JUVENTUD!
(Fragmento del Retrato
de Dorian Gray de Oscar Wilde).
Discurso hecho por Lord
Henry al joven Dorian y que prácticamente lo impulsó a desear la eterna
juventud, y a temer con horror la vejez:
“No; no lo siente
ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando
los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le
haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente.
Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿será siempre así?...
Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el
ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por
encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes
dones de la naturaleza, como la luz de sol, o la primavera, o el reflejo en
agua oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite
discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a
quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La
gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos,
no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla
de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las
apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve…
Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses
dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los
que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la
juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le
quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes
que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada
mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de
usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le
hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente…
¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el
oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados
sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los
vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época.
¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda.
Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo
hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo
visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le
pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he
comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de
lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que
he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia
que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado
poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero
florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio
como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año
tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero
nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en
nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos
dallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en
espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos
asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos
el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el
mundo excepto la juventud!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario