Hola! para variar disculpen por favor la demora, este cap no me convenía lo suficiente pero después de comentarlo como siempre con una amiga salvadora me convencí de subirlo xD espero que les guste! Oh sí personajes... vuelvanse locos jojojo.
Y una vez más: UN SALUDO PA PIÑERA QUE ME ESTÁ LEYENDO n.n/ por favor, no seas malvado :3 sí?
Y bueno, al fic:
- Bien, tendremos que ponerle una inyección – dijo el doctor con voz de profesional – enfermera, ayúdeme a voltearlo, por favor.
Senpai estaba viendo lo que ocurría con extraña sorpresa, evidentemente el ver a Morinaga siendo movido de ahí para acá como muñeco de trapo pesado podía descolocarlo al considerar que hace apenas dos días ese mismo hombre se había visto tan fuerte y poderosos cuando lo violaba, haciéndolo ver al mismo senpai como muñeco de trapo, solo que en su caso, un muñeco de trapo ligero.
La enfermera (que tendría más o menos 30 algo de edad) bajó sus pantalones dejando a la vista sus nalgas algo sudadas por la enfermedad, y senpai apartó la vista con sonrojo en la cara, como si sintiera vergüenza ajena, humillación ajena, y sin ver solo pudo oír el quejido lastimero de Morinaga al momento de la inyección a manos del doctor, mientras la enfermera lo sostenía para evitar algún movimiento brusco del somnoliento.
Senpai volvió a mirar, ahora la enfermera le sacaba la chaqueta que no pudo sacar el senpai, mientras el doctor anotaba en una libretita remedios y sugerencias para su paciente; pero senpai no cayó demasiado en eso, realmente estaba sumido en ver como manos ajenas y femeninas tocaban a Morinaga; cómo la enfermera, aunque con la frialdad de una profesional, tocaba a Morinaga al moverlo de aquí para allá queriendo meterlo a la cama, pero él pesaba demasiado, por lo que tuvo que…
- disculpe, puede ayudarme?
- …. Ah! Eh? – senpai siquiera se dio cuenta a primeras, y de inmediato se preguntó a sí mismo qué cara estaba poniendo justo ahora. Tal parecía que ninguna ofensiva, pues la enfermera lo miraba con normalidad, solo que esperando respuesta – c-claro…
Senpai se acercó y la ayudó a meterlo dentro de las frazadas, sin siquiera darse cuenta que eso significaba que no podría dormir en su propio cuarto al menos esa noche; y es que senpai sólo podía darse cuenta de sus extrañas sensaciones, una a una venían como olas que lo congelaban de la impresión, ahora extraña vergüenza ajena, y de último tontos celos “celos…?” senpai recordó, era el mismo sentimiento de la mañana, cuando esa chica tocó a Morinaga con su pañuelo…
- Gracias… - la enfermera había notado la conducta tensa de senpai, pero no hizo más que ignorarlo, después de todo, siempre uno se puede encontrar con gente rara de la que no se sabrá nunca su historia.
- Aquí está, debe tomar una de estas cada 8 horas, este jarabe cada 6, y lo de siempre: mucho líquido y descanso – el médico sonrió mientras le daba un papelito a senpai con las recetas y las indicaciones, senpai lo recibió con un agradecimiento cortes venido de la costumbre, pues aún estaba algo descolocado para pensar claramente – son $XX (N/A: no sé cuánto poner ahí xD, pero puedo chamuyar en pesos chilenos jaja).
Senpai casi había olvidado pagarles y se volteó para tomar del segundo cajón de su escritorio su billetera donde llevaba los billetes “grandes”, sacando lo necesario para pagarles ahí mismo, pero al voltear con el dinero en la mano notó la extraña mirada que le arrojaba la enfermera y el médico, senpai se sobresaltó, otra vez sin pensar había hecho algo que lo delataba, el médico y la enfermera estaban confundidos preguntándose de quién era esa habitación finalmente si el enfermo dormía ahí pero ese joven sabía dónde estaba el dinero (xD), pero el médico lo recibió rápidamente, igual que la enfermera él no preguntaba y su rostro extrañado solo duró unos cuantos segundos (cosas de ir a atención a domicilio xp).
