Fanfic Koi Suru Bou Kun

Proyecto Challengers!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Y tiré el cartel de mis ideales, y corrí.



12 de mayo de 2011. Día en que se llamo a marcha nacional por la educación y a la cual asistí como centenares de jóvenes en todo Chile, pero este no es un escrito activista, más bien, es melancólico.



La noche anterior hice carteles, y volantes; el favorito de los carteles decía “Por esta educación: Gabriela Mistral LLORA en su tumba, con mi caligrafía de siempre (pues eran hechos por mi y debían ser así), con combinación de negro y rojo en letras, subrayados y hasta el $ con una X atravesándole. La paradogía rebuscada me hizo usar mis plumones con los cuales hice la práctica de ayudantía, y no otros permanentes, y también me hizo usar (aunque no tenía opción sobre eso) las mismas varas sencillas de maderas pintadas de negro con las cuales diserto de vez en cuando las clases lo requieren.

Sobre los volantes, hice varios pero solo prototipos del último, el cual decía “Su hijo no podría estudiar por no tener plata, ¿por qué eso le parece bien?” junto con otros que en vez de decir “bien” decía “normal”. Un volante llamado más para la reflexión porque sé y trágicamente ya acepté que la masa no es que no se pueda informar, es que tampoco quiere.



Los hice en la noche, y a la mañana siguiente me encontraba caminando con ellos a la marcha, nos reuniríamos afuera de mi universidad, era la única con carteles en ese camino largo hacia la universidad y los carabineros que pasaban me miraban de reojo, quién sabe qué pensarían.



Había muchísima gente, toda la universidad, de todos los campus estaban reunidos, más otras universidades y organizaciones gremiales e independientes que apoyaban la causa, eran cientos de personas, y la masa me asustó un tanto, nunca me han gustado las masas y esperaba que esta no se volviera inerte; como también que no causaran destrozos ni se perdiera el norte, pero no éramos como escolares como hace unos años, somos universitarios, eso debía mostrar una diferencia.



Hicimos las marchas, con canciones, con tambores, con colores y hasta con bailes, traspasamos el centro, yo repartí los carteles quedándome con mi favorito, y repartí mis volantes, algunos eran recibidos, otros rechazados, y otros más afortunados solicitados.

De los gritos favoritos de ese día, recuerdo:

“¿cómo, cómo, cómo es la wea, hay plata pal papurri y no para estudiar?”

Y “el profe, marchando, también está educando.” No los olvidaré.



Finalmente llegamos frente a la secretaría ministerial, toda la aglomeración de gente pareció reunirse y algo pasó ahí que no pude ver, tal vez entregaron un petitorio. Tocaron más música, y tras estar ahí un rato volvimos a marchar, ahora a la ruta 5, hacia la carretera, entre el Terminal de buses y otro campus de la universidad, caminábamos cansados bajo el sol pero seguíamos caminando, porque es cierto que la masa da fuerza y convicción, no era inerte como creí.



De pronto, y aparece el carro lanza agua de la policía atrás, a nuestras espaldas pero lejos de mi que me encontraba en el medio de aquella cuadra larga. No me asuste, supuse que había aparecido ahí para que nosotros (masa no inerte) no cortáramos la carretera, y entonces con tranquilidad supuse que seguiríamos subiendo hasta llegar a la universidad y tal vez haríamos una asamblea o cosa por el estilo. Me quedo de pie y busco a mi carrera, me agrupo con algunos de ellos, esperando que se mueva había arriba la marcha y avanzar. Pero al subir la vista vemos confundidos que se a cortado el paso arriba, una tira de patrullas y otros autos de carabineros tapan esa salida. En otras palabras: estábamos rodeados.



Estaba confundida, si tapan las dos salidas ¿qué esperan que hagamos? Miro a mis compañeros, sin hablarles les digo con los ojos esta pregunta, pero ellos se preguntan lo mismo. Después veo el Terminal “si pasa algo, debo meterme ahí” me digo. Pero el hecho de correr, de abandonar la marcha… es una idea que veo con mala cara, tal vez no quería que la masa se disolviera porque sabía lo que significaba, y tal vez los carabineros sabían también eso y buscaban por eso disolverla. Yo aprieto mi cartel.



Y de pronto un ruido, como una maquina, como un bbbbbbbb y oigo gente gritar, voz de hombres diciendo que suban, voz de mujeres que simplemente gritan y llaman a gente perdida; miro hacia atrás y estaba el carro lanza agua bañándolos a todos. No sabía por qué, ¿tal vez atrás estaban causando destrozos? No había forma de saberlo desde donde yo estaba, seguro simplemente no querían salir de la carretera, simplemente no querían.



Una masa de gente corre, no saben qué dirección tomar, y yo corro hacia el Terminal como había planeado pero pierdo a mi curso, gente con lagrimas en los ojos corren tosiendo, a mi me pica la nariz y arden los ojos, pongo mi pañuelo en mi cara solo pensando en correr, chocando con gente, oyendo los gritos. Encuentro unos compañeros que le ponen agua a mi pañuelo y le echan limón debajo de los ojos a los más afectados, nos decimos entre todos que debemos irnos, que a quedado la cagada y no puede volverse a la marcha pacífica. Vuelvo a apretar mi cartel mientras miro por donde puedo salir, la parte de arriba está completamente tapada, pero hay un pequeño rincón donde los carabineros no han entrado, miro hacia ese lado, y veo cómo carabineros van hacia allá. Miro a mis compañeros, les digo que me iré por ahí porque puedo llegar a casa siguiendo ese camino, algunos ya se han ido, otros se quedan ayudando o simplemente buscando amigos perdidos. Y yo corro.



Y boto mi cartel en el pasto.

Y boto mi cartel en el pasto.



Lo vi como cámara lenta, no se oían los gritos, no sentí la picazón y el ardor en mis ojos, nariz y garganta. Yo lo sabía y lo sé hoy, ese tirar y correr significó mucho más que la misma marcha ese día. Sabía, más no acepte en ese minuto, que tal vez en unos años haría lo mismo con mis ideales, que estaban contenidos en ese cartel, los tiraría para sobrevivir, para correr, perdiendo el conjunto de gente con la misma convicción que yo.



Pero no tuve más tiempo para pensar. Los carabineros se acercaban, y en todo ese colectivo que huía por ese camino, podía oír sus voces e incluso ver como apuntaban hacia nosotros.



Pero logre escapar, perdí a mucha gente que después llame por celular. Y tras un largo camino maltrecha, pude llegar a casa, tenía nauseas, no pude comer hasta las 4, y lo hice con miedo a vomitar, mis ojos, nariz, y garganta picaron hasta más o menos que esa hora.



Y a las 5 subí a la toma de la universidad para informarme de qué había pasado. Habían detenidos, pero todos de mi carrera estaban bien.


El rector no se había presentado. Y mis compañeros se preparaban para pasar otra noche de libros, vino, y frío.


No hay comentarios: