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martes, 7 de febrero de 2012

Fragmento Machista del Decamerón (pa puro hacer odiar)

(Terminado El Decamerón, libro de 600 páginas, subiré algunas entradas de él, fragmentos y/o historias).


He aquí un fragmento del Decamerón para puro hacer odiar por su tono y contenido machista (enunciado para más, por una mujer), pero en verdad, no lo comparto con el ánimo de quejarme, ya que hay que recordar la época en que se escribió y de la que estamos ya muy lejos de ella, tanto en costumbres como en pensamientos, aunque, sin embargo, cabe mirar que si sentimos que algo en este escrito aún pasa hoy en día, bien sería entonces quejarnos, porque no corresponde a los tiempos, ni a las personas, que rabia… ¬¬


Novena jornada del Decamerón, cuento noveno (fragmento):


>> Amables señoras, si con mente recta miramos el orden de las cosas, muy fácilmente conoceremos que toda la universal multitud de las mujeres está a los hombres sometida por la naturaleza y por las costumbres y por las leyes, y que según el discernimiento de éstos conviene que se rijan y gobiernen; y por ello, todas las que quieran tranquilidad, consuelo y reposo tener con los hombres a quienes pertenecen, deben ser con ellos humildes, pacientes y obedientes, además de honestas, lo que es especial tesoro de cada una. Y si en cuanto a esto las leyes, que al bien común miran en todas las cosas, no nos enseñasen (y el uso y la costumbre que queremos decir, cuyas fuerzas son grandísimas y dignas de ser reverenciadas) la naturaleza muy abiertamente lo muestra, que nos ha hecho en el cuerpo delicadas y blandas, en el ánimo tímidas y miedosas, en las mentes benignas y piadosas, y nos ha dado flacas las corporales fuerzas, las voces amables y los movimientos de los miembros suaves; cosas todas que testimonian que tenemos necesidad del gobierno ajeno. Y quien tiene necesidad de ser ayudado y gobernado, toda razón quiere que sea obediente y que esté sometido y reverencie a su ayudador y gobernador; ¿y quiénes nos ayudan y gobiernan a nosotras sino los hombres? Pues a los hombres debemos, sumamente honrándoles, someternos; y la que de esto se aparte estimo que sea dignísima no solamente de dura reprensión, sino también de áspero castigo.


Y a tal consideración, aunque ya la haya hecho otra vez, me ha traído hace poco Pampínea con lo que contó de la irritable mujer de Talano: a quien Dios mandó el castigo que su marido no había sabido darle; y por ello juzgo yo que son dignas (como ya dije) de duro y áspero castigo todas aquellas que se apartan de ser amables, benévolas y dóciles como lo quieren la naturaleza, la costumbre y las leyes.


Por lo que me agrada contaros el consejo que dio Salom6n, como útil medicina para curar a aquellas que están afectadas de este mal; el cual, ninguna que no sea merecedora de tal medicina, piense que se dice por ella, aunque los hombres acostumbren decir tal proverbio: Espuelas pide el buen caballo y el malo, y la mujer buena y mala pide palo. Las cuales palabras, quien quisiera interpretarlas jocosamente, inmediatamente concedería que son ciertas de todas, pero aun queriendo interpretarlas moralmente, digo que habría que admitirlas.


Son naturalmente las mujeres todas volubles e influenciables y por ello, para corregir la inquietud de quienes se dejan ir demasiado lejos de los límites impuestos, se necesita el bastón que las castigue, y para sustentar la virtud de las demás, que no se dejen resbalar, es necesario el bastón que las sostenga y las asuste. (…) <<



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