Fanfic Koi Suru Bou Kun

Proyecto Challengers!

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cap 8: fanfic de The Tyrant Who Fall In Love / Koi suru Boukun

Perdon por la demora! la verdd es que este capitulo no me convencia del todo, y auque estuvo terminado, se mantuvo guardado en mi pc sin publicar (incluso pensé en escribirlo otra vez) pero,
joder! me salieron 10 paginas, reescribirlo era doloroso T_T, hasta que le mandé el fanfic a uno de los seguidores de este fic y me dijo "sí, está bueno, SIGUELO!" muchas gracias a ella de mi parte, aunque, aun así, sé que habrá gent que me odiará un poco jeje, que sea lo que kami del yaoi quiero xp, ahí va:
CONTIENE LEMON.
Cap 8:
Si no podía comprender sus sentimientos ¿podría ser que éstos no eran verdaderos o demasiado fuertes? No era justo hacer sufrir a Morinaga así… por estar siempre confundido… por no ser claro ni con él ni consigo mismo mientras Morinaga se estaba desgarrando porque de verdad lo amaba.
“De verdad…” al fin, podía sentirlo y pensarlo a la vez, amor, amor de verdad, amor tan fuerte que llega a ser insano.
Y si era insano tanto para Morinaga y para él, acaso… senpai mismo no estaba siendo así? Insano? Loco? Destructor de sí mismo y de Morinaga…?
“entonces… yo también… como Morinaga….”
- promételo… - oyó un susurró como si fuera de lejos, estaba tan sumido en sus propios pensamientos que no oyó a Morinaga – promételo – la voz era entrecortada, Morinaga había parado de llorar, pero los restos de llanto no lo dejaban respirar bien.
“prometer? Qué…” senpai comprendió, había estado tan confundido en todo ese momento que había olvidado lo que Morinaga le había pedido hace un momento.
- Morinaga! no! ya te dije…!
- No! promételo! – inesperadamente Morinaga volvió a mirarlo, ahora tenía una expresión de seriedad e impotencia que se contrastaban con los restos de lagrimas de su cara – promételo! Tienes que prometerlo! – puso sus manos en cada antebrazo de senpai apretándolo – debes prometerlo! Promételo! – ya sonaba a súplica.
- ……. – senpai estaba impactado, no sabía por qué pero no quería prometer algo como eso, en el fondo sabía que si lo hacía era como asegurar una posibilidad de que algo como eso podría ocurrir… - no… te he dicho que… - torpemente trababa de ordenar sus palabras.
- …. – Morinaga contrajo los labios y lo miró casi con odio y pena resignada, volvió a caer en el pecho de senpai, hundiéndose suavemente, sus manos en sus brazos se aflojaron – promételo… promételo… o yo… - respiró entrecortado, ya casi no podía llorar.
Senpai lo abrazó desperado, si existe algo en el mundo que puede destruirlo era ver a Morinaga sufriendo… así, tan desgarradoramente.
No aguantó más.
- Está bien! Está bien! Lo prometo! Lo prometo! Pero por favor… - y ahora él sonó a súplica – deja de llorar…!
Tras oír el “prometo” de senpai, Morinaga sintió como si cayera en un abismo, todo su pecho caía y no dejaba nada para él mismo. Se sintió sin fuerzas, no esperaba que algo que él mismo había pedido le doliera tanto una vez obtenido.
- …. – cerró los ojos fuertemente “….!” No podía siquiera pensar, lo único que tenía claro era que tenía que alejarse de ese hombre, que lo destruiría, que debía inventarse otra vida alejado de él, emigrar una vez más… pero ya no era como antes… él tenía ya su vida en ese lugar, no era fácil de dejar como en su adolescencia.
- Vete… - otro susurro.
- eh?
- Vete… - Morinaga se apartó, senpai no pudo ver su rostro, pero el sentir que ese cuerpo se alejaba de su tacto lo desesperó – yo… tengo cosas que hacer… tengo que estudiar, que hacer las cosas de la casa… - se levantó y se volteó – no tengo tiempo… para esto… no me hace bien.
Senpai se había sentado en la cama como si su cuerpo hubiera tenido el ánimo de seguir al cuerpo que se alejaba.
