Judy no pudo darse cuenta cómo las cosas fueron
lentamente en esta dirección, la cotidianidad se deslizó peligrosamente a esto
sin (quizás) ninguno de los dos hubiera podido detenerlo ¿de verdad esto puede
escogerse? ¿es una opción?
Solo
puede recordar el momento preciso del primer beso, siquiera la primera caricia,
ni siquiera el primer abrazo, tan natural siempre para ellos. ¿Natural? ¿Cómo podía
ser natural el que se abrazaran, diferentes especies e incluso un depredador y
una… presa? Pero así era, increíble cómo sus cuerpos se atraían como si fuera
natural, de verdad natural, ella no se daba cuenta cuando su pequeña patita
acariciaba su enorme pata con peligrosas garras, y sí, la acariciaba, al
hablar, al caminar, no se daba cuenta cómo su cuerpo se cercaba más al de él,
era desesperante.
Y
Nick, pues Nick parecía más consciente de ello, al menos la coneja pensaba que
incluso se burlaba de esto que ya le parecía una debilidad de su parte, pero no
sospechaba que el zorro estaba en la misma situación. Desde el primer día que
la vio le pareció sencillamente hermosa en su imagen pequeña e inocente, luego
sintió compasión por ella, pensando que ese hermoso corazón sería pisoteado en
la gran ciudad, tomando la cruel decisión de hacerlo él mismo si es que era
necesario endurecerla. Al final la supervivencia del más fuerte no ha cambiado
desde la prehistoria, solo que los depredadores son otros, no los que
necesariamente comen carne. Pero cuál fue su sorpresa al verla nuevamente,
fuerte, engatusándolo en su propio juego, un animalillo tan pequeño pero tan decidido…
fue inevitable no admirarla y creer en ella, querer creer en ella y en su sueño
de que todos somos iguales, de que se puede ser lo que uno quiera; y él ya
sabía lo que quería, tampoco pudo darse cuenta, fue demasiado tarde cuando ya
la estaba besando: la quería a ella.
¿En
Zootopia puedes ser lo que quieras? Pues él quería ser uno con ella.
Nick había
comenzado con un coqueteo sutil, incluso propio de su personalidad, siempre
bromista y burlón, presionaba la cabeza de Judy burlándose de lo pequeña que
era como comúnmente lo hacía, pero ese tacto con el tiempo terminó en una
caricia, en deslizar sus dedos por sus orejar y reírse de los escalofríos que
le causaba, que le encantaba causarle, y luego seguir burlándose de su sonrojo,
de su cara apenada, para terminar en frases como: “pero si te vez tan linda
enojada, zanahorias.” Así con el tiempo incluso se había dado atribuciones de
las cuales los demás en la comisaría peligrosamente estaban cayendo en cuenta,
como hablar por ellos en plural “nosotros aquí”, “nosotros allá” todo el tiempo
(aunque Judy también lo hacía) o responder por ella y pensar como si fueran
uno. En realidad no son conductas tan extrañas cuando se es compañero de
equipo, pero los demás podían sentir que esto iba más allá, Nick lo sospechaba
y Judy trataba de no pensar en eso, ni de sentirse nerviosa cuando al caminar
Nick ponía su mano en su espalda, mano que luego bajó a su cintura.
Se estaba
volviendo hasta posesivo, era celoso con su afecto aunque de una forma muy
sutil, siempre tapada en sus lentes oscuros y su postura desinteresada, pero
podía sentir una presión especial cuando encontraba a Judy hablando con demás
compañeros, cuando se quedaba más del tiempo necesario en la recepción hablando
con el leopardo regordete, o demasiado tiempo en la oficina del jefe. Nick la
perseguía, aunque en realidad siempre estaban juntos, por mutua atracción y
Judy nunca le rechazaba ninguna propuesta, desde que la fuera a buscar y recoger
al trabajo, hasta almorzar juntos o ir a algún sitio después del trabajo para
distraerse. Judy trataba de no ser consciente de su inutilidad ante las
peticiones del zorro, y Nick que ya se había dado cuenta mucho antes de Judy de
estos extraños deseos no tenía demasiados tapujos para sacarle provecho a eso,
como una maligna estrategia para cazar al conejito, sep, definitivamente hay
cosas que la naturaleza no olvida, y tampoco Nick había dejado su personalidad
astuta y hasta timadora.
