EN CELO de Cecilia Garrido, la lectura más cercana a mí en cronología y geografía que he leído, pues fue publicado el 2003 gracias al fondo editorial de la muni de Coquimbo, y escrito y ambientado en dicha ciudad; de más y me he cruzado con la autora alguna vez en estas ciudades de La Serena y Coquimbo que son la misma cosa (con perdón, pero lo son). Y he a continuación unos fragmentos, los que más me gustaron del libro, aunque si se interesan por él, no sé de dónde diablos lo sacarían, llegó a mis manos por milagro rebuscado, cosas de la vida.
>> Hoy Aladino y yo hacemos el amor ensangrentados, todos cubiertos de sangre. Yo menstruaba, me había florecido la vagina, me había llenado de flores rojas, claveles, rosas, orquídeas todas rojas… Su pene era rojo también.
Éramos dos seres de genitales y manos rojas.
Sus manos, sus dedos, cuando él me los introducía en la boca, tenían gusto a sangre, a mi sangre. A mis flores de sangre.
Hacer el amor menstruando es heavy, es despedirme de una ovulación no anidada con un carnaval de semen color rojo, de su semen color rojo.
Las cortinas, la cama, las murallas, se quedaron todas con rastros de sangre. Su hermoso farol con coágulos negro-rojo y mis piernas pintadas de rosa, mezcla exacta de sangre y semen, cual óleo surrealista. <<
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>> Ahora, hay ciertos detalles que manifiestan sin lugar a equivocación que yo debo estar bastante más loca que antes de conocer al mino. Sigo coleccionando cada una de las fotografías en las que Aladino aparece ya sea en los diarios locales o internet, continúo revisando a primera hora de cada mañana los periódicos, y si él sale en alguna fotografía lo compro, cuidadosamente la corto y la archivo en la carpeta que tengo especialmente para estos efectos. Me ha dado por no lavar las tangas y las diminutas prendas íntimas que uso cuando salgo con él para mantenerlas con ese olor “suyo-mío”, mezcla de semen y secreciones vaginales. Me ha dado por buscar en la cama donde hacemos el amor o en el baño los vellos de su selvático pubis para guardarlos en una bolsita transparente que mantengo en mi billetera para llevarlos siempre conmigo. Me ha dado por atesorar todas las boletas de los moteles o cabañas donde nos refugiamos para hacer con ellas un collage que colocaré en mi habitación. En fin me ha dado por andar hablando sola, diciéndole cuanto le quiero, cuanto deseo estar con él, cuanto se me hace insoportable el propio cuerpo sin la masacre de su instinto caníbal. Definitivamente estoy enajenada. ¿Seré una sicópata? ¿Una ninfómana? ¿Una excéntrica? ¿Una mina con fijación “penística”? ¿O simplemente una iguana en celo? <<
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>> Hay un hombre que tiene sabor y huele a pastel de chocolate con almendras que tiene un maravilloso pene color ámbar y que me hace llorar, y hay otro que huele a parafina y que tiene una polla blanca y que llora por mí… <<
2 comentarios:
ES FANTASTICA. PERO HAY ACCESO A EL EN MI PAIS, CECILIA DEBIERA TENER SU BLOG O TU SEGUIR PUBLICANDO PARTE DEL LIBRO.yO PERTENESCO A UN GRUPO DE LITERATOS ACA EN ESPAÑA, PERO VOSOTROS TIENEN QUE HACER LA OTRA PARTE, PUBLICAD , VAMOS, PUBLICAD.
Waldo.
Muu interesante, maravillosamente interesante.
Magdalen
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