- …… - quería pensar lo que Morinaga había dicho, pero la angustia de ver todo desmoronado (sea lo que sea) no lo dejaba razonar solo angustiarse más.
- …. – Morinaga por su parte esperaba oír los pasos de senpai irse y la puerta cerrarse tras él, pero no los oía. Se angustiaba por su parte y tensó su cuerpo “vete! Vete! Vete!” apretó los parpados en sus ojos y los puños, ya estaba sintiendo ira, honesto odio contra ese hombre que no era siquiera lo suficientemente valiente para alejarse de él, para al menos dejarlo alejarse…
- Morinaga… - lo llamó suplicando senpai, sin moverse de la cama, no sabía qué decir más que llamarlo – Morinaga…
A los ojos de senpai no había reacción de Morinaga, pero no sabía que para éste en verdad cada llamado era como un cuchillo atravesándole el pecho. Morinaga ya temblaba “te odio! Maldita sea…” lo amaba tanto, tanto que podía decirlo amándolo a la vez.
Senpai se desesperó más. El llamar a Morinaga y que éste no tuviera reacción era algo que lo angustiaba muchísimo, nunca antes había pasado “no… hubo una vez…” esa vez que solo en el laboratorio, cuando Morinaga estaba desaparecido lo llamó… y él no estaba. Fue desgarrador. Pero ahora era peor, ahora Morinaga estaba frente a él, pero no quería contestarle. “Te odio!” ¿eran ciertas esas palabras? “no… no lo son” lo sabía, pero en esencia esas palabras tenían algo de cierto… de alguna forma, Morinaga lo odiaba.
- Morinaga… no… - se levantó, ese “no” no sabía a qué se refería, no a que lo odiase así, no a que se aleje, no a la promesa antes prometida, no a que… este tan lejos estando tan cerca.
Lo tocó, no debió haberlo hecho. Morinaga estaba al limite de una furia triste, y apenas sintió la mano de senpai en esa espalda se volteó de inmediato, tomándola con fuerza, impulsando a un senpai sorprendido contra la pared, se golpeó dolorosamente, pero su sorpresa hizo ignorar el dolor. Morinaga lo tenía sujeto fuertemente de sus muñecas, lo veía con furia, odio, e impotencia.
- ¡¿Qué quieres?! ¡¿Que es lo que quieres?!!! Te dije que te fueras!!! ….! Hhh!! – furia, solo furia, y senpai ya no estaba sorprendido, senpai ya tenía su propia tristeza.
- Perdóname… perdóname… - bajó la cabeza, fue una de las pocas veces en le habría su corazón – perdóname…
- Eso no sirve de nada – Morinaga dijo secamente, aun no soltaba sus muñecas, y aunque su rostro ahora estaba duro, aun sus ojos estaban vidriosos por el llanto antes derramado – no sirve de nada porque nada harás…
- …..- lo miró angustiado, era verdad, no servía disculparse…
- ….. – Morinaga por su parte lo miraba con odio, apretó más sus muñecas, quería lastimarlo…
- Nn! – cerro fuerte los ojos (le dolieron sus huesos al ser comprimidos) pero volvió a abrirlos y miró a los ojos a Morinaga como si aceptara el dolor, porque sabía que al menos así podía pagar lo que no podía decir en ese momento, decir un te amo…
Morinaga no sintió nada de satisfacción por eso… no era lo que quería, no quería el dolor de senpai a pesar de querer dañarlo… después de todo, lo amaba. Su mirada se relajó, sus manos se soltaron, sus dedos se abrieron llegando a la mano de senpai trenzando con sus dedos con los de él, y solo lo miró. Senpai por su parte había contestado al tacto de inmediato, apretando sus manos contra la de Mori, y también lo miraba, suplicante, asustado.
En los ojos de Morinaga senpai se hundió, era muy fácil hundirse en ellos, perderse; sin darse cuenta terminó mirando su boca, para de nuevo ver sus ojos otra vez, su cuerpo comenzaba a reaccionar aun si no era momento para eso. Y Morinaga por su parte, también comenzaba a desear esos labios contra los que había luchado momentos antes tratando de rechazarlos, pero en los ojos de senpai se dio cuenta… no podía hacer eso, no había forma de alejarse del otro a pesar de estarse haciendo tanto daño.