- Gracias a usted, por favor, siga las indicaciones y las instrucciones de las medicinas.
- H-hai…
Senpai esta vez sí pudo acompañar a sus visitantes hacia la puerta, sintiendo un gran alivio al cerrarla tras ellos. Pero a la vez también, sintiendo un pequeño aire de ese asco que lo había seguido todo ese día, solo que como ellos eran desconocidos no le dolió tanto como con Yamagushi “Yamagushi…” las horas habían logrado calmar a senpai por lo que pudo pensar un poco más en lo que había pasado con él, y a medida que volvía a su habitación pensaba y se convencía que en realidad Yamagushi no pudo haberse enterado de lo que tenía con Morinaga, aunque no sabía qué podría estar pensando referente a la sangre… qué explicación darle… y senpai estaba decidiendo como antes había decidido, que haría como si no hubiera pasado nada, después de todo, por qué tendría que darle explicaciones a ese “alumno de curso inferior” pensó con menosprecio para convencerse más de su decisión, pero, ¿y Morinaga? Lo veía ahora mismo, durmiendo más plácidamente que antes, puso una mano en su frente y se dio cuenta cómo estaba ya un poco mejor, la inyección había sido muy efectiva y estaba más tranquilo pensando que a medida que pasaran las horas se iría sanando poco a poco. Le acaricio su mejilla, disfrutando el sonrojo y su expresión cansada, pensó que Morinaga sí querría darle explicaciones a Yamagushi, e incluso que el mismo Yamagushi se lo preguntaría y para asegurarse que éste último no se enterara de nada peligroso decidió que lo mejor sería hablar con Mori de lo que había pasado en la casa, de lo que Yamagushi había visto.
Y al pensarlo su cara se endureció, no se fijó, no lo pensó, solo retiró su mano de la cara de Morinaga y fue a cambiar el pote de agua por agua limpia y nuevo hielo, pensando que esperaría a que bajara del todo su fiebre y que entonces se iría a comprar la medicina y comida precocinada pues ya era hora del almuerzo; para Morinaga, senpai mismo le prepararía avena con vitaminas, uno de los pocos platos que podía cocinar, “y manzanas… compraré manzanas”.
Horas después senpai estaba de regreso, dejó las bolsas de comida en la cocina y se fue de inmediato con las bolsas de las medicinas en la mano, a ver cómo seguía Morinaga, encontrando a éste durmiendo como lo había dejado, tocó su frente y no pareció tener fiebre, pero le puso el termómetro igualmente para estar seguro. Le acarició el pecho con algo de conciencia e inconciencia tras dejar el termómetro en su axila, senpai disfrutaba ese calor de fiebre que despedía el cuerpo de Mori, tan cálido y húmedo, además de sentir bajo sus dedos como se movía su pecho al respirar, profundamente pero no tan lento como un sano lo haría.
RRRIIIINNN!!!
Sonó un celular, y senpai dio un brinco al ser sorprendido infraganti por él mismo otra vez acariciando a Mori dormido, pero no tuvo tiempo para avergonzarse demasiado pues buscó con rara desesperación de dónde provenía ese ruido, y escuchó. Venía de la chaqueta de Morinaga que había quedado sobre la cama, tragó saliva y puso mirada severa, lo buscó y miró su pantalla apenas encontrarlo: “Hiroki” decía, senpai se preguntó de inmediato y con mala cara quién coño era (xD), y qué hacía llamando a Mori, y miró a éste como si pudiera contestarle aun dormido, luego volvió a mirar la pantalla del celular y otras vez los celos lo invadieron con una rabia con bonus extra “bueno… no me queda más que contestar…” se excusó, cuando en realidad solo quería indagar...
- aló?
- Ah! Lo siento… es el celular de ángel, digo! De Morinaga-kun?
- Sí, lo es, solo que ahora no puede contestar, por eso lo he cogido yo, su senpai.
- Ah... ¡ah! – hiro se aterró de inmediato, recordaba al demonio-tirano-homofóbico y violento senpai de su amigo, y tembló de inmediato – ah… ya veo… em, perdone, solo quería saber si él estaba bien… - dijo con voz tímida Hiro.
- Por qué? – dijo secamente a su vez senpai, sin tener ni un mínimo de cortesía ni de inteligencia si quería sonsacarle información a su interlocutor casual.
- Ah… pues… es que, cuando se fue se veía… muy mal y-
- Se fue? De dónde? – senpai lo increpaba con voz furiosa y Hiro casi podía sentir las llamas de odio a través del celular.
- Eh… es que, anoche… él pasó aquí anoche… y se la pasó estudiando, casi no durmió y se veía muy mal… cuando se fue… - pero a Hiro no le quedó más que contestar, sentía el peligro de mentir como si senpai leyera la mente, y también sentía la incapacidad de ocultarle algo como cuando era niño y su madre lo regañaba.
- ….. ya veo… - contestó bajo senpai, su furia había caído tras oírlo todo y con crudo desdén, como despecho ante todo concluyó la conversación – pero no te preocupes, él está bien, yo lo cuidaré.
PI PI PI PI…
Hiroki bajó su celular de su oído adolorido por la voz violenta de senpai, y lo miró un rato, se preocupó de su amigo y se espantó más aun, se preguntó como muchas veces qué le veía a ese tipo Morinaga, y se arrepintió de que años atrás él no hubiera insistido más con él “yo lo cuidaría mejor” pensó con temor pero con despecho a su vez.
De vuelta donde senpai, éste miraba con un odio nuevo a Morinaga, que dormía plácidamente como si no hubiera dormido en días (y en realidad, algo así había pasado).
Senpai se acercó a Morinaga con paso firme y furioso.
- ¡¿Quién era ese tipo?! ¡¿Qué tienes con él?! ¡¿Es ahí donde pasaste la noche?! ¡¿Por qué te llama?! – gritoneó eufórico senpai, aunque sabía que Morinaga no podía contestarle, aunque se arriesgaba tal vez a despertarlo cuando aun senpai no estaba listo para encararle, solo para gritarle - ¡Me hiciste algo así y después te fuiste donde él! ¡Eres un cobarde! ¡Toma la responsabilidad, idiota!... - respiró hacia dentro, como inflando su furia – no tienes que mirar a nadie más! ¡Ni a Yamagushi! ¡Ni a esa chica! ¡A nadie más!
- Nnn… - Morinaga se removió un poco en la cama, pero no pudo demasiado por el cansancio de su cuerpo, sus cejas se arquearon un momento, pero de inmediato volvió a la serenidad y a dormir profundamente.
- ….. – senpai agitado, se había dado cuenta de lo que había dicho, puso una mano en su boca con histeria como si pudiera parar las palabras ya arrojadas, tiritó y sus ojos se pusieron llorosos, tenía tanto miedo de él mismo en ese momento, y la palabra “insano” volvió a su mente; quería golpearlo, ahora mismo quería romperle la cara a Morinaga, “Tú tienes la culpa de todo, maldito bastardo, tienes toda, toda la culpa!”.
Y con esas emociones se acercó furioso a Morinaga, decidido a partirle la cara, a hacerlo pagar por todos esos años, todas esas “violaciones”, todos esos sentimientos que lo confundían e invadían sin parar. Lo cogió del cuello de la camiseta, sintiendo cómo las lágrimas contenidas se le enfriaban en sus ojos, y lo miró con furia, a centímetros de su cara, pudo sentir su respiración caliente por la fiebre y ver de cerca el sonrojo que tanto disfrutaba de él.
- ….!! – y toda su furia y su odio se volvió nada, se volvió pena y pesar, desesperación y humillación, cerró los ojos tan fuerte como cerró sus puños en su ropa, y las lágrimas cayeron de su cara tensa, sonrojada y tiritona. Tragó saliva como tragándose toda la rabia y ahora miró a Morinaga (aun dormido profundamente a pesar de todo) con ojos de pena y rabia, la misma mirada que Morinaga le había mostrado cuando le dijo que lo odiaba; sus dientes tiritaban, sus manos temblaron.
