Fanfic Koi Suru Bou Kun

Proyecto Challengers!

miércoles, 22 de mayo de 2013

Cap 25: fanfic de The Tyrant Who Fall Love / Koi suru Bou kun ¡estoy viva!


Gracias a los seguidores que han esperado este capítulo, sobra decir que tengo mucho trabajo con esto de la práctica y no es que no tenga en absoluto algo de tiempo (aunque eso es algo cercano a la realidad de hace  unas semanas) sino que apenas tengo algo de tiempo libre prefiero honestamente dormir o limpiar mi abandonada casa (hasta vino mi madre a ayudarme un tiempo, eso demuestra que estaba grave xD). Pero en fin, gracias a kamisama he bajado por fin el ritmo aunque estaré algo ocupada hasta mediados de julio, espero poder dejar para trabajar sólo las mañanas, ¿no sería estupendo? El próximo cap será pronto, cuidaré no dejar el hilo ahora que lo retomé, y siento si está imperfecto, a pesar de eso espero que les guste.
Nuevamente gracias por la espera, el ánimo y las amenazas de muerte xD y espero seguir un ritmo de vida más saludable lo que quede del semestre ¡último semestre universitario y me titulo en noviembre wiwiwiw! Pero ni loca trabajaré a este ritmo, no necesito ni quiero matarme por dinero.

***

Senpai abre despacio los ojos al no sentir el beso que sentía venidero. Morinaga está ahí, tan cerca, siente su respiración chocar contra su boca, su boca, sus labios; las cejas contraídas de senpai se unen al temblor de su cara, sus ojos alterados pestañean rápidos una y otra vez viendo los labios de Morinaga. “¿Qué si esto está bien? Idiota, claro que no lo está pero… no puedo hacer nada…”.
Y lo besa.
Cap 25

Fue un choque brusco, si no fuera porque los labios de senpai estaban tan levantados para presionar contra los de Morinaga, seguro se hubieran chocado los dientes. Recordaba éste a ese beso que una vez también por un acto impulsivo de excitación le dio una noche, en ese hotel tras perder su casa por el fuego, con esa idea se tranquilizaba senpai, ese día había sido un infierno, Morinaga casi había muerto y había perdido su hogar y puesto en peligro a su hermana; sí, ese día estaba con la guardia baja, no era consciente de lo que hacía, por eso su cuerpo sólo reaccionó. Pero ahora, ahora él era consciente de su propio deseo, de su propia excitación, por eso había apretado los ojos, por eso se había arrojado a los labios de Morinaga aún si no se atrevía a moverse demasiado en ellos, sólo una fuerte presión, casi desesperante, mientras sus manos temblantes se aferraban con desesperación a los costado de Morinaga, en su cintura, apretando su sudado piyama.
Por su parte Morinaga había recibido ese beso de forma relajada, tal vez era el cansancio o tal vez era al fin esa seguridad en las acciones de senpai que tanto había esperado por estos largos 5 años, seguridad de que era suyo, y él de senpai, el sentimiento de ser deseado por senpai, de tener esa seguridad, era lo que más había deseado sobrepasando incluso su propio deseo hacia él, una locura.

Envolvió a senpai entre sus brazos, rodeando su cintura y enredando sus dedos en sus cabellos, movió entonces los labios ante la presión estática y nerviosa de senpai, y éste contestó con tanta pasión que Morinaga entreabrió los ojos perturbado, y vio a senpai, con ojos sufrientes, cejas contraídas y un sonrojo ardiente en su rostro, moviendo sus labios con tanta velocidad en los calmados labios de Morinaga que sólo quería disfrutar del momento, pero senpai sentía una urgencia, una horrible urgencia por sentir más a Morinaga, más más más, no podía pararlo, necesitaba tomarlo ¿qué era esa extraña sensación tan desgarradora? Era como si ese deseo que siempre lo había seguido, el no querer que Morinaga se alejara de él se hubiera materializado físicamente en su cuerpo, no alejarse de él, estar pegado a él, ser suyo y hacerlo de él, suyo, suyo, tenerlo en él.
- nnhh… ah… senpai… - Morinaga se estremecía, nunca había sentido a senpai así, aunque siempre había respondido de alguna manera a sus besos, uniendo sus labios a los suyos aún si no los movía por sí mismo, sino que seguía los movimientos que Mori hacía, los seguía, y a veces, sólo a veces y normalmente en el orgasmo, los movía de forma desordenada, desesperante… pero ahora, ahora era así, ahora senpai reaccionaba tan bien, respondía tan bien, era tan egoísta en sus labios que Morinaga no podía más que temblar y ponerse nervioso, tan torpemente como nunca le había pasado, él, que siempre era el que doblegaba a senpai ahora se estremecía por el simple hecho de que éste contestara, de que éste lo besara con pasión; era el amor, era tanto para su cuerpo el sentirse deseado, el sentirse amado, no podía más que estremecerse.