Se acercó un poco, hipnotizado por esos ojos, por ese senpai tan hermoso que lo veía ya sonrojado además que con la perturbación permanente del momento. Ya pasivo del todo, inmóvil, solo esperándolo.
Estaba a apenas cuatro centímetros de distancia entre sus labios, senpai ya estaba abriendo su boca por inercia para recibirlo, pero Morinaga se detuvo secamente, confundido, sus cejas se contrajeron un momento, miró a senpai directo a los ojos… no debía caer otra vez…
- no… - dijo en un susurro que incluso golpeo los labios de senpai con su aliento suave – no debo…
Senpai lo miró, por su parte también estaba hipnotizado tanto por los ojos de Morinaga como por su boca, pero ante las palabras de éste despertó. Apretó sus manos en las manos de Morinaga y lo miró suplicante, siquiera él sabía qué pasaba por su propia mente, pero así lo miraba.
Entonces él avanzó los cuatro centímetros, besando a Morinaga, él que se echó un poco para atrás, pero senpai lo siguió lo suficiente como para sumergirlo en el beso que ambos tanto deseaban. Cerraron los ojos, de pronto los problemas se diluían en ese beso, largo, entre despacio y apasionado, con roses dolorosos y suaves besos entremedios, moviendo las cabezas en una sincronía perfecta, reacomodándose una y otra vez, hundiendo la lengua en el otro, buscando al otro, desesperadamente, con tranquilidad, como una locura y de pronto con una lentitud paciente.
En medio de ese beso de devenires tan contradictorios, Morinaga ya había pegado su pecho al de senpai tomándolo de la cintura, envolviéndolo como había querido hacerlo esa mañana al despertar; y senpai, completamente incapacitado de moverse por estar contra la pared y por ese abrazo, había puesto sus manos en los antebrazos de Morinaga, apretando su piel ya seca con sus dedos. Los alientos chocaban en sus bocas respirándose mutuamente, no necesitaban nada más para vivir que ese aire para respirar, y la boca del otro para alimentarse… “no, no es suficiente…” necesitaban más de el cuerpo del otro.
Si no fuera por la falta de verdadero aire no se hubieran separado, ¿por qué la vida es así? Por qué Morinaga no podía llevarse a senpai muy muy lejos, como al centro de la tierra, a un sitio recóndito e inhabitado donde nadie pudiera encontrarlos ni recordarles… y alimentase de él eternamente “hacerle el amor toda mi vida…”.
Sus narices se rozaban, y sus respiraciones eran agitadas, los ojos de ambos brillaban más, y ahora los de Morinaga solo por esos pensamientos y ya no por las lagrimas brillaban así, senpai lo sentía, sentía mas no se enteraba de esos pensamientos, sentía esas ideas descabelladas de Morinaga y los aceptaba… podía aceptar el amor loco de ese hombre menor que él, porque… simplemente, porque no puede escapar de ellos, no puede ni dejarlos ni dejarlo ir, solo le quedaba cerrar los ojos y aceptar ser aniquilado por esa pasión destructiva de su ayudante. Eso mostraban sus ojos, y eso sintió a la vez Morinaga, tampoco enterándose de eso.
“No… tengo que parar… esto…” algo quedaba de conciencia en Morinaga, él no se sumía tan rápidamente en la pasividad e inercia como senpai, él podía luchar un poco más por lo inevitable… aunque sabía que iba a perder, no podía evitar luchar un poco, porque en el fondo, Motrinaga no quería destruirse, como tampoco senpai, solo que éste último lo muestra claramente, día a día con sus gritos y golpes, con toda la resistencia que hoy no mostraba.
Soltó a senpai de su abrazo, pero no soltó su cintura, no podía, su respiración se agitó más, ¡¿cómo luchar contra esa visión tan hermosa?! Senpai lo veía angustiado, sonrojado, agitado, sus labios entreabiertos habían quedado húmedos y rojos… exigían un beso, suplicaban por un beso como sus ojos lo hacían, suplicantes, perturbados.
