Espero no me maten por subir un fic que no sea de koi suru xD, éste estará listo creo que la próxima semana, me faltan unas cuatro páginas más para que quede lo decentemente largo como les gusta :3. Mientras, disfruten l@s que los desean este fic, a continuación el resumen que puse en fanfiction para que se hagan una idea de qué va esta locura:
Si alguien desea leer algo lo suficientemente tétrico con un toque hentai, pero más que eso un par de parafilias más que tabú para toda la humanidad, mostradas aquí de forma suave y no sutil, suficientemente obvias para denigrar lo sexual, relacionándolo con la muerte, la sangre, la oscuridad; este es su fic.
- Buenas noches, Walter.
- Buenas noches, Señorita
Integra.
Sir Inbtegra Fairbrook Wingates
Hellsing entra a su habitación tras despedir a Walter que se quedaría tras la
puerta, toda la noche, parado como estatua y con larga paciencia como todas las
noches. Integra se acerca a su escritorio, y da una última ojeada a los documentos
que dejó Walter antes de retirarse; Ella suspira, se quita sus gafas y se
masajea los parpados unos segundos, y vuelve a suspirar nuevamente, planea irse
a dormir de inmediato por lo que comienza a quitarse su chaqueta, la cuelga en
el armario y se quita su pañuelo, dejando que su camisa que se sostenía por
ella se entreabriera mostrando el relieve del inicio de su entrepecho, que sumado
a su estrecha cintura que ocultaba su chaqueta hacían recordar su femineidad
olvidada por su rudeza y su aire de poder.
Integra desbotonaba su camisa
cuando sintió la vibración maligna de tras suyo, y paró su accionar para
indagar lo que ya sabía.
- Alucard.
Y detrás de ella esa aura
maligna se materializó, una oscuridad como sombra líquida tomó forma medianamente
humana hasta que lo negro se volvió rojo en la chaqueta de Alucard, y éste
sonriendo contestó.
- sí, my master. – con una
reverencia sínica, mostrando sus colmillos perfectamente blancos en su sonrisa.
- no recuerdo el haberte
llamado. – contestó Integra ante el cinismo que no veía, y detuvo su
desabotonar, su voz era fría, pero su respiración delataba ante los sentido
agudos de Alucard la perturbación de su sorpresa.
- My master – repitió Alucard,
sus ojos rojos se intensificaron más como si el haber repetido esas palabras
cargarán de emoción su significado – necesito alimento… - su voz sonaba como un
eco sobrecargado unos tras otro, y la habitación se enfrió como si su aliento
fuese la causa con cada palabra dicha.
- Walter no te dio de comer
hoy? – preguntó con cinismo a la vez Integra, que no se quedaba atrás mientras
“hacía como que” leía los mismos papeles que había ignorado hace minutos atrás.
Alucard sonrió lo que se
creería que ya no podía sonreír, como si le hubiera complacido más que nada esa
ironía, estimulando más “su” juego. Y se enderezó, se acercó unos pasos,
lentamente mientras no paraba de mirar la espalda de Integra con unos ojos que
la atravesaban, que la hacía sentir nerviosa, incomoda, algo débil, lo que más
odiaba.
- sí me dio de comer… pero yo…
- su voz arrastrada hacía sentir el aire más frío que lo que en realidad estaba
– busco otra sangre. – en el momento de que las últimas letras de esas palabras
salieron su fría boca, Integra ya sentía a Alucard tan cerca de su espalda que
no pudo evitar dar un pequeño temblor, como un escalofrío, no por el mismo frío
que Alucard podía provocar por su malignidad, sino más bien, por el inevitable
instinto, el inevitable miedo que él hacia sentir en los demás, incluso en
ella, su Ama.
- sangre…? – repitió tratando
de mantener la compostura, aguantando el deseo de alejarse ante la respiración
profunda de Alucard que sentía en su nuca, pero no… alejarse solo lo divertiría
más, y ella no quería caer en su juego.
- sí, mi Ama, tu sangre…. –
respiró más profundo, queriendo hundir su rostro en sus cabellos pálidos y
olerla como lo deseaba, pero el aguantarse y esperar sabía que le significaba
una mejor victoria, más sabrosa y más prolongada, tenía suficiente experiencia
en esto para saber cómo ganar.
