Fanfic Koi Suru Bou Kun

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domingo, 19 de agosto de 2012

Nuevo fic one shot de SesshomaruXrin: SENTIR


Hola una vez más, después de mucho tiempo he aquí un nuevo fic, lo cierto es que no es precisamente una continuación, es sólo que es la misma pareja y la misma temática perturbarte con juegos de palabras y cosas por el estilo. Debo advertir a propósito de eso, que este fic es un poco “más fuerte” que el anterior, es un poco más gráfica y para evitar problemas no diré qué edad tiene Rin en este fic xD pero no piensen tan mal de mí (ya me ha pasado, pero es cierto que estoy jodida también @-@U) pues nada, sobra decir que muchas gracias a Rumiko Takahashi por crear a Sesshomaru-sama, gracias!!!! *babea* en fin, que lo disfruten, espero sus amenazas de muerte >:D

Nota: el título es una porquería xD

SENTIR

Aún soy una niña, y no entiendo muchas cosas, pero creo que lo que los niños no pueden entender lo presentimos, ya que aún no conocemos tantas palabras ni hemos vivido muchas cosas para explicarlas y pensar mejor. Pero puedo presentirlas, puedo sentir muchas cosas, aunque no pueda explicarlas, cosas como las que me pasan con el señor Sesshomaru.

Me gusta dormir con el señor Sesshomaru, porque es extremadamente cálido, y su cola me envuelve y es tan suave y acogedora; debe ser porque es un demonio que es tan cálido. Entonces, cuando estoy dormitando siento la mano del señor Sesshomaru en mi cabello, creo que le gusta enredar sus dedos en él, aunque no sé por qué. Y siento su respiración muy cerca, y es un respirar tan calmado y cálido. Creo que huele mi cabello, a veces pienso que hace eso porque me está oliendo como si fuera un bocadillo, tal vez quiera comerme, pero yo no siento miedo, no me molestaría ser comida por el señor Sesshomaru, después de todo mi vida es suya, lo es desde que me resucitó… y si me comiera sería parte de él, y eso me haría feliz, ya que sé mejor que nadie que con el tiempo terminaré y no lo veré nunca más entonces… por eso no me da miedo, y sigo dormitando, él debe saber que no estoy dormida del todo, que me arrulla cuando estoy en sus brazos y me mantengo despierta con sus manos y su respirar en mi cabello, es como si me ayudara a dormir su mano en mi piel, su nariz rosándola.

Pero hay veces que su mano acaricia más rápido mi piel, y siento cómo su cola me aprieta más, hasta que me cuesta respirar y abro los ojos, y lo veo. Sobre mí, sin su armadura y su traje abierto, puedo ver su piel clara como la luna llena… pero no puedo ver sus ojos, es tan grande, y su cabello cae sobre mí sin dejar ver más allá. Y su aroma cae con él, con su ropa y su cabello a mis costados. Me siento aprisionada, pero no tengo miedo; pero presiento, aun si no comprendo del todo, que estas caricias son diferentes a la de otros días, porque la respiración del señor Sesshomaru que choca contra mi cara es más rápida y parece que más cálida. Pone mis manos en su boca, y la punta de su lengua toca mis dedos, humedeciéndolas, ¿me está saboreando? Tengo los ojos entreabiertos pero no veo casi nada, aún si estamos cerca de la fogata no puedo ver porque el señor Sesshomaro está sobre mí, y me doy cuenta que soy muy pequeña o tal vez él es muy grande. Y su lengua pasa por mi cuello, mientras su mano acaricia todo mi pecho, me dan unas cosquillas extrañas, y sin darme cuenta yo también respiro un poco más rápido.

El cuerpo del señor Sesshomaru me aplasta tanto, que mis piernas deben abrirse por la presión que provoca en mí, se siente extraño, no entiendo muchas cosas pero sé que… no puedo detener al señor Sesshomaru, y que esto que me está haciendo… es importante, que significa mucho para mí, y tal vez para él. Está tan pegado a mí, como nunca, puedo sentir su piel bajo mis manos, aunque no sé qué hacer, y aunque no sé acariciar me atrevo a hacerlo, también presiento que mis propias caricias son diferentes, como si no fueran de una niña que sin embargo soy. Y lo abrazo, aún si no puedo rodearlo con mis brazos pequeños,  lo abraso. Y él entierra su cuerpo en el mío.

