Cabalgando va Caronte,
Lleva a Dighenís al Hades,
Y con él a muchos otros.
Llorando camina el humano rebaño.
Los lleva muy bien atados
De su caballo a la grupa:
La flor de la gallardía
Se lleva y de la hermosura.
Como no se doblegará
Bajo los pies de Caronte,
Sólo el Akrita, inmutable,
Al caballero se enfrenta:
El Akrita soy, Caronte;
¡Yo no paso con los años!
En la marmórea era,
Me rozaste, no venciste.
Yo de Salamina soy
El alma indestructible.
Yo traje a Constantinopla
La espada de los Helenos.
Yo no me pierdo en el Tártaro;
Yo solamente descanso.
Reaparezco a la vida
Y resucita mi
pueblo.
(Costís Palamás 1859 – 1951).
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