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domingo, 10 de septiembre de 2017

Copiapó en 133 palabras del Liceo Sagrado Corazón


Copiapó en 133 palabras

Concurso literario

Liceo Sagrado Corazón


Un pequeño y simpático libro del 2015, proyecto (¡concretado!) por parte del Liceo Sagrado Corazón de Copiapó (donde estudié toda mi escolaridad) junto con la Sociedad de Escritores de Copiapó y el Consejo Nacional de las Culturas y las Artes, en el que las estudiantes (y un grupo de apoderados y docentes) compartes sus creaciones literarias siendo premiadas con 1ª a 3ª lugares y sus menciones honoríficas, todas distribuidas en diferentes categorías: infantil, juvenil y adulta.


            Respecto a su forma los relatos no tienen 133 palabras, ojo, xD si no más bien son pequeños relatos si no microcuentos de diferentes temáticas; hay que recordar que en el año de edición de este librito (2015) ocurrió el aluvión en Copiapó, un desastre a nivel regional que se produjo por un desplazamiento de barro como si fuera un tsunami y que además arrastró desechos de minería muy nocivos para la salud, provocando pérdidas de vidas y viviendas, fue un verdadero desastre y Copiapó fue declarado zona de catástrofe varios meses. Es por esta razón que la mayoría de estos escritos habla sobre este tema, las experiencias de estas niñas son realmente impactantes. También de hecho se habla del “Milagro de los 33” un suceso ocurrido el 2010 que se conoció a nivel mundial (¿recuerdan? 33 mineros atrapados durante meses y que lograron salir con vida de forma milagrosa, por supuesto). Acompañado de otras temáticas varias juveniles como el amor <3 o:p="">


            ¿Calidad? Por supuesto que hay relatos interesantes y buenos en cada una de sus categorías, pero sigue siendo un texto de escolares por lo que se colan varias creaciones desarmadas, incluso con problemas de redacción y de ortografía, pero hay que valorar el proyecto concretado. Como profesora sé que es difícil hacer este tipo de cosas y se felicita el haberlo logrado hasta su término.

            Con pocos ejemplares distribuidos es difícil que lo encuentren por ahí, pero está en cada uno de los hogares de las niñas que tendrán el orgullo de saber que ya han publicado, y por supuesto que esto hará que valoren los libros de mejor forma de por vida, lo cual yo creo, fue el fin de esta iniciativa.



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jueves, 7 de septiembre de 2017

Cuando las fotos ya no valen mil palabras

Esta es una entrada reflexiva de parte de mi novio Garlan, compartida por aquí. 


Reflexionar sobre tecnología normalmente nos hace pensar en cosas negativas: personas aislándose, con la narices pegadas a una pantalla pequeña cuando deberían estar interactuando con alguien en frente de él, dependencia del “aparatito”, consumismo, etc. En lo personal ese tipo de comentarios negativos siempre me resbalan. Soy lo que se denomina un “tecnófilo” y por ende soy de los que tienden a ver el lado medio lleno de la memoria RAM. Sin embargo, hay una cosa que ha traído la tecnología que sí me molesta y en sobremanera: las copuchas de redes sociales.

                Lamentablemente la masificación de los aparatos con internet móvil ha producido que los seres humanos trasladen sus pésimas costumbres, que a otrora quedaban relegadas a las barriadas, a las famosas “redes sociales”. La copucha, que antes era gozo de unos cuantos, ahora está al alcance de todos. Solo basta un celular, un par de fotos y una historia sin contexto para poder incitar un linchamiento o “funa” como se le llama actualmente. Y quizás no es esto exactamente lo que me molesta; la copucha (y sus respectivas señoras de edad a las cuales están asociadas) son ya casi una tradición humana, pero sí me parece intolerable lo irreflexivo de quienes participan de estas “funas”, quienes se rascan la urticaria de los dedos en el teclado manifestando su ignorante opinión respecto de un tema que no conocen. Ya son muchos los casos donde he visto que tratan a un hombre de “violador”, a una vieja de “maltratadora”,  a algún tipo de “ladrón”, etc. sin tener siquiera una prueba de lo clamado. Pero el vulgo responde de inmediato. Balan improperios a los malvados como si así solucionaran el problema.

                Honestamente desconozco si existe algún término psicológico para referirse a este tipo de linchamientos modernos, pero ya que básicamente somos el patio trasero de EE.UU. y todas estas cosas son la basura que nos deja su cultura emplearé el término que usan ellos: Virtue Signaling.

                El fenómeno del Virtue Signaling (Señalización de la virtud) consiste en que la gente emite (o mejor dicho hace eco de) opiniones que como sociedad consideramos que son “buenas” a nivel moral o ético, pero no lo hacen porque realmente entiendan el trasfondo moral de lo que dicen ni porque realmente crean lo que predican. Lo importante es simplemente diferenciarse de “el otro”, específicamente de aquel al que linchan. Es una reacción inexplicablemente desesperada por mostrar a los demás como nosotros sí somos diferentes, sí somos “buenos”, no como aquellos que cometen atrocidades, y estas famosas “funas de feis” se alimentan del deseo estúpido de la gente de ser reconocidos como gente en posición de alta moral… aunque a nadie realmente le interese.

                La síntesis de todo esto lo podemos ver en las situaciones sociales actuales de EE.UU. donde el Virtue Signaling ha alcanzado niveles tan severos que incluso por utilizar un peinado particular, por contar un chiste medio subido de tono, o por arrojar una mirada desafortunada puedes ser linchado. Y si bien en la actualidad el “linchamiento” realmente no viene en forma de una corbata mortuoria sí produce otro tipo de problemas como ser despedido del trabajo, ostracismo, problemas de relación de pareja y/o hijos, etc.

                Creo que la educación en eras del ciberespacio no va tan solo en saber cómo evadir a los pedófilos ocultos o las fotos de pene, si no en también en cómo utilizar las maravillas que nos ofrece el internet de forma responsable y más productiva. Si usted sufrió algún vejamen, por el amor de dios, no sea lo primero que haga el tomar el celular para tomar fotos. Diríjase a las autoridades competentes, realice las denuncias, hable con quien corresponda. No recurra a los muros de Facebook donde hay puros pelagatos que ni idea tienen de lo que pasó, solo simpatizan con usted para ganarse unos puntos de vaya usted a saber qué. Por otro lado, no vaya por ahí compartiendo y “difundiendo” toda funa que encuentre en las redes sociales, la frase “cuestiónalo todo” no se aplica solo a los curitas y a la iglesia católica. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que quizás la gente mal intencionada es la que hace el posteo de las fotos y no el acusado. Presunción de inocencia antes que nada. Mañana podría ser usted el afectado.