- otra vez? – pregunta Integra
con casi resignación, hace un mes le había dado de su sangre, único alimento
que en verdad degustaba Alucar: la sangre de su Amo. El alimento que buscaba
con desesperación ya que sabía que no podía beberlo del todo, que estaba
prohibido, alimento del cual era adicto desde la primera vez que lo bebió, del
suelo de ese calabozo, viendo la cara de horror de Integra – apenas hace un mes
que te alimenté…
Integra no se movió, en sus
adentros pensaba si estaba bien volver a alimentar a Alucard, ya que bien sabía
que si no lo hacía algún problema le daría a futuro, ya sea como despecho, o
tal vez lo haría inconcientemente, pero la verdad era que una parte de ella
quería también alimentarlo porque el ser alimento de vampiro daba un extraño éxtasis,
una extraña resignación y hasta un extraño poder, se sentía más dueña de
Alucard al darle su sangre, más dueña de él que nunca pues sabía que él en realidad
no era para nada sumiso con ella, verdaderamente suyo, y hasta sospechaba, que
él era el que la dominaba a ella, y ahora?
- My master… - dijo con voz más
arrastrada aun, como un susurro, susurro que atravesó su cabello a medida que
sus manos se ponían en el escritorio, cada una a cada lado de su silueta,
aprisionando a Integra ya que no podía aprisionarla con sus brazos como
deseaba, saborear esa piel, morderle el cuello hasta la muerte.
- No tendrás este alimento,
hasta dentro del próximo mes, Alucard. – dijo Integra con su acostumbrada voz
autoritaria y fría, y cogiendo un hermoso abrecartas metálico y con una
frialdad venida de la costumbre, cortó un poco la palma de su mano, una herida
poco profunda pero a todo lo largo de esa palma, y apenas salió la sangre
Alucard se descontroló por el olor, el color, la textura, y pronto por el
sabor, su boca se lleno de agua, y su cuerpo casi tiritó. Integra entonces
elevó su mano y aún sin voltearse se la dio a Alucard, el cual como nunca
pierde su actitud serena (más que en una gran lucha) la perdió entonces, y una
de sus manos, la derecha, copio a su vez la mano de Integra ensangrentada
sosteniéndola para que no escapara (tal vez era instinto de depredador) y su
boca al fin se unió a su mano, su lengua se hundió queriendo abrir más de esa
herida, contornando sus dientes para no morderla y despedazarla, y su nariz se hundió
en su palma, manchándose se sangre, haciendo ruidos de bestia, excitándose.
- nn! – Integra aguantaba ese
dolor del cual ya estaba acostumbrada, y ahí el éxtasis, ese extraño
sentimiento de placer y dolor, de posesión y sumisión a la vez, sentimiento que
la hizo voltearse, aun si Alucard no dejaba su mano y como si fuera un perro
grande, Integra lo movió con solo mover su mano, degustando el poderío momentáneo,
hasta que puso su mano frente a ella, y por tanto, Alucard al frente de ella,
justo frente a su rostro, que ya estaba sonrojado y temblante sea por el dolor,
sea por el poder.
Alucard entonces abrió sus ojos
que habían estado cerrados desde que comenzó a degustar la sangre, e Integra pudo
ver los ojos del asesino, de la bestia, del vampiro como nunca, porque nunca
puede ver esos ojos en sus batallas demoniacas, solo entonces, cuando la
consume, ojos rojos, más rojos que su propia sangre, más rojos que nada,
penetrantes, fríos, muertos, de asesino.
Pero Integra no se asustó, o si
tenía miedo, era de otra clase, uno que aun no conocía la humanidad, solo ella.
Su rostro volvió a ser serio, casi solemne, pero Alucard pudo percibir, sea por
su instinto vampírico, sea por estar bebiendo su sangre, cómo ella en realidad
estaba perturbada, por ese placer extraño, por ese éxtasis que le carcomía su
penosa personalidad fuerte.
- …… - Integra no decía nada,
igual que Alucard, que se degustaba de absorber su expresión, sus ojos a través
de los propios a la vez que consumía lo máximo de sangre posible de esa herida
en realidad pequeña.
Y cuando ya estaba terminando
la sangre, bloqueada de salir por los glóbulos rojos amontonados en la delicada
herida, Alucard comenzó a lamerla, con su lengua de punta, gruesa y roja, que
en esa cara pálida, blanca, se veía casi tan potente en su color sino fuera
superado por los ojos rojos y penetrantes de Alucard, entre sus cabellos tan
oscuros como la noche más profunda.
- cuando eras pequeña… -
susurró al fin Alucard, rompiendo el silencio solemne, y lo cual hizo alterar
un tanto el nerviosismo de Integra, casi quiso alejar su mano, peor no lo hizo
– me alimentabas más seguido…
Ese comentario casi parecía melancólico,
como si el vampiro en realidad extrañara esa época, esa comida; o tal vez era
otro comentario irónico, otro comentario que buscaba doblegar más el cuerpo y
el corazón de Integra.