Pero de pronto, un mayor estremecimiento lo envuelve en medio de ese delirio, los dedos de senpai se movían ¡se movían en él! ¡Torpes, seguro inconscientes pero se movían en él!, no sabía si eso era una caricia, pero sus dedos que normalmente se mantienen estáticos apretando su carne, ahora se agitaban en el pequeño espacio donde había posado sus manos, ¿eso era una caricia? ¿podía creerlo? Se movían, lentos y apretados contra su piyama. Morinaga abrasa más fuerte a senpai, suspira en su boca y éste también… y de pronto Mori no puede evitar dar un brinco, sí, un brinco, aun si su boca no puede librarse de la senpai, brinca al notar que sus dedos se deslizan nerviosos debajo de su piyama, tocando su espalda, la piel de su espalda.
- se-senpai?

Pero éste no hace caso, pareciera que quería devorar su boca.

“Sí…, senpai… quiere hacerlo…”
Pero Morinaga estaba nervioso, algo lo incomodaba en ese momento, o tal vez simplemente le había invadido una tonta y extraña timidez ante la sorpresiva actitud activa de senpai, aún si temblaba también.

- se-senpai… nn… es…espera… - suplicaba en sus labios Morinaga, no se atrevía a parar sus labios porque los propios no podían parar de responderles tampoco.
Senpai simplemente no oía, el deseo era tan grande que toda su mente se había nublado. Había llegado al éxtasis completo, porque ahora sabía y sentía que Morinaga era suyo, que lo tendría para siempre, y esas ideas lo enloquecían, era más fuerte que él mismo, lo esclavizaban para esclavizar a Morinaga en él.

- nn! Se-senpai! Esp-espera! - entre estremecimientos Morinaga sostiene las manos de senpai que estaban en su cintura, subiendo torpes y temblantes (y medias inconscientes xD) hacia su espalda.
Senpai al fin hable los ojos, vacíos un momento, como si su naturaleza humana se hubiera esfumado… pero volvieron  brillar al segundo y más que nunca. La conciencia, la horrible conciencia volvió a su mente, y se vio ahí, con Morinaga apegado a él, con sus manos contraídas en las manos nerviosas de su ayudante. ¿qué estaba haciendo? ¿qué había hecho? ¿qué era esa horrible excitación…? no, no era eso, más bien era una desesperación desgarradora, una ansiedad que le aplastaba el pecho, un ardor infernar desde su entrepierna a su corazón nublando su mente…

- eh? - Sabía lo que había hecho, lo que hizo y lo que quería hacer, continuar… bajó la mirada, dios, que horrible, por qué lo desea? ¿Por qué tanto, incluso hasta este punto? Fugazmente volvió a desear que Morinaga estuviera inconsciente, eternamente dormido en su cama, como si fuera un muñeco, sí… no ver su mirada aún si fuera enamorada, no oír sus palabras aún si son amables, verdaderas… que fuera un muñeco… para que pudiera guardar este horrible secreto, este horrible deseo… podría entonces hacer lo que quisiera….
- es que… jeje - Morinaga sonrojado trataba de sonreír, también estaba muy excitado y apretaba las manos de senpai, ya se estaba casi arrepintiendo de haber interrumpido tan alentadora reacción por parte de su senpai pero… era demasiada la vergüenza, estaba incomodo porque - es que… quisiera tomar un baño - y sonrió tontamente.

- ah? - senpai lo miró, por supuesto que no se esperaba ese comentario, aunque en realidad no se esperaba ninguno, pero sin embargo, fue suficiente esa extraña frase para sacarlo de ese ciclo vicioso de pensamientos oscuros y volver un poco a sus cabales, si bien siempre manteniendo el sonrojo y el temblor en su rostro.

- bueno… - Morinaga paseó su vista por el cuarto, parecía realmente apenado - no he podido bañarme adecuadamente en días… es vergonzoso - y apretó los ojos agachando un poco la cabeza.