Morinaga sintió un escalofrio, será el frió? Aun está semidesnudo… o fue la visión de ese senpai?
- Morinaga… - lo llamó, dentro del senpai en ese momento solo habían emociones, confusas y contradictorias, solo quería tener a Morinaga, saber que no se iría, sentir que no se iría otra vez, nunca más lejos de él, que no lo rechazaría, que no sería frió con él nunca más…
- … Senpai… - se llamaban mutuamente pero ninguno se contestaba.
Morinaga otra vez se hipnotizó, bastó que senpai lo llamará una vez para que cayera rendido, se inclinó lo que se había alejado, sin apartar sus ojos de los de senpai, pero antes de llegar a ellos, mientras senpai se tensaba esperando recibir sus labios otra vez, Morinaga trató de desvelar sus ojos, quería tanto ver la seguridad que le faltaba a él mismo en esos ojos, pero solo encontró aun perturbación, deseo confundido en esos ojos, el vértigo en su estomago volvió “este chico… eso no es amor…”.
- no… - se alejó, pudo quitar sus manos de su cintura – no – se apartó casi espantado de ese cuerpo, miró a otro lado, si veía otra vez esa visión tan deseable, volvería a caer - ….
- Morinaga… - senpai lo miraba sorprendido, tenía sonrojo en las mejillas y una mirada confusa, pero sus sentimientos eran claros, no quería que Morinaga se alejara, no debía alejarse - …..
Se acercó a él, paso firme pero desesperado, tomó a Morianga de los hombros “no!” se apartó éste, pero sus movimientos eran torpes y desordenados, la verdad era que no quería ni podía resistirse.
Y otra vez un beso embriagante, y otra vez, y otro, ¡era tan fácil perderlo todo en esos besos!, y senpai lo sabía, y quería perderse en ellos y perder a Morinaga, hacerlo olvidar todo ese deseo de alejarse… y él mismo, perder la culpa, la confusión, las incomodidades.
Y lo consiguió, Morinaga se perdía y se perdía ya por completo cayendo en una inercia no deseada, recibiendo y contestando esos besos alocados y caóticos, pero ahora sentía rabia, furia, ¿por qué en los ojos de ese sujeto que lo besaba con pasión no había amor? Solo confusión, solo perturbación… ¿por qué viene hacia él, por qué lo persigue sin dejarlo ir…? “¡¿Por qué no puede amarme de una vez…?!” estaba lastimado, y la tristeza se había ya acabado, solo sentía furia e impotencia, apretó sus uñas en ese abrazo, senpai sintió el dolor, apretó los parpados, pero no dejó ese beso, no podía hacerlo; de pronto y Morinaga ya lo tenía en la cama, contra el colchón, y sus besos se apasionaron, se volvieron mucho más activos y bruscos, así como sus manos, que no recorrían siquiera a senpai, sino que directamente quitaban sus ropas a tirones por lo que rápidamente senpai tenía su camisa ya abierta del todo (de la cual volaron algunos botones) y sus pantalones ya con el cierre abajo, entonces Morinaga dejó su boca y comenzó a mordisquear y succionar su cuello, todo a lo largo, siquiera los besaba, era como si lo atacara. Senpai apretó sus parpados más fuerte, tratando de aguantar la brusquedad, pero llegó a tal punto, que tuvo que abrirlos y mirar con quejas en sus ojos, y se sorprendió por la visión que vio.
Morinaga le quitaba sus pantalones con brusquedad, tirándolo, enterrando sus uñas por encima de su ropa, lastimándolo. Sus ojos brillaban muchísimo, pero tenían furia, tanta rabia e impotencia, ya no esa mirada tierna, esa mirada dulce y calida de siempre, esa miraba que calmaba a senpai en esos momentos de tanta perturbación… ahora esa mirada daba miedo.
- Morinaga… - senpai con su cabellera ya suelta y sus anteojos depositados peligrosamente en el suelo por ser arrojados, lo miró asustado.
- Esto es lo que quieres, no? por eso me has seguido. – La voz de Morinaga era seca, dura, castigadora.
- ¿eh? – abrió más los ojos.