No dudó ese día cuando
le propuso verse en su día libre.
- ey,
zanahorias, mañana tenemos libre, no? – casi a posta había cuidado tener libre
los mismos días que ella, sí, definitivamente seguía siendo un zorro astuto –
quieres ir a algún lado? – trató de decirlo con la máxima naturalidad posible,
con sus lentes oscuros, siquiera mirándola, tomando un sorbo de café. Vamos,
son amigos, no es tan raro invitarla a algún sitio, no? Aunque hay que
considerar que la ve todo el día, todos los días, pero simplemente no es
suficiente, no era suficiente.
- oh, sí? A
dónde? – dijo Judy nerviosa, bajó sus orejas sin darse cuenta y dio pequeños
saltitos con sus pies, a Nick le pareció condenadamente adorable, pero tuvo que
contener sus ganas de burlarse o hubiera sido contraproducente.
- conozco un
negocio de ramen muy cómodo y delicioso, y creo que tienen ramen de zanahoria –
le guiñó un ojo seductor bajando sus lentes, esos ademanes coquetos también se
habían hecho comunes y por supuesto, él ya había averiguado previamente sobre
ese ramen especial zanahorias.
- oh, suena
genial! Claro! – dijo nerviosa ante la mirada seductora del zorro, pero
sospechaba que dijera lo que dijera hubiera respondido afirmativamente, se
avergonzaba de su propia debilidad con él.
- Decidido, paso
por ti mañana a las 8 – y comenzó a caminar, el descanso había terminado, o más
bien ya había conseguido lo que quería.
- a las 8? No es
muy tarde? – Judy lo alcanzó, mirándolo extrañada.
- oh no, es
perfecto. – botó el vaso desechable de café a la basura, y siguió con su sonrisa, su plan había comenzado.
***
Judy sospechaba que se estaba arreglando más de la
cuenta, era solo una salida de sábado por la noche y considerando que mañana
domingo también tendría libre no era tan “extraño” salir de “noche”, no? Podía
darse esos gustos a estas alturas.
Pero
entonces, ¿Por qué se preocupada tanto de escoger un vestido en vez de sus
clásicos vaqueros de siempre? No solía usar vestidos, era algo que hace tiempo
había dejado, ya casi no iban con su personalidad, pero una parte de ella
quería verse linda, más linda para Nick, aunque no entendía el por qué. En fin,
la decisión no fue difícil, ese vestidito rosa era el único que tenía, y aunque
su corte era tal vez demasiado infantil, se animó a usarlo.
Nick
le envió un mensaje al rato por el celular, ya estaba abajo esperándola en su
auto. Ella pensó rápidamente si alcanzaba a ponerse sus vaqueros, pero no, era
demasiado tarde ¿qué cara pondría Nick? ¿Le diría algo por ese fino brillo
labial rosa que se animó a ponerse? Regalo de su madre, que ya hace un tiempo
la presionaba para conocer a “alguien”.
Llegó
abajo y rápidamente entró al auto casi temblando sin hacer contacto visual
tensa a la espera del ansiado comentario.
- ey,
zanaho- se calló en seco, no había caído en la cuenta del conjunto de su
compañera hasta ese momento en que volteó a saludarla. Se quedó embelesado
mirándola, cómo sus piernas quedaban expuestas colgando del asiento, por ese
vestido rosa que ofrecía sus muslos. Por poco sintió que perdería el control.
- je,
qu-qué? – dijo nerviosa mirando hacia afuera, de reojo a Nick.
-
mmm, nada, solo que te ves muy bien – sonrió confiado el zorro.
- oh,
de verdad? – ahora lo miraba directamente, sonrojada y sonriente.
- sí,
deberías ir así a la oficina – respondió volteando su perfil, prendiendo el
automóvil.
- jo,
qué pesado – sonrió otra vez, pero tan feliz.
Ya en
el local pudo calmarse un poco, el lugar consistía en un sitio pequeño pero
acogedor, había sido fundado por unos animales provenientes del Japón, por lo
que su estilo si bien no era sofisticado tenía un aire orientar de veras, con
cabinas para cada mesa y una luz tenue para todas lo que daba cierta privacidad
a cada espacio. El menú era diverso pero la especialidad de la casa era un
enorme ramen, contundente en especial para soportar luego las enormes jarras de
cerveza acompañado de una pequeña tabla para picar.
Entre
conversas y conversas pronto bajaron sus ramen (el de Judy su anhelado especial
de zanahorias) y pronto dieron paso a la cerveza, Judy no solía beber
demasiado, en realidad casi nunca aunque en su localidad se solía tomar sidra
de zanahoria, pero viendo de reojo cómo Nick bebía sin más, ella no quiso ser
menos. Era una coneja adulta, con trabajo y sitio propio, en la gran
metrópolis, iba a aguantar unas jarras de cerveza.
Por
su lado el zorro la miraba y la animaba a seguir conversando de mil cosas
varias, hacerla reír, disfrutar cómo sus ojos brillaban más por el alcohol y
sus mejillas regordetas y (suponía) suaves se sonrojaban, su hermosa sonrisa.
- ya
estás en las nubes, zanahorias?
- oh,
claro que no jajaja – reía risueña, ya había pasado el umbral de la
desinhibición, y además de su risa explosiva, se le había hasta soltado la
lengua más de lo que normalmente lo hace. – soy una coneja fuerte e
independiente, esto no es nada para mí.
-
pues cuando quieras nos viramos – el zorro sonreía, había estado acariciando su
mano hace un rato y ella aunque contestaba el tacto era como si no se hubiera
dado cuenta. Él pensaba que visto desde afuera parecerían una pareja común,
claro, efectuando el hecho de que eran de diferentes especies.
Pero
en ese lugar, tenuemente apartado y cerrado, con esa conejita algo subida por
el alcohol, tal vez sus fantasías podrían concretarse.
Se
lanzó, con su propio nerviosismo en su vientre, por fuera parecía igualmente
relajado, confiado y burlón, el alcohol no le había afectado en lo más mínimo
tampoco, pero por dentro, por dentro le temblaba el alma, no quería que Judy lo
odiara, pero la conocía ya tan bien, la quería ya tanto que estaba seguro, en
un 97% que no lo rechazaría. ¿Pero y ese 3%?
- Pero parece que ya se te subió a la
cabeza – se acercó lentamente a su rostro y su enorme pata se posó en la
mejilla de ella, podía sentir en sus dedos ese esponjoso pelaje, esa suavidad
que tanto deseaba.
Ella
lo miró, con sus enormes ojos brillantes, sonrió otra vez, se le escapó una
suave risa y movió su cara como animando su caricia ¿Era consiente Judy de aquello
que provocaba?
-
jeje, estoy bien. – cerró los ojos, apoyó más su rostro entre (curiosamente)
las garras del zorro. – me siento bien.
No se
refería al alcohol.
Nick
la miró seriamente por unos segundos, esos ánimos que ella le daba, de más
tacto, de más cercanía lo estaban enloqueciendo por dentro, quería estrecharla
en sus brazos, peligrosamente apretarla, besarla quizás con demasiada
brusquedad…
- Podríamos
ir… - dejó escapar – a otro lugar…
Ella
volvió a mirarlo, él pensó que había captado la indirecta ¿la aceptaría? ¿lo
aceptaría como todo lo que proviene de él, cada palabra, cada acción?
