Reseña preliminar: las gaviotas solo están hechas para
comer y sobrevivir, pero a Juan le apasiona el arte de volar, lo que lo guiará
a la búsqueda de perfeccionar este arte y de su yo más allá del tiempo, del espacio,
de su cuerpo.
Este
es un libro bastante conocido a nivel escolar en mi país, usualmente leído
durante la enseñanza media o incluso últimos años de básica; yo lo tenía
pendiente hace mucho tiempo en parte por esta razón, no me atraen demasiado los
libros que se leen en las escuelas (aunque depende de muchas cosas). Sin
embargo al leerlo ahora sospecho que el libro es, de hecho, bastante complejo y
si bien es corto y de narración simple posee un contenido que necesita bastante
abstracción para ser cercanamente develado, pero profundizaré en esto más
adelante.
Antes quisiera hablar un poco de su
publicación, fue hace varios años atrás en los años 70 de Estados Unidos, y se
nota, por el autor Richard Bach bajo el título original de Jonathan Livingston Seagull, jaja qué cambio de nombre! Pero hay
que reconocer que muy acertado. No sé si podemos asociar directamente el libro
con el movimiento hippie o más allá,
pero definitivamente responde a la búsqueda de respuestas y de espiritualidad
de un mundo desorientado en escepticismo y guerras.
En ese sentido es innegable pensar
que el libro tiene una base cristiana, de hecho tiene alusiones muy directas a
este respecto, el mismo Juan dice (parafraseando) “me dicen que soy el hijo de
la Gran Gaviota, cuando no soy más que una gaviota como ellos”; o que la mano
derecha de Juan se llame Pedro y sea finalmente dejado por su maestro para que
continúe su obra en la tierra. Pero después avanza un poco más porque si bien
dicen que es el hijo de la Gran Gaviota, Juan lo niega; y promete algo que va
más allá del cristianismo institucional y se acerca más a la teología pura de
la búsqueda de lo perfecto, aproximándose más al budismo, por ejemplo buscando
esa perfección no en algo ajeno a las gaviotas como un ideal sino a una
perfección en sí mismos, ser ellos lo perfecto en una búsqueda del yo, de hecho
recordé bastante a Herman Hesse con su obra Siddhartha en este sentido; transversal
en ambos el conocimiento de ir más allá de la corporeidad.
Considerando esto claro que el libro
es más complejo de lo que parece, y claro que puede ser subestimado porque es
muy leído en el ámbito escolar, porque es corto, de narración simple, e incluso
el mío venía con fotografías como cual libro de infante, pero no tenemos que
ser prejuiciosos y pecar de simplicistas, este es un buen libro y nunca se le
agotará las interpretaciones, por algo el segundo nombre de Juan es Salvador.
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