¿Cómo
atreverse a comentar un nobel? Humildemente lo intentaré.
El autor fue el primer premio nobel japonés
de literatura en 1968, Yasunari Kawabata, además de esta novela leí La bailarina de Izu, un compilado de
diferentes textos no necesariamente cuentos que revisaré para escribir sobre él
también en el futuro. Este autor fue muy prolífero y aunque exploró las
vanguardias europeas me alegro mucho, en lo personal, que finalmente se quedara
con el estilo japonés, ese aire tradicional y hasta sintoísta tan sutil, tan
simple, tan profundo, tan netamente japonés. Es tan difícil describir ese aire
cultural japonés tan intrínseco en pequeños detalles del libro, es como cuando
reconoces tu ignorancia al frente de una pintura por no conocer nada del
estilo, autor, movimiento y nacionalidad como contexto histórico de éste, por
así decirlo: si no lo conoces, no puedes verlo; por eso es importante la
educación y cultura que uno cargue a ver diferentes obras, sean desde libros
hasta películas. Yo, no me considero sabia, pero tras años viviendo y siguiendo
la cultura japonesa sea desde el manganimé hasta la tradición y leyendo tanta
obra literaria japonesa, puedo decir que disfruté la obra porque fui capaz de
captar todas estas deliciosas sutilezas culturales, tan simples y perfectas
como el haiku (poema tradicional
japonés del que también me referiré más adelante).
(Sobre
el segundo premio nobel de literatura japonés de mano de Kenzaburō Ōe en 1994 no
he leído aún ninguna obra suya *llora* pero estoy a la busca.)
¡La trama! La historia (que no son lo mismo en
todo caso) se podría considerar simple: un hombre casado de mediana edad viaja
a un onsen lejano en la montañas
eternamente llena de nieve, ojo que los onsen
son hoteles con baños termales al aire libre (algo muy tradicional y común en ese país)
donde conoce a una geisha con la que
tiene un amorío a lo largo de tres visitas durante un par de años, a la vez que
paralelamente se siente atraído por otra joven de dicho pueblo. Y ya está, son
las tensiones y secretos de este triángulo amoroso lo que envuelve al lector,
acompañado de todas esas sutilezas tradicionales japonesas que referí anteriormente
y representa tan deliciosamente su cultura, por supuesto sumado al ambiente igualmente
tradicional del mundo de las geishas,
los onsen, los kimonos, y el hermoso paisaje nevado japonés de donde proviene el
nombre de la obra.
Para
que se comprenda un poco mejor el ambiente cultural tradicional japonés transcribiré
un párrafo de la obra Geisha de Liza
Dalby (un libro de estudio antropológico sobre las geishas) del que ya me he referido con anterioridad, y donde
explica la cultura igualmente polémica de las geishas de onsen, dado
que no se puede negar que son diferentes a las geisha de ciudad, sin querer denigrarlas con ello.
El término onsen geisha suele utilizarse como
eufemismo de prostituta. Existe una razón para ello, aunque la confusión entre
ambas no tiene por qué darse. A menudo, en una fiesta de geishas onsen se gastan bromas lascivas y se dan algunos manoseos y fanfarronadas. Los
invitados pueden emborracharse tanto como quieran porque luego no tienen más
que arrastrarse hasta su habitación y ya llevan el yukata que les sirve de pijama. El hecho de que
las geishas entretengan a los
clientes en los lugares donde los huéspedes se alojan o en los hoteles
contribuye a que se cree una atmósfera excitante.
(Yukata es un traje tradicional japonés
informal)
Pero
como siempre no hay que confundirlas con prostitutas. De hecho considerando que
los huéspedes normalmente comparten su habitación con su grupo (incluso más de
10 personas) es muy difícil que se dé realmente que una geisha pase la noche con un huésped, además si ocurriera de alguna
manera las otras geishas de la comunidad
discriminarían a ésta aunque fuera sutilmente. Esto también se describe en el
libro de Liza Dalby y se refleja en la novela, pero se refleja, y a esto me refiero con representar la cultura, uno
presiente esta realidad, no se te explica, y por eso es bueno conocerla para
comprenderla del todo, descubrirla.
Terminaré
la entrada con algunos ejemplos de estos “reflejos culturales”, por ejemplo
cómo el personaje masculino pone su mano sobre la mejilla de la geisha y ésta la sostiene con su propia
mano es una acción clásica entre amantes amorosos aunque puede considerarse
frío y hasta inocente en nuestra cultura occidental; o el cómo la geisha acompaña al personaje masculino a
la termas, caminando detrás de él y recogiendo su ropa como una esposa, y cómo
se agacha y oculta su rostro con las largas prendas de su kimono, debemos comprender que si se oculta el rostro de una geisha será muy difícil diferenciarla de
otra por lo tradicional de su traje y peinado; o la explicación de cómo se hacen
tradicionalmente los géneros de los kimonos
con hilo de seda de gusano de ese pueblo de nieve; y finalmente para no hacer
más spoiler la sutil acción del que la
encargada del hotel no escriba el nombre de la geisha en la libreta donde se escriben los cobros de su compañía en
banquetes, dado que sabe que pasa la noche con él como amante y no como
acompañante.
Por
supuesto sobra decir que es absolutamente recomendable, eso sí, se debe
estudiar esta hermosa cultura para captar del todo su calidad literaria.