Y senpai besó a Morinaga, dejándolo caer a la cama de lo poco que lo había levantado con sus puños, lo besó con desesperación, con amor y odio, y sus manos al fin libres de todo limite recorrieron el pecho húmedo de Morinaga sobre su camiseta, y la boca de senpai se abrió mientras sus ojos permanecieron cerrados y sufrientes mientras disfrutaba ese beso agitado, mientras degustaba la saliva caliente y amarga por la enfermedad de Morinaga, su aliento afiebrado, sus labios ardientes de fiebre que senpai mordisqueó con los suyos.
Morinaga no pudo hacer nada, solo removió un tanto su cara queriendo escapar de la falta de aire, pues tenía las narices tapadas y no podía respirar bien con senpai en su boca, tosió por lo bajo un tanto en la boca de senpai, y este sintió como desesperaba a Morinaga al quitarle el aire, lo que lo ánimo extrañamente a seguir, y así pasaron los minutos, y más minutos hasta que senpai se vio satisfecho al fin después de 10 minutos de besos alocados; sintió erección en los jeans y tal vez por eso paró, porque sintió el dolor de su pene provocado por su erección. Lo cierto es que al parar de todas formas siguió inclinado sobre Mori, necesitaba mirarlo, y lo observó con total libertad, como esa vez hace apenas unos días en que haciendo el amor sobre él disgustó libremente su visión… pero ahora Morinaga estaba dormido… como siempre pero respiraba más agitado, tal vez de alguna forma igual había logrado llegar a él en sus sueños.
Senpai se limpió la boca con su manga, y recuperó a su vez el aire faltante, mientras aun en su boca degustaba la sombra de la ajena. Su sonrojo era del todo, pero su nerviosismo de cierta forma había pasado, como su furia, y ahora si bien sentía una inquietud por dentro era solo por la excitación y la locura que había acabado de hacer, pero era mil veces una mejor sensación que la histeria inquieta de ese día. Morinaga dormía, Morinaga no se movía, no rechazaba sus besos, y eso lo calmaba, que se quedará ahí, que su boca estuviera caliente para él, senpai no quería de alguna forma que Mori despertara, no quería hablar con él, no quería avisarle lo de Yamagushi, ni aclarar nada…
Senpai aun impactado de lo recién vivido, decidió levantarse a preparar la comida que había comprado, no porque quisiera escapar como antes de lo vivido, sino más bien porque estaba satisfecho de lo hecho de alguna forma, era la primera vez que senpai hacía del todo lo que quería con respecto a Morinaga, con respecto a su carne, nunca lo había podido tener como ahora porque el solo hecho de que Mori estuviera despierto, consiente, mirándolo, lo descolocaba demasiado como para ser honesto, ahora había podido gritarle, besarlo y tocarlo como no se había dado cuenta que deseaba hacerlo… y terminó de entenderse a sí mismo, recordando cómo hace días tapó sus ojos para que no lo viera sobre él, mientras brincaba sobre Morinaga haciendo el amor en un vaivén interminable. Y su entrepierna dolió una vez más, aun delicada a cualquier estimulo, miró otra vez a Morinaga, con sonrojo y con cierta molestia, como si el orgullo sobre todo no pudiera alejarse de él.
Se levantó al fin para hacer la comida, dejando atrás esa habitación, y mientras calentaba la suya precocinada en el microondas se puso a preparar la avena con vitaminas para Morinaga, a la vez que decidía para sí mismo que Morinaga no se enteraría de ese beso, ni de los gritos que le arrojó momentos antes, pero sí, de alguna forma Morinaga le iba a dar explicaciones, senpai tenía que escuchar de su boca lo que sea que tuviera que decir sobre la noche pasada en que él no estuvo, porque en realidad, no importaba el qué dijera, senpai en realidad quería absorber su tono de voz, esa voz sumisa pidiendo perdón, voz tímida y tiritona como siempre cuando se disculpaba, solo esa quería oír de él ahora.
“yo no me arrepiento” es cierto, Morinaga en realidad ya no se disculpaba como antes, y no sabría si lo haría ahora, pero quería que lo hiciera.