Los pantalones volaron, el pene de senpai se notaba medio erecto ya a través de su bóxer, por un momento olvidó el impacto de este Morinaga frió, para sonrojarse de su erección frente a los ojos de éste.
- es por eso que estás así – apretó ese pene semierecto, senpai dio un brinco, miraba ahora a Morinaga con una combinación de miedo y confusión, por la sorpresa siquiera fue consiente del dolor de esa presión abrupta – yo…- la voz de Morinaga se quebró un poco en su propia furia – juro que te odio tanto – fue dicho con ojos de rabia y pena, su voz casi fue un sollozo. Apretó más ese pene, mientras un senpai impactado se retorció.
- Ay! Aaaay! – no alcanzó a lastimarse lo suficiente por esas palabras, Morinaga volvió a atacar su cuerpo, ahora masturbaba crudamente su pene mientras lo apretaba con violencia, el pobre pene semierecto no podía siquiera erectarse por el dolor mientras que a la vez sentía un placer contradictorio. – ay! Morinaga! duele! Qué haces…?! Ay!!
- …. – Morinaga ya no contestaba, había hecho volar los bóxer y el resto de la ropa de senpai, y ahora su otra mano se ocupaba de torturar activamente una de sus tetillas, mientras su boca mordisqueaba la otra con directas ganas de lastimarla.
Senpai apretaba las sabanas, suplicaba y suplicaba a Morinaga de que parara, llegando a un punto en que trató de detenerlo “de veras”, sus palabras eran sinceras como la primera vez, cuando le decía que se detuviera, no, incluso más honestas, más fuertes, pero no eran oídas, maliciosamente eran ignoradas, mientras que Morinaga dejaba marcas en todo su pecho.
- basta! Basta! Me duele! Duele! – sus manos trataron de detenerlo, de alejarlo, y sus piernas empezaron a patalear, pero Morinaga rápidamente cogió sus muñecas, logrado apresarlas con una de sus manos enormes, y así con la otra seguir torturando sin descanso el pene de senpai, que a pesar del dolor y la presión se había logrado erectar
- ….. – seguía sin decir nada, succionando, mordisqueando, su respiración era bestial.
- No… no así… por qué… haces esto? – senpai tenía miedo, honesto miedo, la primera vez que lo hicieron, incluso entonces el miedo no había sido así, después de todo, aquella vez veía a su amigo de 5 años quien le hacía aquello, con sus ojos asustados y sumisos a pesar de estar abusándolo… ahora solo veía furia “odio…?” se asustaba más de esa idea, no, Morinaga no podía odiarlo, no era posible, no quería eso!
Pero Morinaga sí podía oír las suplicas de senpai y poder ignorarlas milagrosamente, quería hacerlo ya que su furia aun no había sido descargada lo suficiente como para detenerse, para sentirse mal por lo que hacía. La combinación de furia y excitación le permitía continuar. Dejó su pecho, se enderezó, senpai lloroso lo miró con terror, contrayendo su cuerpo, como si alejarse un centímetro de distancia pudiera salvarlo de aquello. Mori lo vio a los ojos una vez más, había una excitación nueva en su rostro, como si la furia fuera un excelente afrodisíaco, Morinaga más que nunca deseaba aniquilar con su cuerpo a ese otro cuerpo adolorido incluso por la noche pasada. Eso no importaba.
Mirándolo a los ojos, absorbiendo su miedo y excitación, aun sosteniendo sus muñecas con una mano, la otra liberó su pene, senpai dio un brinco por el nuevo dolor de sentir las uñas de Morinaga desincrustarse del prepucio de su pene.
- Ah! – senpai no dejaba de mirarlo a los ojos, primera vez en el sexo que era capaz de sostener tanto la mirada, lo veía con miedo… no podía parar de mirarlo, como si así pudiera saber cual iba a ser su próximo torturador movimiento como si eso lo ayudara a librarse de él.
Morinaga a su vez lo miraba con una furia fría, casi seca, sus cejas ya no estaban arqueadas, sino serenas, pero su mirada era dura y severa, se notaba también por lo estático de sus facciones, por como apretaba su mandíbula.
Metió con esa mirada dos dedos a su boca. Senpai adivinó bien lo que seguiría.
