo, abraza más fuerte a Morinaga que completamente dormido, sigue sin moverse ni un poco.

Pi-pi-pin…pi-pin…

-…. Nnññ…

Pin…pin…

- ahg! Mierda! Está bien! Ya voy! – levanta el torso senpai, y Mori cae a un lado en la cama.

- eh?... qué? qué? – dice abriendo un tanto los ojos, medio dormido aún.

- están tocando la puerta – senpai se había levantado, concentrado en maldecir al que tocaba, casi olvidando a Morinaga, ya casi natural en ese espacio.

- ah… - y Morinaga vuelve a cerrar los ojos, tal parece que no escuchó a senpai, como si no hubiera despertado en realidad.

Senpai sale de la habitación, no se da cuenta de lo normal que fue para él despertar al lado de Morinaga esta vez, está demasiado concentrado en la puerta y el puto sonido del timbre “¡¿quién mierda viene a molestar tan temprano?! ¡Como sea una suscripción los mato!”

Abre la puerta.

CONTINUARÁ

Perdonen otra vez por este horrible atraso, la universidad y la puta vida adulta es jodida (senpai me pegó su violencia xD) seré más constante esta vez, ya que lo he retomado, cuidaré no perder el ritmo!

Comentarios y cartas de muerte a:

shicakane@hotmail.com

O pueden dejarlos en el cuadro de chat o aquí abajito, otra vez, gracias por leer y siento la espera >////<

 

martes, 11 de septiembre de 2012

Lo que lleva mi fic


Hola, cuánto tiempo! Sobra decir que siento mucho el atraso con mi fic de koi suru, ya terminé el capítulo 21 pero quiero hacerle unos arreglos, dentro de esta semana lo subiré.
Sólo quería mostrar la impresión de mi fanfic, en arial 11 hicieron más de 150 páginas que tuve que encuadernar  para ponerme al día en mi propia historia en las pasadas vacaciones de invierno. Me di cuenta que tiene varios detalles que hay que arreglar, pero aún así estoy orgullosa de mí misma, nada mejor que el porno gay con tus personajes favoritos xD
 
Esto era todo, pronto me pondré al día, esto de empezar la vida adulta es jodido, creo que me tomaré uno o dos años sabáticos tras la práctica profesional del próximo año jeje.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Cabeza del amante en una maseta de albahaca (DECAMERÓN)


Hace mucho que leí este libro y también hace mucho quería subir este cuento, pero estaba esperando que una amiga terminará un dibujo que le encargué para este relato (¡muchas gracias!). Así que junto con él aquí la cuarta jornada del capítulo quinto del Decamerón, espero que disfruten esta triste historia, que junto con otras, son excepciones del estilo erótico y gracioso de esta gran obra. (El resumen de este relato está más adelante en cursivas, es parte de la obra).

 
Capítulo Quinto de la Cuarta Jornada del Decamerón

Los hermanos de Isabetta matan a su amante, éste se le aparece en sueños y le muestra dónde está enterrado, ella ocultamente le desentierra la cabeza y la pone en un tiesto de albahaca y llorando sobre él todos los días durante mucho tiempo, sus hermanos se lo quitan y ella se muere de dolor poco después.

Terminada la historia de Elisa y alabada por el rey durante un rato, a Filomena le fue ordenado que contase: la cual, llena de compasión por el mísero Gerbino y su señora, luego de un piadoso suspiro, comenzó:

- Mi historia, graciosas señoras, no será sobre gente de tan alta condición como fueron aquéllas sobre quienes Elisa ha hablado, pero acaso no será menos digna de lástima; y a acordarme de ella me trae Mesina, ha poco recordada, donde sucedió el caso.

Había, pues, en Mesina tres jóvenes hermanos mercaderes, que habían quedado siendo bastante ricos después de la muerte de su padre, que era de San Gimigniano, y tenían una hermana llamada Elisabetta, joven muy hermosa y cortés, a quien, fuera cual fuese la razón, todavía no habían casado. Y tenían además estos tres hermanos, en un almacén suyo, a un mozo paisano llamado Lorenzo, que todos sus asuntos dirigía y hacía, el cual, siendo asaz hermoso de persona y muy gallardo, habiéndolo muchas veces visto Isabetta, sucedió que empezó a gustarle extraordinariamente, de lo que Lorenzo se percató y una vez y otra, semejantemente, abandonando todos sus otros amoríos, comenzó a poner en ella el ánimo; y de tal modo anduvo el asunto que, gustándose el uno al otro igualmente, no pasó mucho tiempo sin que se atrevieran a hacer lo que los dos más deseaban.

Y continuando en ello y pasando juntos muchos buenos ratos y placenteros, no supieron obrar tan secretamente que una noche, yendo Isabetta calladamente allí donde Lorenzo dormía, el mayor de los hermanos, sin advertirlo ella, no lo advirtiese; el cual, porque era un prudente joven, aunque muy doloroso le fue enterarse de aquello, movido por muy honesto propósito, sin hacer un ruido ni decir cosa alguna, dándole vuelta a varios pensamientos sobre aquel asunto, esperó a la mañana siguiente. Después, venido el día, a sus hermanos contó lo que la pasada noche había visto entre Isabetta y Lorenzo, y junto con ellos, después de largo consejo, deliberó para que sobre su hermana no cayese ninguna infamia, pasar aquello en silencio y fingir no haber visto ni sabido nada de ello hasta que llegara el momento en que, sin daño ni deshonra suya, esta afrenta antes de que más adelante siguiera pudiesen lavarse. Y quedando en tal disposición charlando y riendo con Lorenzo tal como acostumbraban, sucedió que fingiendo irse fuera de la ciudad para solazarse llevaron los tres consigo a Lorenzo; y llegados a un lugar muy solitario y remoto, viéndose con ventaja, a Lorenzo, que de aquello nada se guardaba, mataron y enterraron de manera que nadie pudiera percatarse; y vueltos a Mesina corrieron la voz de que lo habían mandado a algún lugar, lo que fácilmente fue creído porque muchas veces solían mandarlo de viaje. No volviendo Lorenzo, e Isabetta muy frecuente y solícitamente preguntando por él a sus hermanos, como a quien la larga tardanza pesaba, sucedió un día que preguntándole ella muy insistentemente, uno de sus hermanos le dijo:

- ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué tienes que ver tú con Lorenzo que me preguntas por él tanto? Si vuelves a preguntarnos te daremos la contestación que mereces.

Por lo que la joven, doliente y triste, temerosa y no sabiendo de qué, dejó de preguntarles, y muchas veces por la noche lastimeramente lo llamaba y le pedía que viniese, y algunas veces con muchas lágrimas de su larga ausencia se quejaba y sin consolarse estaba siempre esperándolo.

Sucedió una noche que, habiendo llorado mucho a Lorenzo que no volvía y habiéndose al fin quedado dormida, Lorenzo se le apareció en sueños, pálido y todo despeinado, y con las ropas desgarradas y podridas, y le pareció que le dijo:

- Oh, Isabetta, no haces más que llamarme y de mi larga tardanza te entristeces y con tus lágrimas duramente me acusas; y por ello, sabe que no puedo volver ahí, porque el último día que me viste tus hermanos me mataron.

Y describiéndole el lugar donde lo habían enterrado, le dijo que no lo llamase más ni lo esperase. La joven, despertándose y dando fe a la visión, amargamente lloró; después, levantándose por la mañana, no atreviéndose a decir nada a sus hermanos, se propuso ir al lugar que le había sido mostrado y ver si era verdad lo que en sueños se le había aparecido. Y obteniendo licencia de sus hermanos para salir algún tiempo de la ciudad a pasearse en compañía de una que otras veces con ellos había estado y todos sus asuntos sabía, lo antes que pudo allá se fue, y apartando las hojas secas que había en el suelo, donde la tierra le pareció menos dura allí cavó; y no había cavado mucho cuando encontró el cuerpo de su mísero amante en nada estropeado ni corrompido; por lo que claramente conoció que su visión había sido verdadera. De lo que más que mujer alguna adolorida, conociendo que no era aquél lugar de llantos, si hubiera podido todo el cuerpo se hubiese llevado para darle sepultura más conveniente; pero viendo que no podía ser, con un cuchillo lo mejor que pudo le separó la cabeza del tronco y, envolviéndola en una toalla y arrojando la tierra sobre el resto del cuerpo, poniéndosela en el regazo a la criada, sin ser vista por nadie, se fue de allí y se volvió a su casa.

Allí, con esta cabeza en su alcoba encerrándose, sobre ella lloró larga y amargamente hasta que la lavó con sus lágrimas, dándole mil besos en todas partes. Luego cogió un tiesto grande y hermoso, de esos donde se planta la mejorana o la albahaca, y la puso dentro envuelta en un hermoso paño, y luego, poniendo encima la tierra, sobre ella plantó algunas matas de hermosísima albahaca salemitana, y con ninguna otra agua sino con agua de rosas o de azahares o con sus lágrimas la regaba; y había tomado la costumbre de estar siempre cerca de este tiesto, y de cuidarlo con todo su afán, como que tenía oculto a su Lorenzo, y luego de que lo había cuidado mucho, poniéndose junto a él, empezaba a llorar, y mucho tiempo, hasta que toda la albahaca humedecía, lloraba. La albahaca, tanto por la larga y continua solicitud como por la riqueza de la tierra procedente de la cabeza corrompida que en ella había, se puso hermosísima y muy olorosa.

Y continuando la joven siempre de esta manera, muchas veces la vieron sus vecinos; los cuales, al maravillarse sus hermanos de su estropeada hermosura y de que los ojos parecían salírsele de la cara, les dijeron:

- Nos hemos apercibido de que todos los días actúa de tal manera.

Lo que, oyendo sus hermanos y advirtiéndolo ellos, habiéndola reprendido alguna vez y no sirviendo de nada, ocultamente hicieron quitarle aquel tiesto. Y no encontrándolo ella, con grandísima insistencia lo pidió muchas veces, y no devolviéndoselo, no cesando en el llanto y las lágrimas, enfermó y en su enfermedad no pedía otra cosa que el tiesto. Los jóvenes se maravillaron mucho de esta petición y por ello quisieron ver lo que había dentro; y vertida la tierra vieron el paño y en él la cabeza todavía no tan consumida que en el cabello rizado no conocieran que era la de Lorenzo. Por lo que se maravillaron mucho y temieron que aquello se supiera; y enterrándola sin decir nada ocultamente salieron de Mesina y ordenando la manera de irse de allí se fueron a Nápoles.

No dejando de llorar la joven y siempre pidiendo su tiesto llorando murió y así tuvo fin su desventurado amor; pero después de cierto tiempo, siendo esto sabido por muchos hubo alguien que compuso aquella canción que todavía se canta hoy y dice:

Quién sería el mal cristiano
que el albahaquero me robó, etc.

FIN