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domingo, 16 de febrero de 2014

Teatro “Grand Guignol” en Suehiro Maruo


El siguiente texto es un epílogo que está en mi edición de “La sonrisa del vampiro” de Suehiro Maruo, una de sus obras más conocidas. Para los que no conozcan al autor, es recomendable siempre y cuando gusten de lo bizarro, del gore, de la denigración humana. Tiene la gracia de servir tanto para el morbo de un infantil deseo de gore, como para la madurez de quién disfruta de la literatura, el arte, y el comic con un fundamento perverso.

 
Epílogo:
APROXIMACIÓN AL TEATRO
“GRAND GUIGNOL” DE MARUO:
LAS ATROCIDADES DE LA BAJA SOCIEDAD.
HIROSHI ARAMATA 
El hecho de toparme con “La Sonrisa del Vampiro”, de Suehiro Maruo, me insufló grandes dosis de valor. Me atrevería a afirmar que su obra ratifica exactamente mi modo de pensar. Si me hacen matizar en qué sentido lo ratifica, puedo explicarlo con las siguientes palabras…
 
Hará cosa de quince años, el señor Suehiro Maruo dibujó unas ilustraciones que se iban a utilizar en mi novela "Teito Monogatari" (historia de la capital imperial). Dichas ilustraciones me sugirieron con gran claridad unas palabras francesas con un profundo significado...
GRAND GUIGNOL
Ésa es exactamente la sensación que tuve: ¿no será Suehiro Maruo un raro dibujante del estilo "grand guignol"? Cuando le conocí, oí algunos episodios de su vida y comprobé cómo vivía. Lo que en principio parecía ser una mera sensación dejó paso a la certeza absoluta.
No puedo ocultar que estoy muy contento de ver que, en "La Sonrisa del Vampiro", la sensación a lo "grand guignol" de Maruo ha pasado a ser algo puro y cristalino, algo que no requiere ya explicación alguna.
 
Aunque la verdad, por mucho que yo diga, no creo que todos los lectores de este epílogo estén de acuerdo con mi punto de vista. Me gustaría penetrar en este asunto más en profundidad para así matizar mis palabras.
El origen de la palabra "grand guignol" está en un espectáculo de marionetas originario de Francia, muy parecido, si se busca un ejemplo, al "punch and judy" inglés. Hace unos doscientos años se podía asistir a grotescos e hilarantes espectáculos de marionetas en cualquier parte de Europa. Dichos espectáculos eran representados con muñecos, puesto que si lo hubieran hecho actores reales habrían resultado demasiado chocantes para el público. Sin embargo, el hecho de que los actores fueran muñecos abría, a su vez, la posibilidad de representar historias todavía más crueles e impactantes.
 
A finales del siglo XIX, nació en París un teatro con el mismo nombre que estos espectáculos de marionetas, el Theatre (no se escribe así, pero no sé cómo transcribir esas tildes raras T_T) du grand guignol. Al principio, las obras, representadas por actores de carne y hueso, eran obras sociales y reivindicativas basadas en la atroz calidad de vida de la gente de las capas bajas de la sociedad. Sin embargo, el propietario tuvo que cambiar la orientación del espectáculo por la escasa respuesta del público y se impuso un cambio total en el que el contenido de las obras representadas pasaría de socio-vanguardista a criminal o terrorífico. Al cabo de poco tiempo, en la época que Max Maurey tomó la batuta del teatro, se vieron duchas de sangre, torturas, cabezas cortadas y todo tipo de escenas extremas sobre el escenario, lo que le valió la etiqueta de "Teatro del terror y la atrocidad".
 
Gracias a Max Maurey, las terroríficas y sangrientas obras escritas por André de Lorde se  convirtieron en el símbolo del grand guignol. Lorde, cuyo padre era médico, pasó su infancia observando lo que ocurría en la consulta de su progenitor, siendo su actividad favorita jugar con los cadáveres. Al parecer, Lorde disfrutaba enormemente viendo las desencajadas facciones de dolor de los pacientes que eran operados. Así pues, conociendo sus propias tendencias asesinas y torturadoras, Lorde se puso a escribir obras para el grand guignol para evitar convertirse él mismo un delincuente, tornándose dicha actividad una especia de terapia para él.
 
 
No obstante, el grand guignol no era únicamente un espectáculo sangriento. Al tema imperante desde la inauguración del teatro, las desgracias a las que eran sometidas las personas de los estratos más bajos de la sociedad, se le sumaron variaciones tomadas del estudio de la conducta animal, como por ejemplo el contraataque de los oprimidos. El grand guignol se convirtió en una ventana de la conducta humana, de las crónicas que se podían leer en las páginas de sociedad de los periódicos de la época. Aunque de temática similar, no tenía nada que ver con el anhelo de placer y literatura del Marqués de Sade, ni mucho menos con el buen gusto que se respiraba en las páginas de cultura y arte de los mismos periódicos.
 
Ranpo Edogawa, quizás el autor japonés más cercano al espíritu del grand guignol, se quedó perplejo al comprobar que su historia corta "Imomushi" (Orugas Verdes), obtenía muy buena respuesta de los socialistas. Sin embargo, a decir verdad, podríamos decir que se trató de una respuesta lógica.
Seguramente llegará el día en el que también Suehiro Maruo, gracias a este "La sonrisa del vampiro", obtenga el reconocimiento que merece por haber revolucionado unos campos tan largamente olvidados como son el mundo de las vanguardias de lo absurdo y de la literatura del proletariado.
Desde este punto de vista, es innegable que Suehiro Maruo es un dibujante de cómic de auténtico estilo grand guignol. Aunque ello sea tal vez un peligro en la actualidad: un peligro en el mismo sentido en el que, en el pasado, fueron consideradas también las novelas de temática socialista.
Hiroshi Aramata
(Novelista)
 
 

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