- Es cierto… soy un egoísta…
Pero senpai también no se arrepentía de su accionar, como Mori tampoco de haberlo abusado así, senpai no se arrepentía de no dejar que se fuera, porque en verdad solo quería tenerlo junto a él, una necesidad enferma, un hecho desesperante que solo se calma al tenerlo cerca.
Pero también le dolía el verlo sufrir, el que las cosas hubieran llegado hasta ese punto, a las lágrimas crudas, a la violación, a lo insano y a lo loco.
- Yo… dije que lo aceptaba… es mi culpa, también yo fui quien lo buscó – murmuraba revolviendo la avena casi lista, el microondas había hace rato dado su “pitito” de listo pero senpai no lo había oído, sumido en sus pensamientos hablados – cómo decirle que… lo acepto… a él… que quiero que se quedé aquí aunque sufra…
Senpai apagó la cocina y tapó la ollita de la avena. Comió en la cocina, donde en realidad más le gusta comer y degustó sin sentir ese platillo que en realidad era insípido, nada que ver con las comidas que le daba Morinaga, comidas que Mori preparaba con esmero y cuidado, memorizando cada característica del plato y los ingredientes para satisfacer cada vez más los gustos de senpai.
“Lo acepto, lo acepto” se repetía sin parar, se había dado cuenta de por qué había dicho aquello esa vez, y más importante, el qué aceptaba, lo aceptaba a él… a sus sentimientos, a que lo deseara a sí, a él, completamente, porque no quería que se fuera, que se alejara, quería tenerlo a su lado aunque ambos sufrieran.
Pero tal vez se había dado cuenta muy tarde de esto, si ya habían llegado al punto de lo insano, si ya había ocurrido un abuso de las magnitudes que había sido, tal vez no servía de nada que senpai se haya dado cuenta que quería estar con Morinaga, que lo aceptaba. Hace un año hubiera sido perfecto, cuando Morinaga aún era el tímido chico que se le declara con tristeza, con dolor y miedo, pero entonces senpai solo pudo pedirle que se quedara a su lado sin conciencia de ello, aun si lo besó a cambio, aun si se atrevió a besar a otro hombre, senpai no había sabido el por qué. Solo sabía que no quería que se alejara, y solo hoy sabía que eso significaba que aceptaba sus sentimientos, incluso no por deber (como una obviedad ya que Mori está a su lado) sino por deseo propio, senpai quería aceptar a Morinaga, quería que todo fuera más fácil, desearía poder quererlo…
- Eh?... ¿quererlo…? – senpai no había casi tocado el plato, recordó tantas, tantas cosas, tantos momentos en que la felicidad se había deslumbrado en ese vivir cotidiano de ellos dos; en el laboratorio, en el casino de la universidad, en casa en esas apacibles tarde, y de pronto… senpai también recordó esos momentos de sexo intenso pero amable, donde Morinaga lo abrazaba tan fuerte como si tuviera miedo de que se le escapara, con la desesperación de contener el tiempo ahí mismo, de alargarlo al infinito y quedarse conectado con él, senpai lo sentía, en esos momentos no pero ahora podía hacerlo… esos momentos también eran felicidad - ….. – senpai se sonrojó y comenzó a sudar nervioso, se había dado cuenta de demasiadas cosas y casi deseó ser diferente, cambiar el cómo era, ir ahora mismo y decirle todo a Morinaga, que entendía todo, que lo aceptaba, que estaba bien hacer esas cosas con él, que juntos podrían alargar ese tiempo… pero no podía, senpai no era así, y aunque ahora era consciente de que quería estar con Morinaga, no alejarse ni dejarlo alejar, de que quería que se quedara aunque sufriera… no podía decirlo, y ¿cómo decirlo? Que era un egoísta, un insensato, un tirano incluso para esto – entonces… - dijo con voz temblorosa para sí mismo – lo que tengo que hacer… - tragó saliva, sin ver la nada pero viendo toda la verdad – es…
CONTINUARÁ.
Ya saben, comentarios aquí abajito o en el cuadro de mensajes al lado xD, tambipen está mi correo: shicakane@hotmail.com para quien quiera escribirme y comentarme (o amenzarme, suele pasar xD).