- no! no! aun… - bajó el volumen - aun estoy adolorido! Morinaga! – se atrevió a decir algo vergonzoso por lo alarmante del peligro.
- lo sé… - dijo sacando sus dedos ya húmedos de su boca – quiero que te duela... – fue dicho de manera tan seria, tan honesta en su severidad, que senpai no pudo más que desesperarse, comprendió que iba en serio, de alguna manera, sea conciente o no, tenía la esperanza de que no fuera así.
Senpai comenzó a patalear lo más fuerte que podía, tratando de evitar el contacto aniquilador, pero Morinaga estaba ya entre sus piernas, tan erguido en él que ninguna patada le llegaba y podía cuidar que no juntara sus piernas.
Metió sus dedos apretando sus propios dientes que podían verse por sus labios semiabiertos.
- AHHHHH!!! – senpai se contrajo, se echó hacia atrás hundiéndose en el colchón, senpai no había exagerado, apenas ayer habían tenido sexo y aunque el encuentro había durado menos que los otros, senpai aun no había sanado.
Era un dolor punzante, como si la humedad no ayudara y sus dedos se hubieran introducido estando secos, como si algo enorme hubiera entrado de pronto, todas las pequeñísimas heridas que tenía en su entrada se abrieron rasgándose más de lo que eran, muchísimos dolores quemantes, crudos… y Morinaga lo sabía.
El pene de senpai llegó a achicarse por ese dolor.
- AHHHH!!! Ayyyy! Noo!! Para!!! Para!!! – sus gritos no eran como gemidos como siempre lo eran en esos momentos, ahora eran vivas peticiones dolorosas de un hombre. Y así, de la paralización por el dolor, comenzó a contraerse y dar saltos como un conejito cuando es capturado, Morinaga apretó más su mano que apresaba las de senpai, mientras hundía más sus dedos en él – nnnhhh!!!
- No te preocupes, pronto se entumecerá – de forma natural salieron esas palabras confortantes de su boca a pesar de continuar con su expresión dura.
Senpai lo miró lloroso, literalmente alguna lagrima se estaba deslumbrando en sus ojos, mientras que desesperado y suplicante lanzaba gritos y quejidos, su mirada ahora en verdad parecía el de ese conejo asustado, un pequeño animalito que había sido apresado por su cazador y estaba siendo saboreado aun estando vivo.
- nnh!! Nnh!! – era cierto, el dolor comenzó a disminuir de apoco porque la carne comenzó a entumecerse, como si se hubiera llegado a un dolor tal que ya no quedaba más que disminuir el mismo por haber abusado tanto de su carne, llegado al limite… por ahora.
Morinaga sacó los dedos, tomó el pene de senpai que había vuelto a estar medio erecto.
- nnn!! – senpai volvía a cerrar los ojos, el dolor aunque no había desaparecido, había al menos disminuido y ahora volvía a sumirse en la pasividad y pérdida de conciencia que le provocaba el placer. Pero eso no quería Morinaga, por lo que apretó otra vez su pene bruscamente - ayyyy!! . senpai se contrajo otra vez y lo miró de inmediato, sus ojos ya estaban cansados y perturbados otra vez, no estaba acostumbrado a sentir tanto dolor. Vio a Morinaga quitándose su pequeña toalla de su cintura, dejando al descubierto su pene del todo erecto – no… - senpai sabía qué seguiría.
- …….- y lo penetró de una vez.
- -AAAAHHHHHHGGGGG!!! – un hilo de sangre corrió hasta la sabana.
- Nnhhm! – el pene de Morinaga también estaba algo adolorido por la noche anterior, pero aun así, a pesar del dolor de senpai y de él, quería continuar.
Morinaga no se movió dentro, esperando que los gritos de senpai se aplacaran un poco, y cuando al fin terminaron siendo un grito cansado por lo bajo, parecido a una respiración agitada, Morinaga comenzó a moverse despacio.
- ah! No! nooo, duele! Por dios!!! – Morinaga había conseguido lo que quería, senpai sufría y estaba conciente de todo lo que hacían.