- ah! - no sé por qué di un gritillo, yo misma me doy cuenta que es un gritillo extraño. Entonces el señor Sesshomaru se detuvo… ¿fue mi culpa? ¿Se ha enfadado?

- ….. – se aleja un poco, se sienta, puedo ver débilmente su silueta, tiene una de sus manos sobre la frente, no puedo verlo, la fogata se ha apagado pero por alguna razón no tengo frío.

- l-lo siento… señor Sesshomaru, ¿está enojado? – no sé por qué, pero presiento que fue malo que se detuviera.

Y me mira, todo está oscuro pero puedo ver el brillo dorado de sus ojos al fin, aún en la oscuridad, siquiera eso me da miedo de él.

- Sesshomaru sama… - y se acerca, me toma con su brazo y me pone en su pecho, acaricia mi cabeza, no sé qué significa, pero no está enojado, puedo adivinarlo. Me vuelve a envolver con su cola, y ahora mis manos y mi cara están contra su piel, su respiración aún algo agitada es como si me meciera. - …. Sesshomaru sama… - no sé por qué vuelvo a llamarlo, su mano está sobre mi cabeza, quiere que vuelva a dormir, pero estoy preocupada, estoy asustada, no de él, no de que me coma, si no que se detuviera, no quiero que el señor Sesshomaru me rechace, que se aburra de mí, yo lo quiero – ¿por… por qué se detuvo, Amo?

- ….. – pasa un silencio, comienzo a temblar, y él responde – aún tienes un cuerpo muy pequeño, hay que esperar.

Yo no entiendo muchas cosas porque aun soy una niña, pero supongo, que si el Amo quiere comerme debe querer hacerlo cuando sea mayor, no debe querer que sólo sea un bocado, eso en parte está bien, aún si muero, seré parte del señor Sesshomaru, y hasta entonces, viviré aventuras a su lado, apegada a él como hasta ahora, eso es la felicidad para mí hoy.

- señor Sesshomaru – sus dedos se detienen en mis cabellos, enredados en él una vez más – lo quiero mucho.

Otro momento de silencio, un movimiento lento y natural, el señor Sesshomaru ha pegado su boca a la mía.

Yo no entiendo muchas cosas. Aún soy una niña. Pero sé que eso es un beso, y lo que significa puedo sentirlo, en mí y en él.

FIN

martes, 14 de agosto de 2012

La Matrona de Éfeso

Un relato muy divertido, entre muchos otros, que está dentro de la gran novela "El Satiricón", Fellini también la tomó para su película, y junto con capturas de ésta les transcribo el fragmento de dicho relato:


Había en Éfeso una matrona, con tal renombre de castidad, que las mujeres de los alrededores iban a conocer, con curiosidad, aquella maravilla. Se quedó viuda y no se conformó con las ordinarias demostraciones del dolor, como él con la cabellera suelta detrás de la comitiva fúnebre y arañarse el pecho delante de los circunstantes.

Quiso acompañar al cadáver hasta la última mansión, guardando en la cripta en que, según la costumbre griega, se le sepultó, y llorar noche y día junto a él. Tanta era su aflicción tiene amigos ni parientes pudieron disuadirla. Quería morirse de hambre. Los mismos magistrados tuvieron que retirarse después de hacer la última tentativa para convencerla. Todo el mundo lloraba por muerta a una mujer que tan raro ejemplo de fidelidad ofrecía, y llevaba cinco días sin probar alimento. Una criada fiel acompañaba en su triste reclusión, mezclando su llanto con el de su dueña, avivando la llama de la lámpara que sobre el féretro ardía cada vez que parecía próxima a extinguirse. No se hablaba en la ciudad más que de aquella sublime abnegación y todo el mundo la citaba como rarísimo ejemplo de castidad y de amor conyugal.

Ocurrió al mismo tiempo que la justicia mandó crucificar a varios ladrones muy cerca de la cripta donde la matrona lloraba la reciente viudez. A la noche siguiente, el soldado que guardaba las cruces para evitar que alguien desclavar el cuerpo de algunos ladrones con el fin de darle sepultura, vio una luz que brillaba entre los sepulcros y oyó los gemidos de la viuda.

