Otra cortita
novela japonesa, tal parece que tuvo mucho éxito en Japón, pero también hay que
recordar que la cultura de lectura en
ese país es diferente, y que existe algo que no se encuentra en otros y son las
novelas ligeras, novelas no
necesariamente largas ni tampoco necesariamente simples que los japoneses
(especialmente de adulto joven para abajo) lee por placer (ya eso no existe
aquí). Siguiendo esa lógica este libro responde mucho al carácter japonés, una
novela corta, aparentemente liviana y además trata de gatos ¡todos aman a los
gatos! Y aquí en occidente creo que eso le dio un gran plus (¡qué manera de
estar lleno de gatos el Facebook cielo santo!).
Además
el hecho de que la novela corta en Chile sea más valorada es dado que aquí las
personas no suelen dedicar mucho tiempo a la lectura, contrario a los
japoneses, que para ellos es un placer y la novela ligera (que no son los
mismo) corresponde a un género y estilo propiamente tal.
Acercamiento paratextual.
Al menos la edición
que tengo fue más bien mediática, tenía hasta un papel extra que envolvía el
libro en que Kenzaburo Ōe (2ª premio nobel de literatura en Japón) le da su
aprobación, y otras mil citas de otras fuentes que también hablan a su favor, demarcando
de paso que ya es su 5ª edición en Argentina el ejemplar que tienes en las
manos, demasiado propagandístico a mi gusto, yo me lo hubiera comprado igual,
debo reconocer, por ser solo japonés, ja.
Reseña y opinión. El libro propiamente tal tiene una
historia aparentemente simple, son las reflexiones y sensaciones de los
protagonistas lo que le da el toque consistente a la obra, impulsado por
ciertos hechos ocurridos y finaliza con sospechas de parte del lector (no digo
más para no hacer spoiler). En sí, como me suele pasar en las novelas
japonesas, sentí que el libro me llevó deslizando lentamente por un río
entramado con simpleza, aunque por otro lado hace muchísimo tiempo que un libro
no me hace ir tanto al diccionario como este, había un montón de palabras
desconocidas y tecnicismos que aparecen en él y no me refiero a extranjerismos
propios de la cultura japonesa (de hecho el libro tiene a pie de páginas varias
explicaciones de conceptos de este tipo); aunque no por esto dudé de su calidad
de traducción que según la información de la editorial fue hecha en conjunto
por una japonesa y un hablante hispano, además hace tiempo superé esa duda con
las traducciones japonesas, no es que esté mal traducido el texto, si no que
los japoneses escriben así, para
nosotros nos parece medio raro, eso es todo y ya.
También
se debe recordar algo que siempre digo cuando me refiero a obras japonesas: que
es necesario tener un bagaje cultural respecto a esa nación para poder comprender
del todo la obra. Sin querer ser tajante, pero es necesario saber ciertas cosas
o simplemente no las comprenderemos, por ejemplo en esta obra el hecho de que
los protagonistas tengan una relación aparentemente estrecha con la anciana que
les arrendaba el espacio a pesar de ya mudarse, o el hecho de que el hijo de
esta anciana llegue a la casa de ésta que estaba siendo cuidada por los
protagonistas y se comportara como un invitado humilde en vez del dueño de casa
como harían los occidentales es algo que no comprenderemos del todo si no conocemos
un poco más la cultura y tradición de este país.
Por
último un poco de análisis literario,
en las entradas anteriores referentes a Lemebel, habíamos referido la aparente
delgada línea que separa, por decirlo así, al autor y al autor-personaje. En teoría
literaria el autor Schimid ordena esta disyuntiva en sus planos de la comunicación, diferenciando al autor-concreto (real,
por decirlo así) del autor-implícito (un ser ya ficticio presente por ejemplo
en prefacios y dedicatorias) y el narrador propiamente tal (y hay más como el
personaje, narratario y tipos de lectores, etc.). Teniendo esto en claro nos es
más fácil comprender y separar mejor esas típicas obras en que el autor pasa a
ser personaje, pero también otras obras que no son tan ¿obvias? en estas
diferenciaciones. En el caso de este libro, por ejemplo, me queda de tarea si
existe un salto entre el autor implícito y el narrador, porque teniendo clara
la diferencia entre autor-concreto y autor-implícito podemos tomar esta obra
como el arte que es, y esto lo digo porque la historia “le pasó” al
autor-concreto, pero nah, es el implícito ¿difícil de comprender? Ni crean.
Pero
Mafer dinos si el libro te parece bueno o no, si lo recomiendas o cosa así xD
Pues
claro que lo recomiendo, aunque merece una cabeceada más densa, por tema de
léxico como dije y respecto al conocimiento de la cultura japonesa; de paso
comento que tiene citas de El príncipe de
Maquiavelo y reflexiones de índole artístico lo cual puede abrumar a algunos.
Pero sí, novela ligera japonesa, pero no necesariamente simple como ven. Es muy
relajante su lectura con ese estilo japonés que te lleva por una historia y de
pronto ya es el fin.
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