- Duele?... es verdad eso? – preguntó agitado a su vez Morinaga, ahora estaba completamente inmerso en su papel de sádico. Apretó el pene de senpai con su mano libre.
- Ahhhyyy!! – lo miró con miedo y vergüenza.
- Entonces por qué estás así, eh?
- ….. – senpai solo pudo avergonzarse más.
- Correte.
- ¿eh?
- Correte.
- …..
Y comenzó a masturbar bestialmente a senpai, estirando su prepucio al limite del dolor, apretando su pene sin dejar que se encogiera, enterrando su pulgar en su glande – ahhhhggg!!! – senpai se tensó y empezó a patalear, sabía que ninguna de esas patadas iba a llegar a Morinaga, pero no pudo evitar patalear como loco, de alguna manera debía descargar ese dolor desgarrador.
Senpai se contraía tanto que parecía como un pez fuera del agua y Morinaga tuvo que apresar más fuerte sus muñecas para evitar que escapara. Fue peor cuando comenzó a moverse más rápido dentro de él.
- nooo! Nooo! Por favor!
- Correte!
- No puedo! No puedo! Duele!
- No pararé hasta que lo hagas.
- Senpai lo miró con pánico, ya algunas lagrimas comenzaban a caer de sus ojos, con la cabeza doblada hacia un lado como si quisiera alejarse de Morinaga, comprendió que decía la verdad, que honestamente no pararía hasta que se viniera.
- ….. – senpai perdió su mirada, trataba de correrse, concentrarse, apretó sus parpados y sus dientes, buscaba el placer en medio de todo el dolor y aferrarse a él.
- De prisa!
- Nn!! Nnnn!!! – abrió los ojos otra vez, con completo cansancio y desesperación. Era tan difícil llegar obligado, cuando estaba acostumbrado de a poco ser sumergido por Morinaga en al inconciencia, y solo por instinto animal llegar…
- Vamos! – apretó más, haciéndoselo más difícil.
- Ay! Ay! – “ya… ya viene” se tensó más, aforrándose a ese pequeño placer que sentía y agrandándolo lo más que podía – ay! Nnn! – iba a doler, sabía que iba a doler – Au! Au! – y venía, se acercaba, Morinaga podía notarlo porque senpai ya no hablaba, solo gemía aumentando el volumen, y masturbó más de aprisa – ayyy!!
Bastó un pequeño momento de inconciencia, de perderse a sí mismo y ser solo instinto, y se corrió, con dolor, con miedo. Estirando sus piernas, tensándose primero, y mientras eyaculaba entrecortadamente se contraía, convulsionando. Morinaga apretaba su pene como si quisiera exprimir hasta la última gota, forzándolo. Gritos y gritos de senpai, como si estuviera vaciándose de orgullo y fuerza de voluntad con cada gota de semen expulsado.
Hasta que finalmente quedó tirado por completo, con su cuerpo sudado y respirando agitado, pequeños espasmos post-orgasmos venían e iban.
Morinaga sintió que podía soltar las manos de senpai porque estaba demasiado agotado para luchar; no estaba equivocado, tras soltar sus manos, era tanto del cansancio que siguieron en el mismo lugar, estaba demasiado agotado incluso para moverse tras su libertad.
- ugh…ugh… - senpai con los parpados apretados siquiera trataba de aguantar esas fuertes sensaciones, sea placer demasiado intenso o simple dolor, ahora solo lo aceptaba, esperando que se atenuaran.
Morinaga se inclinó, aun con su pene dentro de senpai, él cual al sentir sus manos apoyarse a los costados de su cabeza abrió los ojos para verlo con ojos adoloridos y cansados, el miedo estaba tras ellos.
Morinaga seguía con su mirada sentenciadora.
- no creas que hemos terminado…
- ……- y senpai lo sabía, y lo aceptó aun si estaba aterrado por lo que vendría.
CONTINUARA.
Espero que en verdad les haya gustado, por supuesto que continuará xD y sigue el lemon en el prox cap también, jojojo. Nos vemos, espero sus comentarios:
muchas gracias a todos, y perdon por esperar!

1 comentario:

sakuragirl01 dijo...

wuaa un morinaga bestial !!!! hiciste bien al subir este fic quede impactada :o