La curiosidad innata en todos los hombres lo impulsó bajar al subterráneo para averiguar lo que allí ocurría. En cuanto vio a una mujer de tan soberana hermosura, se detuvo asombrado como si se encontrara delante de un fantasma o de una aparición sobrenatural. Pronto salió de su terror al ver el cadáver tendido encima de una piedra y a la mujer llorando y mostrando en el arañando rostro los rastros de las uñas. Se dio al fin cuenta de que allí no había más que una viuda inconsolable.


Comenzó por llevar a la tumba su frugal cena, y exhortó a la hermosa exigida a que no se dejara dominar más tiempo por un dolor inútil, por estériles llantos. “La muerte - le dijo - es el final de cuanto existe: la tumba es el asilo de todos”. Agotó cuantos lugares comunes suelen usarse con intento de curar las heridas del alma. Pero aquellos consuelos que un desconocido le ofrecía irritaban aún más el pesar de la viuda, que con mayor desesperación arañaba el seno y se mesaba la cabellera. No se dio el soldado por vencido e insistió en ofrecerle de cenar. La criada, seducida indudablemente por el olor del vino, no pudo resistir, por su parte, a tan cortés invitación, y extendió la mano hacia los alimentos que le presentaban, y, en cuanto cobró algunas fuerzas, luchó también contra la terquedad de la desconsolada.


Entonces, le reprochó: “¿De qué te servirá dejar de morir de hambre, enterrarte viva, devolver a la de eternidad un alma que aún puede disfrutar de la vida? ¿Qué gran favor le haces al difunto con eso? Vuelve a la existencia; desengáñate de un error demasiado extendido en nuestro sexo; goza mientras puedas la luz del sol. Este cadáver basta para que comprendas cuán grato es el vivir. Da oídos a quien te excita alimentar y a no dejarte morir”. Entonces, extenuada por la larga abstinencia, la viuda se dejó vencer y comió y bebió con tanta ansia como antes la criada.



Es sabido que la satisfacción del apetito da nacimiento a nuevos deseos. Animado por la primera victoria, el soldado empleó, para triunfar de la virtud de la viuda, argumentos semejantes a los aducidos para que comiera. El soldado era joven, ingenioso guapo, de todo lo cual se hizo cargo la matrona, cuya criada, para hacérsele grata, no dejaba de incitarla a dejarse vencer. Para abreviar: después de haberse rendido a las solicitaciones del estómago, se rindió la viuda a las del corazón, y no sólo aquella noche, sino los dos días siguientes se acostó con el soldado, no sin cerrar cuidadosamente la entrada de la cripta, con lo cual todo amigo o pariente que por allí hubiese pasado habría creído que la viuda fiel había muerto de dolor junto al cuerpo de su marido.


El soldado, al cual tenían loco de contento la belleza de su amada y lo misterioso de aquellos rumores, compraba de día todo lo mejor es un recurso le permitían, y lo llevaba pos las noches al subterráneo, pero, entre tanto, enterándose los parientes de uno de los ajusticiados de que no estaba en su puesto el guardián, cogieron el cuerpo y sepultaron. Figuraos el terror del pobre soldado, que no pensaba más que en el placer, cuando al día siguiente vio una de las cruces sin cadáver. Despavorido por el suplicio que le esperaba, fue a buscar a la viuda y le informó minuciosamente de cuanto había ocurrido.



“No aguantaré a que e sentencien – exclamó -, y mi propia espada, antes que el mandato del juez, castigará tal negligencia. Lo único que te pido es que me concedas un asilo en esta tumba; coloca a tu amante junto a tu esposo”. La mujer, compasiva y casta, dijo: “¡No permitan los dioses que tenga que llorar tu muerte después de la suya! Más vale crucificar a un hombre muerto que dejar perecer a un hombre lleno de vida”. E inmediatamente dispuso sacar del féretro el cuerpo del difunto y ponerlo en la cruz vacante. Se apresuró el soldado a seguir la ingeniosa indicación de aquella mujer prudentísima. Y al día siguiente el pueblo admiraba el prodigio de que un muerto hubiese vuelto espontáneamente al patíbulo.