-
pero no puedes conducir bebido, es contra la ley jeje… - dejó escapar
ingenuamente, aún con media cara en su garra.
- …..
jeje –sonrió, retirando su mano, pero no iba a rendirse – pero podemos ir a mi
apartamento, queda cerca.
La
verdad es que Judy no pensó demasiado en sus palabras, era cierto que el alcohol
se le había subido a la cabeza y casi se le cae el cuerpo cuando Nick retiró su
mano de su rostro, pero confiaba tanto, tanto en él que como siempre lo
seguiría a donde fuera.
-
bueno – pero lo sospechaba, lo anhelaba, una parte de ella, no tan oculta
estaba esperando también ese ansiado momento.
Se
fueron caminando lentamente, tomados de la mano ante la mirada incomoda de
algún que otro transeúnte en esa solitaria calle tan ya de madrugada, y
siguieron hablando entre risas y suaves empujones del trabajo y la vida, sin
demasiada profundidad, el alcohol no lo permitía, y Nick hacía como si la
sostuviera de vez en cuando tomando su cintura, atrayéndola hacia sí, yendo
cada vez más lejos. Judy intentaba seguir borracha, con todas sus fuerzas, pero
paso a paso que daban su cuerpo volvía lentamente en sí, su conciencia
despertaba.
- Es
aquí, nunca has venido antes aunque yo siempre voy al tuyo. – subieron en extraño
silencio los escalones hasta el tercer piso, era un departamento pequeño (no
tan pequeño como el de ella, claro) pero acogedor (más que el de ella
definitivamente) – te haré un café, te sentará bien. Siéntete en casa,
conejita.
Ella
se sentó mirando alrededor, absorbiendo cada parte de ese departamento de
soltero simple y hasta algo amontonado, expresaba su personalidad, alguien
disperso y relajado. Y entre medio de esa visión pensaba qué hacía ahí, para
qué había ido, por qué había bebido tanto, por qué había aceptado esa
invitación.
Eran
amigos, sí, hace más de un año, tenían mucha confianza el uno del otro, se
trataban casi como iguales, sin importar la especie o el sexo, se querían… ella
sabía que se querían. Lo sentía en cada gesto de él y en cada vez que la
tocaba, con una suavidad y a la vez fuerza, tan seguro, sin ninguna duda, sin
ningún prejuicio y ella… ella seguía haciéndose la borracha cuando en realidad
el alcohol había bajado en gran parte su dosis en su cuerpo.
- Es
un acogedor lugar – dijo en realidad por decir algo.
- oh,
gracias, con el sueldo de policía lo mantuve – se acercó con una sonrisa al
sofá, con dos jarras humeando de café suave – ¿pero sabías que ganaba más como
timador? – se sentó a su lado, cruelmente bromista.
- jo,
no digas eso – le pegó ella un suave empujón – eres más feliz así.
Nick
dejó los cafés en el mueble a su lado, la miró con su sonrisa usual y puso su
mano en su muslo desnudo, acariciando ese suave pelaje, misterioso para él
hasta ese momento.
- sí,
es cierto, ahora soy más feliz, si se puede.
Judy
le sonrió, con demasiada soltura, era increíble cómo su tacto en ella no la
alarmaba como debería, cómo estar a solas con él en ese solitario departamento
no le advertía nada, estar con un depredador, con un astuto y engañoso zorro no
la ponía en guardia en lo más mínimo. Todo lo contrario, cada acción, cada
gesto de él en ella le parecía tan natural que también puso su mano sobre sus
garras, su pequeña mano en la de él tan grande y peligrosa.
- yo
también.
Nick
la miró con algo de seriedad otra vez, su sonrisa desapareció y sus ojos
brillaron un poco más, la miraba a esos enormes ojos brillantes, y de paso a su
pequeña nariz rosada que a ratos daba pequeños saltitos que lo estaban
enloqueciendo de ternura y algo más; y esa pequeña boquita, no hecha para besar
a un zorro, si no a otro conejo, lo sabía bien, pero que tanto deseaba besar.
-
Judy – con extrema suavidad, controlando el más mínimo impulso brusco que tanto
sentía el zorro unió sus labios a los de la coneja, suavemente, con una
delicadeza que no se creía capaz. Ella se sorprendió, abrió sus ojos
desmesuradamente pero apenas sintió el tacto de sus labios contra los de Nick
cerró sus ojos de inmediato, sumida en la sensación, a pesar de lo extraño e innatural
que hubiera podido parecer lo que estaban haciendo, simplemente se sintió así:
perfecto. Eran perfectos juntos, se sentía tan bien, se sentía que era lo
correcto porque se querían tanto.
No
supieron cuánto duró ese primer beso, que fue muy simple y delicado, siquiera
se atrevieron a abrir sus bocas si no una leve presión en los labios del otro,
un beso mutuo.
Al
fin Nick se separó, preso de un trance que intentaba controlar, Judy abrió sus
ojos un tanto y pudo ver cómo el zorro volvía a su sonrisa de siempre, no,
ahora incluso, cómplice. Pero ella no pudo hacer más que bajar la vista,
respirar agitada.
-
Judy?
- eh,
lo siento, debo pensar – lo dijo aceleradamente, con sus mejillas sonrojadas y
sus ojos abiertos del todo, miraba arbitrariamente de un lado al otro sin ver
nada en realidad, todo menos los ojos de Nick.
- qué
pasa? – le tomó su barbilla con una pata – no estuvo bien? – estaba preocupado,
pero seguía con una suave sonrisa, estaba demasiado seguro de sí mismo, o eso
aparentaba.
- eh…
he bebido mucho – volteó el rostro, tratando de suavemente librarse de su
agarre – lo siento…
Nick
levantó una ceja, no podía venirle con esas a estas alturas, si esto casi se esperaba
y ambos lo deseaban, él no dudaba ¿y ella? Sabía que le sería más difícil, le
puso el alcohol de excusa, pero para que se soltara no como escudo.
-
nunca estuviste reamente ebria, zanahorias.
– su sonrisa se amplió, su mirada había cruzado la delgada línea entre
burlón y simplemente pícaro.
- sí…
sí lo estoy, mucho… - ella mantenía su vista baja, el sonrojo había aumentado,
sintió cómo él seguía acercándose lentamente, sintió su nariz cerca de la suya,
cerró los ojos, pero nada pasó, volvió a abrirlos solo para encontrarse con la
directa mirada de él, tan seguro y confiado a apenas unos centímetros de su
rostro.
- ¿me
quieres? – susurró.
- sí…
- susurró también, no le era difícil contestar a esa pregunta.
-
entonces está bien – la besó otra vez, esta vez un beso algo más profundo, sus bocas se entreabrieron delicadamente, sus
labios se masajearon de verdad, ella perdió la cabeza aunque intentaba
salvarse, y el zorro aunque parecía tan seguro de sí mismo luchaba contra esa
sed de su cuerpo, de su olor que lo envolvía y del que se había hecho adicto
hace tanto tiempo, sí, la olía, cada día cuando se inclinaba hacía ella, cuando
ella estaba delante y él podía inclinarse sin causar sospecho, inhalaba su
dulce aroma como una droga, y ahora la tenía ahí, justo ahí ¿cómo poder
contenerse?
Era
cierto, ella no podía rechazarlo, lo quería y… deseaba. Pero de todas formas no
pudo evitar alarmarse cuando él deslizó su cuerpo sobre ella, empujándola suavemente
quedando el zorro encima, una postura tan avasalladora.
-
N-Nick! – tembló la coneja, el zorro la abrazó por la cintura, por la espalda.
