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martes, 11 de julio de 2017

El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide


Otra cortita novela japonesa, tal parece que tuvo mucho éxito en Japón, pero también hay que recordar que la cultura de lectura en ese país es diferente, y que existe algo que no se encuentra en otros y son las novelas ligeras, novelas no necesariamente largas ni tampoco necesariamente simples que los japoneses (especialmente de adulto joven para abajo) lee por placer (ya eso no existe aquí). Siguiendo esa lógica este libro responde mucho al carácter japonés, una novela corta, aparentemente liviana y además trata de gatos ¡todos aman a los gatos! Y aquí en occidente creo que eso le dio un gran plus (¡qué manera de estar lleno de gatos el Facebook cielo santo!).

Además el hecho de que la novela corta en Chile sea más valorada es dado que aquí las personas no suelen dedicar mucho tiempo a la lectura, contrario a los japoneses, que para ellos es un placer y la novela ligera (que no son los mismo) corresponde a un género y estilo propiamente tal.


Acercamiento paratextual. Al menos la edición que tengo fue más bien mediática, tenía hasta un papel extra que envolvía el libro en que Kenzaburo Ōe (2ª premio nobel de literatura en Japón) le da su aprobación, y otras mil citas de otras fuentes que también hablan a su favor, demarcando de paso que ya es su 5ª edición en Argentina el ejemplar que tienes en las manos, demasiado propagandístico a mi gusto, yo me lo hubiera comprado igual, debo reconocer, por ser solo japonés, ja.


Reseña y opinión. El libro propiamente tal tiene una historia aparentemente simple, son las reflexiones y sensaciones de los protagonistas lo que le da el toque consistente a la obra, impulsado por ciertos hechos ocurridos y finaliza con sospechas de parte del lector (no digo más para no hacer spoiler). En sí, como me suele pasar en las novelas japonesas, sentí que el libro me llevó deslizando lentamente por un río entramado con simpleza, aunque por otro lado hace muchísimo tiempo que un libro no me hace ir tanto al diccionario como este, había un montón de palabras desconocidas y tecnicismos que aparecen en él y no me refiero a extranjerismos propios de la cultura japonesa (de hecho el libro tiene a pie de páginas varias explicaciones de conceptos de este tipo); aunque no por esto dudé de su calidad de traducción que según la información de la editorial fue hecha en conjunto por una japonesa y un hablante hispano, además hace tiempo superé esa duda con las traducciones japonesas, no es que esté mal traducido el texto, si no que los japoneses escriben así, para nosotros nos parece medio raro, eso es todo y ya.


También se debe recordar algo que siempre digo cuando me refiero a obras japonesas: que es necesario tener un bagaje cultural respecto a esa nación para poder comprender del todo la obra. Sin querer ser tajante, pero es necesario saber ciertas cosas o simplemente no las comprenderemos, por ejemplo en esta obra el hecho de que los protagonistas tengan una relación aparentemente estrecha con la anciana que les arrendaba el espacio a pesar de ya mudarse, o el hecho de que el hijo de esta anciana llegue a la casa de ésta que estaba siendo cuidada por los protagonistas y se comportara como un invitado humilde en vez del dueño de casa como harían los occidentales es algo que no comprenderemos del todo si no conocemos un poco más la cultura y tradición de este país.

Por último un poco de análisis literario, en las entradas anteriores referentes a Lemebel, habíamos referido la aparente delgada línea que separa, por decirlo así, al autor y al autor-personaje. En teoría literaria el autor Schimid ordena esta disyuntiva en sus planos de la comunicación, diferenciando al autor-concreto (real, por decirlo así) del autor-implícito (un ser ya ficticio presente por ejemplo en prefacios y dedicatorias) y el narrador propiamente tal (y hay más como el personaje, narratario y tipos de lectores, etc.). Teniendo esto en claro nos es más fácil comprender y separar mejor esas típicas obras en que el autor pasa a ser personaje, pero también otras obras que no son tan ¿obvias? en estas diferenciaciones. En el caso de este libro, por ejemplo, me queda de tarea si existe un salto entre el autor implícito y el narrador, porque teniendo clara la diferencia entre autor-concreto y autor-implícito podemos tomar esta obra como el arte que es, y esto lo digo porque la historia “le pasó” al autor-concreto, pero nah, es el implícito ¿difícil de comprender? Ni crean.

Pero Mafer dinos si el libro te parece bueno o no, si lo recomiendas o cosa así xD

Pues claro que lo recomiendo, aunque merece una cabeceada más densa, por tema de léxico como dije y respecto al conocimiento de la cultura japonesa; de paso comento que tiene citas de El príncipe de Maquiavelo y reflexiones de índole artístico lo cual puede abrumar a algunos. Pero sí, novela ligera japonesa, pero no necesariamente simple como ven. Es muy relajante su lectura con ese estilo japonés que te lleva por una historia y de pronto ya es el fin. 

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