- en esa época, - contestó a su
vez Integra, decidiéndose de quitar su mano, pero sin concretar el movimiento –
la juventud me pudo haber hecho manejable. – y fríamente quitó su mano, aunque
con suavidad, demostrando que no lo hacía de turbación, sino que precisamente
porque no era manejable ahora. Ante esto Alucard sonrió, sus dientes seguían
siendo tan blancos a pesar de beber la sangre; aunque contrario a su frialdad
sínica el extrañó ese dejar de su mano, esa sangre acabándose.
- en esa época, podía estar en
tu lecho. – cada palabra salió con la simpleza de la confianza, y en parte con
la picardía de querer perturbar de Alucard. Pero Integra no se perturbó tanto
como se pensaría, ya que la misma confianza no la dejaba, lo que Alucard decía
era cierto.
- …… - pero no dijo nada, solo
lo miró desafiante, se volteó ignorando que aún la otra mano de Alucard – vete,
debo acostarme.
- me llamabas en la oscuridad –
continuó Alucard, volviendo al susurro en su nuca, penetrante – para envolverte
en mi propia oscuridad, y así no tener miedo…
Integra trató de continuar
desabotonando los botones, pero no pudo, no pudo evitar oír la voz profunda de
Alucard, aunque sabía que él no estaba usando sus poderes demoniacos para
hipnotizarla, aún así ella sentía que no podía dejar de oírlo, de ver esos
recuerdos de miedo y sueño, de sus brazos entonces pequeños abrazando un cuerpo
frío de muerto, dándole su propio calor, y sintiendo una extraña oscuridad
entre material y liquida, como sangre coagulada que no manchaba, mientras se dormía
enredando sus dedos en los cabellos de Alucard, oyendo los murciélagos de su
cuerpo aletear a lo lejos, y oyendo su respiración en su cuello, inhalándola.
Alucard volvió a acorralarla
del todo, poniendo su otra mano otra vez en el escritorio y apegando su pecho a
su espalda. Él también había recordado y quería volver a ellos, a sentir el
cuerpo inalcanzable y prohibido de su Ama, virginal…
- las sábanas en la oscuridad tomaban
mi sombra, y de pronto yo estaba en la cama, sobre ti… - sus susurros salían de
su boca casi sin voluntad, como si verbalizar en voz alta sus recuerdos,
decírselos a ella y hacerla recordar a su vez, podrían satisfacer en parte los
deseos de repetir en el presente esos olvidos.
Alucard se había acercado más,
el deseo de consumir más de ella, el instinto de depredador se había
sobrepuesto en él, instinto que siempre contenía, en especial y de alguna
manera ante Integra, sólo dejándolo salir cuando era libre de matar… ¿pero
acaso lo que deseaba hacer a Integra en ese momento, no era simplemente otro
tipo de aniquilación?
Ahora él deseaba enfriar el
cuerpo de Integra…
Sentirle y hacerla sentir a
ella misma su feminidad, su carne, su sangre, y es que sólo por el hecho de ser
su Ama y él ser suyo, Alucard deseaba tomarla del todo, hasta la última gota
¿no tenía de cierta forma, el derecho?
Deseaba cuidarla eternamente
hasta su muerte, esperando que su sueño se hiciera eterno de forma natural y
entonces, sólo entonces devorar su carne, sin importar lo marchita y seca que
estuviera, iba a ser de ella y eso le bastaba.
Y podía esperar, 50 años o más
no son nada para él, nada para ese momento glorioso, y cuidaría de ese momento,
la protegería para que no fuera asesinada, para que de forma paulatina su
cuerpo y mente se fueran denigrando hasta que aceptara su fin, y el fin que él
le daría… sí, esperaría ese momento, en un rincón oscuro de su cuarto, y en el
instante culmino la envolvería en su oscuridad, le daría el último beso antes
de devorarla, degustando la entrega que le da la muerte a los humanos.
Sí, debía esperar, debía
protegerla, mantenerla viva, aún si él deseaba a su vez adelantar ese momento,
el matarla.
- déjame cuidar tu sueño una
vez más… - la voz fue susurrada de forma tan baja y penetrante, con su aliento
frío golpeándole el cuello que Integra olvidó del todo el dolor en su mano, y
deseó estar en la oscuridad de Alucard.
CONTINUARÁ.
Comentarios, cartas de muerte, aquí abajito, o en el cuadro de chat, o si desean a mi correo:
shicakane@hotmail.com paz y amor!
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