5 segundos que parecieron un minuto fue el silencio que senpai le dio a Morinaga mientras le veía con una cara escéptica… Morinaga por su parte estaba realmente avergonzado, era cierto que se había lavado cada vez que había podido cuando iba al baño pero eso no quitaba el hecho de que su cabello estuviera ya opaco, y su cuerpo estuviera enteramente sudado… y sin contar las eyaculaciones que había tenido inesperadamente esos días también, en su cuerpo yacían fluidos de senpai y de él mismo, el sólo hecho de pensarlo lo avergonzaba muchísimo.
- to-tonto! - dijo senpai de pronto igualmente avergonzado - e-estás enfermo, es obvio! …. - su mueca se desfiguró, sus ojos se desviaron y bajó un poco la cara, otra vez esos extraños pensamientos venían a su mente… sí, Morinaga estaba sucio, él mismo lo había ensuciado… recordó cuando se corrió sobre él, podía ver nuevamente ambos penes juntos, frotándose hasta el dolor, y el rostro temblante de Morinaga, su vientre manchado…

Pero era verdad que senpai… el olor a Morinaga… esos días en su cama… le había gustado, era una locura pero, aunque Morinaga haya estado enfermo todos esos días, aunque haya estado sucio, manchado… el aroma de su cuerpo era embriagante, era como si su olor natural se hubiera cargado mucho más en su cuerpo sudado ¡debía estar loco! y aunque senpai no pensaba literalmente con estas palabras en su mente, lo sentía, lo sabía, eran estos sus pensamientos, era ese su deseo.
“El aroma de Morinaga…” se estremeció.

- pero… sigue siendo vergonzoso… - Morinaga lo veía de reojo, sin soltar sus manos y con aire casi resignado - eres la persona a la que amo, no quiero que me veas así… yo, también tengo mi orgullo, sabes… - Morinaga hizo algo así como un puchero en su rostro sonrojado.
Senpai lo miró a los ojos, tenía un rostro más alterado de lo que Morinaga esperaba, porque esos pensamientos oscuros seguían en su mente, en su pecho, en su vientre.

La persona a la que ama…
- i-idiota! - pero desvió de inmediato la mirada, era demasiado, ser consciente del todo de sus acciones, de sus deseos, tenía tanto miedo pero el deseo era demasiado grande, no podía pararlo - ¿crees que eso me importa? - una de sus manos se deslizó frenética por la muñeca de Morinaga tomando la manga de su piyama. No le importaban pequeñeces como esas, a estas alturas… pero no, la verdad era, que ahora mismo deseaba a Morinaga así, e incluso… ensuciarlo más de la misma manera que la última vez ¿era esa excitación, ese deseo, consciencia en senpai?

- senpai… - Morinaga se sonroja aún más, pero no es el habitual sonrojo de excitación, no, porque también le brillan los ojos, ve a senpai directamente a su rostro, tan cerca del suyo aún, aunque éste tiene aún la mirada algo esquiva. Las últimas palabras dichas no fueron en realidad románticas, incluso podrían considerarse enfermas, eso lo sabe senpai que entiende el fondo oscuro que las albergaba; pero Morinaga, tiernamente casi inocentemente las confundió con una amorosa consideración, como si senpai lo quisiera a pesar de todo, lo desea a pesar de todo. - senpai… - vuelve a llamarlo, ahora sonriente, sus ojos se han entrecerrado un poco, porque ahora está decidido a hacer el amor con senpai. Éste lo mira de reojo, más sonrojado, con un rostro contraído por la oscuridad de su mente aún latente, lo molesta, le da miedo - soy un idiota. - y sonríe, una sonrisa ya no avergonzada, tampoco en realidad tierna, sino esperanzada, siempre interpreta a favor cada pequeña cosa que dice senpai, pero ahora, ahora puede estar seguro de no equivocarse, de que está en lo correcto, de que entiende a senpai; y no estaba equivocado, era cierto que senpai lo aceptaba sin importar nada. ni su amor obsesivo, sus celos paranoicos, su ninfomanía… pero si supiera… porque también se equivocaba, si supiera la verdad, el porqué senpai lo aceptaba así, si supiera que en realidad era deseo de tenerlo así ¿qué pasaría?
Una sombra de esto cruzó por la mente de senpai, sorprendido ante las palabras de Morinaga que no alcanzó a entender, él bruscamente lo había besado, encerrándolo en un abraso casi desesperado, Morinaga podía ahora liberarse porque senpai lo aceptaba. Y senpai… para senpai fue tan fácil entregarse, tan horrendamente fácil que ni siquiera se dio cuenta; porque deseaba tanto ese abrazo, ese beso brusco, esas manos apretando su ropa deseosas de llegar pronto a su carne. Cerró los ojos, respondió a ese beso como no sabía que era capaz de hacerlo y apretó a su vez el piyama húmedo de Morinaga con sus manos temblantes.

