Hola otra vez, aquí un FRAGMENTO del libro La Quintrala de Magdalena Petit, lo leí de una pasada porque me gustó mucho, y para tentar la lectura e aquí una parte del libro perturbadora xD seamos honestos, por eso lo leí jajaja. Bueno, besos, no olviden que hay muchos buenos libros que leer! Ahora a por la Araucana y Malincha! jojojo
“La pequeña Catrala se agita en su lecho sin poder dormir. Su imaginación está llena de las visiones de la procesión de sangre; recuerda lo que les ha contado la Josefa , a ella y a su hermanita mayor, sobre cada anda, sobre los penitentes y sobre el infierno. Tiene presente a un hombre que llevaba los brazos atados a una cruz y que de pronto se desmoronó sobre sus piernas, cayendo al suelo: la Aguedita se había arrimado a la Josefa mientras sacaban a un lado al muerto y seguían pasando y pasando los disciplinantes en el vocerío.
- ¿Y por qué algunos se azotan ellos mismos? – había preguntado la pequeña Catrala.
- Para castigarse por sus pecados y obtener perdón de Dios – había respondido la Josefa.
- ¿No será porque les gusta?
- ¡Cómo les va a gustar! Si duele muchísimo, tienen que ser muy valientes para soportarlo.
En balde se da vuelta en la camita la niña; el sueño no viene: una idea fija lo espanta. La necesidad de realizarla va creciendo e imponiéndose, vehemente. La niña, al fin, salta de la cama. Cuidando de no hacer ruido, avanza, como gatita cautelosa, hacia la puerta que da al corredor. Allí tropieza, empujándolo, con un taburete. Le parece tan fuerte el sonido del roce contra el suelo, que permanece un momento anhelante: cree haber desertado a todos los de la casa…, pero nada; sigue, tranquilizador, el silencio nocturno. Se pone entonces de pie y se desliza por el patio, donde una débil luna, en medio de los esfuerzos de sus rayos por desencapotar el cielo, alcanza a clarear. Se detiene la chica frente a un cuarto, cerca del comedor; abre despacio la puerta, tantea contra la pared izquierda, buscando algo. Como no lo alcanza, empuja completamente la puerta, haciendo penetrar un poco de luz, y arrima una silla para elevarse a la altura de una tira de cuero con la que castigan a los esclavos del servicio cuando así lo ordena el dueño de casa.
La niña ha manifestado curiosidad por asistir a estos castigos, pero sin conseguir satisfacerla. Sabe, solamente, dónde se guarda el azote, y que es Pedro el encargado de manejarlo.
Su manito, ligeramente trémula, logra al fin descolgar el látigo, mientras el corazón le palpita con ese goce mezclado de temor que experimenta siempre que comete algún acto prohibido.
***
El oratorio está sumido en una atmósfera plomiza en la que flotan todavía emanaciones de incienso y de humo de cirio. El aceite de la lamparilla se va extinguiendo y la llamita aletea, moribunda. Sobre el altar, vagamente, se adivina la imagen de una “Inmaculada Concepción”.
La avanzada hora nocturna matiza de misterio la quietud del recinto sagrado: llama a la oración sobrecogida de un alma en inefable comunión con Dios. De pronto se abre una puerta y la ráfaga de aire frío que agita la atmósfera tibia arrastra en su corriente una forma humana frágil. El ambiente de paz cristiana se va perturbando. No es ésta un alma mística que viene en busca de oración: ante el altar, desnuda, se está disciplinando una diminuta sacerdotisa pagana.
Va y viene el látigo, torpemente primero. La mano inexperta y débil se hace más diestra, poco a poco, y va y viene el látigo. Va y viene, va y viene. Presa de frenesí, como un exótica danzante, la Catralita se disciplina….”.
Fragmento de La Quintrala de Magdalena Petit.
Ed. Zigzag. Cap. 2, pás. 15 a 17).
Nota: Maldito impuesto al libro! Todo es tan caro en Chile! Les conviene que la gente no lea para que puedan pasar de ella, verdad? ¬¬
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