-
Solo un poco, está bien – volvió a besarla, casi fuera de sí, el beso cada vez
más fuerte, más invasivo, sus manos enloquecieron comenzando a recorrerla, una
en su muslo, otro en su pecho presionándolo.
-
espera! – Judy lo empujó agitada, sonrojada y con el vestido revuelto, pero
bajó sus manos de inmediato al ver la triste mirada de Nick, agitado y
¿lastimado? – lo siento – se sentó, yo… no es que no te quiera es que…
- es
tan difícil para ti? – no se atrevió a mirarla, cada una de sus palabras salía
con furia y recelo de su boca, de cierta forma su orgullo había sido lastimado,
o tal vez y aunque no quisiera asumirlo, sus sentimientos. Creía que los dos se
querían de la misma… forma. – quizás nuestros sentimientos no son iguales.
- no…
no digas eso, Nick – su voz se quebró, todo había ido demasiado deprisa o ella
era una cobarde, pero lo quería demasiado, y por sobre todo no deseaba lastimarlo.
El
zorro la vio, ella estaba sollozando, pequeñas lagrimas se acumulaban en sus
ojos y comenzaban a deslizarse, se tapó la cara con sus patitas y sus orejas cayeron
a sus costados. Nick se arrepintió de su estúpida dureza.
- no,
zanahorias, lo siento, fue mi culpa – se acercó, tomó sus manos abriéndose paso
a través de ella y besó su frente – es que
me vuelvo loco porque tú me vuelves loco… - la abrazó, maldiciéndose a
sí mismo – te esperaré lo que tenga que esperar – pero pensó mejor en sus
propias palabras - solo promete que no
me dejarás… - ni siquiera él se reconocía a sí mismo, querer tanto a una
persona, depender tanto de otro animal, él había negado esos sentimientos toda
su vida pero había aparecido Judy y todos sus principios decayeron, la quería demasiado,
de forma explosiva y casi contra su voluntad, pero no era algo que pudiera
decir, no con esas palabras.
- sí!
¡Yo te quiero! ¡No te dejaré nunca, Nick! – lo abrazó fuerte, sollozando, aunque no
entendía bien lo que pasaba tenía claro eso, y aunque no quisiera pensar en el
futuro y sus consecuencias, estaba segura que el presente quería vivirlo con
Nick, apegada a él.
Judy
deslizó sus manos al rostro del zorro y lo besó ella esta vez, delicadamente,
tímidamente tan al contrario de la brusquedad y pasión desenfrenada del zorro.
Quería dejarle en claro que sí lo quería, que sí podía hacer esto, que sí lo deseaba.
- te
quiero – le dijo en un susurro en su boca, juntando su frente con la suya,
mirándolo a los ojos, ya no lloraba.
- ….
– él trató de leer sus ojos, como si desconfiara, tan acostumbrado a ese mundo
criminal en que el engaño y la falsa son cotidianas, no pudo evitar asegurarse,
pero ¿quién podría dudar de ese pequeño rostro lloroso, temblante y sonrojado?
La besó otra vez, abrazándola quizás demasiado fuerte para ese pequeño cuerpo –
Judy… no permitiré que me dejes… aunque quieras hacerlo, esto es malo… de
verdad… - trataba de controlar sus sentimientos, de no quererla tanto pero era
imposible, ojalá pudiera controlarlo, ojalá pudiera no amarla pero simplemente
no podía evitarlo, sus sentimientos de desbordaban a pesar de toda la racionalidad
obvia.
-
está bien… está bien…
Esa
noche durmieron abrazados, al menos Judy que agotada simplemente cayó dormida
al rato, tras unas suaves caricias de parte de Nick, que la arrullaron. No fue
fácil para el zorro cargar a la conejita a su cuarto, acostarla en su cama,
tratando de controlar los horribles deseos de besarla, apretujarla, lamerla…
quizás algo con lo que luchaba horriblemente de pensar: saborearla.
CONTINUARÁ