La mente de senpai volvió a nublarse nuevamente, tan rápido, de forma tan acelerada volvía a crecer esa oscuridad en dentro de él… avanzó, obligó a Morinaga a apoyarse contra la pared chochando contra la marquesa de la cama, estaba respondiendo demasiado, estaba siendo tan intenso con Morinaga jalando su piyama, abriendo su propia boca para degustar la suya pero no, no era inconsciencia, él sabía de su desesperado deseo, no pensaba, era cierto, pero ¿quién podía pensar claramente en ese pequeño espacio entre esos dos cuerpo perdidos en sí mismos?. No era inconsciencia, pero tampoco su mente estaba aterrizada en cada acción que hacía, más bien, lo hacía como un animal consciente de sus movimientos y deseos pero no movido por una racionalidad sino por su instinto propiamente animal, por una urgencia carnal; pero curiosamente, lo que había despertado a ese animal irracional había sido lo más humano que existe, lo que diferencia a la humanidad misma de lo animal: el saberse amado, y tal vez, amar.
Los movimientos pasaron de la brusquedad a la violencia, pero no eran violentos como una vez lo fueron en manos de Morinaga, esa vez, en esa horrible velada… no, estos movimientos a pesar de ser violentos eran comprendidos, aceptados, no había una resistencia para ellos y por lo mismo su violencia no era corrosiva, no era malvada.

Senpai casi arañaba la piel de Morinaga en sus carisias bruscas y torpes, nunca había acariciado, nunca de verdad, hasta ese momento habían sido movimientos fugases que no podía llamar carisias; pero ahora se aferraba a ese otro cuerpo, desesperado, queriéndolo hacer uno con él, tenerlo, poseerlo, doblegarlo y doblegarse, y parecía que la única forma de conseguirlo era el sexo ¿cuándo senpai puede ser más honesto, de todas formas?
Morinaga por su parte se había sumergido en ese ritmo, a pesar de tener aún el cuerpo adolorido y ya ni siquiera seguro de si lo que sentía era fiebre o calor del momento, correspondía los besos y carisias bruscas de senpai con una misma brusquedad de vuelta. Lo desnudaba, se desnudaba en medio de ese beso absorbente y húmedo. Sexo, sólo querían sexo porque se amaban hasta ese punto. En la cama, siempre en la cama, ¿para qué más? No necesitaban nada porque ahora se amaban.

Sus penes al erectarse dolieron como una electricidad hacia sus vientres, no lo habían pensado pero habían tenido sexo a lo largo de varios días, se habían corrido constantemente, por supuesto que estaban adoloridos pero seguían duros, podían volver a erectarse ¿qué era aquello que hasta el dolor estimulaba?
Senpai en especial sentía esos latidos dolorosos en su pene junto a ese tipo de hormigueo en su trasero, esas ansias en su vientre de ser presionado y llenado, todo su cuerpo llamaba a la tortura, a apretarse, a ser besado y mordido. Y respiraba… senpai respiraba tan fuerte porque el olor de Morinaga lo emborrachaba, era una droga, y cuando al fin él quedó con el torso desnudo no supo cómo pero se vio apegado a él, con su boca en cuello, con su nariz apretada a su piel, respirándole, apretando sus labios a su carne, podía sentir su sabor salado, podía oler ese aroma cargado de Morinaga, era Morinaga, lo tenía debajo de él, para él, no lo rechazaría nunca, sabía que hiciera lo que hiciera él seguiría amándolo. Y entonces inconscientemente entendió, porque fue su cuerpo el que lo hizo, que podía dar riendas sueltas a esa parte oscura dentro de él, a ese deseo que sintió muy profundo desde la primera vez que tuvo sexo con Morinaga: el deseo profundo y oculto de la intensidad máxima, esa que se encuentra en el horror y el dolor, en el asco y el límite, cuando incluso el placer es sobrepasado.

- ah!...nn!! - Morinaga temblaba, nunca senpai se había aferrado a él así, fuerte, apasionado, ni nunca lo había acariciado tan directamente, nunca había besado su piel o al menos quería creer que eso era un beso. Su pene temblaba ya medio liberado de su piyama, en parte quería entrar en senpai pero por otra parte casi quería huir de aquello, era tan grande el sentimiento y sabía que el dolor también lo iba a ser, estaba adolorido, cansado, ¿por qué estaba tan excitado? Parecía que si senpai lo quisiera él iba estar listo para él siempre, sin importar incluso sus propios deseos o la condición de su cuerpo. Siempre erecto para él, era una locura.
- se-senpai… ya… - decía temblando Morinaga, él mismo deseaba esa tortura.

Entonces senpai con la mente ahora completamente nublada se deshizo de sus pantalones de forma tan brusca que lastimó a Morinaga con su rodilla, pero ninguno de los dos se molestó en eso, era un dolor más sumado al momento.
Ambos entonces quedaron desnudos, senpai con la cabellera suelta y sus lentes otra vez peligrosamente en el suelo, estaban tan apegados que no tenían tiempo de darse cuenta de la brusquedad de ambos, incluso de la sorprendente ansiedad de senpai.

El vientre le ardía, le temblaba, su pene estaba húmero y el interior de su trasero se removía desenado ser llenado por Morinaga. Senpai dio un vistazo fugaz al pene de Morinaga, que lo sostenía con las manos temblando. Estaba tan hinchado, tan rojo y húmedo, pero duro, duro y grande siempre, temblando a su vez, le iba a doler, y Morinaga haría ese hermoso rostro adolorido otra vez, debajo de él a merced suya y sin siquiera luchar por ello. Esa idea ¿o más bien el sentimiento? Fue lo que estaba en la mente de senpai cuando se sentó sobre él.
Morinaga dio una especie de grito ahogado, le dolía y se puso rígido, era como una electricidad que le estaba destrozando el pene y a lo largo del cuerpo.

- nnnhhhggg!! - convulsionó. Pero senpai, senpai por su parte ahogó a su vez un gemido extraño, no, no era dolor, sí, sí lo era pero era tan placentero, era tan increíble lo intenso que era que olvidaba que eso era dolor; su mente se perdió del todo, todo se volvió más fugaz incluso que antes, estaba tan lleno, tan feliz en esa locura, y Morinaga, Morinaga debajo de él, gimiendo, temblando, retorciéndose, lo tenía para él, atrapado en él y no podía huir - se-senpai!
Y lo besó, era suyo, todo, todo su cuerpo suyo siempre para él, ahí estaba, duro, endurecido dentro, todo su aroma envolviéndolo en ese pequeño espacio suyo, para él, siempre dentro llenándolo, no iba a necesitar nada más nunca.

- ahg! Ahh! Nn! - senpai comienza a moverse, pero es un movimiento aniquilador, no era armonioso, era como si estuviera castigando a Morinaga, lo hundía en la cama, y absorbía la visión de él poniéndose más rígido aún, apretando los ojos y gimiendo en su dolor.
- AH! NO! ESPERA! SENPAI! DU-DUELE! - Morinaga había puesto las manos en la cadera de senpai, trataba de alguna manera de detenerlo pero sus manos no le obedecían, no luchaban contra esas caderas bruscas, como el resto de su cuerpo aceptaba ese trato, y su pene a pesar del dolor seguía erecto, cómo podía ser? No era posible seguir duro sintiendo ese dolor! Pero ahí estaba, siendo absorbido por senpai, siendo arañado en su pecho por sus manos, siendo apretada su piel por sus dedos violentos, siendo aplastado por su cadera envuelto completamente por su carne caliente y pesada. Era un placer tan extraño, tan embriagante, el dolor mismo lo nublaba, ya había dejado de ser Morinaga, ya había dejado de amar a senpai, tampoco lo odiaba, simplemente estaba él en su mente, sólo él en su conciencia habiendo perdido la propia; y sólo él en su cuerpo que ya no le pertenecía porque había dejado de ser él, incluso dejado de ser humano para ser pene y sólo carne para esa otra carne, para ser él en él, perdido en él sin consciencia ni identidad, todo se lo había llevado el sexo, su interior, su mente, su consciencia, su pene era lo único que lo aferraba a una realidad y esa realidad era esa sensación que ninguna persona debería sentir, ninguna persona debería entregarse a eso si quiere mantenerse cuerda, mantenerse en su calidad de humano.

Pero él ya se había entregado, ambos, ya lo habían sentido y no había vuelta atrás. Habían probado lo que es entregarse hasta el punto de perderse a ellos mismos. Eso era el verdadero amor, el primero, el último, el absoluto que va más allá del mismo amor, del placer, del sexo, es ser nada en una sensación destructora que no deja simplemente: nada.
Senpai aceleró, probablemente ni él mismo se dio cuenta, había tomado su pene con una de sus manos, se masturbaba brincando sobre Morinaga, como un animal, sólo instinto chocando contra las sensaciones, en busca de más y más intensidad. Murmuraba bajo y entrecortado “no….no….” aunque no oía sus propias palabras como si su mente lo llamara a no inclinarse a esa última sensación aniquiladora, pero el mismo senpai se había perdido, y su cuerpo se movía solo y desesperado, su mano se aceleraba a pesar del dolor, las clavadas, la electricidad quemante, ambos estaban destrozando sus penes pero no podían detenerlo, era simplemente más grande que ellos y sollozando “no” senpai se corrió ¿cuántas veces se había venido en esos días? Su pene adolorido apenas goteo algo de semen, estaba ya vacío por lo que fue aún más doloroso, una clavada atravesó todo su pene ¿cómo describir esa sensación? Si hubiera estado consciente hubiera sentido miedo, miedo de haberse destrozado el cuerpo, de haber despedazado su mente en esa sensación, tanto dolor con cada gota de semen expulsado, pero también quería más, algo tan fuerte no podía terminarse, no, era más grande, más eterno, no podía descender después de haber llegado  ese punto.

Pero cayó, sobre un Morinaga adolorido y temblante, que casi también sollozaba porque sentía que senpai lo estaba matando.
Pasaron unos minutos donde ambos respiraban agitados, temblando, adoloridos. Morinaga abrasaba a senpai con los brazos débiles y temblantes, mientras senpai poco a poco volvía en sí mientras seguía sollozando sin tristeza, envuelto en el aroma tan deseado de Morinaga.

Volvían en sí lentamente, teniendo miedo de todo lo que habían sentido en esos pocos minutos de brusquedad ¿cómo sentir algo así, hasta ese punto? Debían estar locos.
- se-senpai… - lo llamó temblante Morinaga -se-senpai…

Éste se hundió en su cuello, escociéndose de él, pero envolviéndose también en Morinaga.
- senpai… - ahora Mori estaba más sereno, seguía dentro de senpai, seguía con todo ese peso de dolor y locura pero… no se había perdido, también tenía miedo pero estaba seguro de algo… algo que lo ayudaba a resignarse a diferencia de senpai - senpai, yo te amo…

Pasaron unos segundos, senpai no sabía qué hacer, estaba lleno de sensaciones físicas pero eran tan fuertes que era como si su corazón se hubiera entumecido. Seguía sintiendo ese ardor y hubiera querido borrarlo, borrarlo y borrarse de todo, no sentir nada, ojalá pudiera eliminarse ¿por qué no podía mandar todo al diablo? Si hubiera podido dejar de sentir, ser él como un muñeco, no quería ser consciente de nada…
- senpai… - continuó Morinaga, ya respiraba en calma, aunque estaba algo nublado todavía - te arrepientes?...

No, no era eso, es que tenía miedo, tanto miedo, porque se había excitado, se había venido sobre Morinaga absorbiendo con placer demasiado obvio su expresión de dolor y de tortura entregada, porque había hecho y deseado ensuciarlo y herirlo, arañarlo marcando su piel, haciéndole sentir dolor, había querido tenerlo debajo de él, gimiendo de dolor y placer ¿de veras no se arrepentía? ¡quería hacerlo! Pero era tan evidente ese deseo, el sexo!
- u-un poco… - soltó al fin, tratando de centrarse, de aferrarse a la cordura.

- … je - senpai adivinó la sonrisa cansada de Morinaga. Pero no pudo reaccionar ante esta, Morinaga ya se había voltead con él incluido y de pronto senpai estaba abajo, con Morinaga mirándolo cansado, con ese sonrojo tan embriagante - es cierto… yo también, un poco. - lo beso, con pasión inesperada.

Entonces senpai se dio cuenta, Morinaga seguía dentro de él, seguía duro dentro de él.

CONTINUARÁ…. PRONTO de veras, XDDD
Nota: ¿hay alguna buena seguidora que me diga en qué día de la semana están senpai y Morinaga en este cap? xDDD irresponsablemente se me olvidó, pueden pasar tantas cosas (y caps) en unos pocos días!